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Los de Abajo

CIDH sobre Ayotzinapa

M

ás de dos años después, la investigación sobre el paradero de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala el 26 de septiembre de 2014 regresa a su estado inicial. ¿Dónde están? En principio, el Mecanismo de Seguimiento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para México inicia su trabajo bajo la premisa de que no fueron incinerados, como dijo el gobierno.

La búsqueda de la verdad está en manos internacionales, pues de las instituciones mexicanas no se espera más que la obstaculización de la investigación, el desvío de información y las plantaciones de pruebas para dar sustento a su versión. Reconducir todo es la tarea que se propone para los siguientes 12 meses la CIDH.

El Ejército sigue estando en la mira. El Mecanismo de Seguimiento intentará que declaren elementos del 27 Batallón, ubicado en Iguala, Guerrero, donde ocurrieron los hechos. Los padres de los 43 futuros maestros han asegurado una y otra vez que sus hijos pudieron desaparecer ahí, o que al menos ellos saben lo que ocurrió.

El 43 es el número de la ignominia desde hace 26 meses, aunque el relator de la CIDH precise que ya no se busca a esa cantidad de estudiantes, sino a 42, pues restos de Alexander Mora Venancio fueron científicamente identificados. Lo cierto es que la desaparición de los 43 normalistas sigue sin esclarecerse, razón por la que la CIDH está en México dando continuidad al trabajo del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independiente (GIEI), aunque no con las mismas capacidades, pues, como se recordará, los expertos coadyuvaron en la investigación, mientras el Mecanismo de Seguimiento se limitará al asesoramiento y monitoreo.

En los siguientes días se espera que los comisionados hagan visitas oficiales y técnicas y audiencias públicas en la propia normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, para lo cual se reunirán con los principales afectados: los padres y madres de los 43. Se trata de monitorear al gobierno de México, de asegurar la atención a las víctimas y familiares y de impulsar medidas estructurales para la solución y, algo muy importante, evitar su repetición.

Está demostrado científicamente que los normalistas no murieron calcinados el basurero de Cocula. Las pruebas científicas de que esto no ocurrió las aportó el GIEI, cuyo trabajo debió concluir, por imposición del gobierno, en abril de este año. Este importante punto desbarata toda la versión oficial, por lo que habrán de seguirse las decenas de pistas pendientes. No olvidar es la consigna. Que el tiempo no borre las huellas es responsabilidad de toda la sociedad.

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