Opinión
Ver día anteriorJueves 3 de noviembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
México SA

La itamitocracia premia

Hectáreas para Bailleres

Croqueta para Calderón

D

e plácemes se encuentra la itamitocracia que de tiempo atrás se quedó con el país, porque uno de sus cachorros, Felipe Calderón, fue reconocido con el Premio Carrera al Universo, la máxima distinción que, casualmente, otorga el propio Instituto Autónomo Tecnológico de México (Itam), propiedad de Alberto Bailleres, padrino de la banda que además de saquear a la nación es premiado por ello (recuérdese que un año atrás el Senado le concedió la Medalla Belisario Domínguez).

En acto cerrado, celebrado en las instalaciones del Itam, fue el propio inquilino de Los Pinos (con un gabinetazo pletórico de itamitas) quien entregó el reconocimiento a su antecesor en la silla. ¿Y el motivo de tal distinción? Fácil: por sus contribuciones al desarrollo político, económico y social del país.

¿En serio? De plano, ni la burla perdonan, porque el sexenio calderonista brilló, sí, pero por la sangre derramada, la violencia extrema, el nepotismo (parásitos familiares, diría el buen Astillero), la corrupción, los pésimos resultados económicos y el incremento sostenido de la pobreza, entre otras gracias, es decir, lo contrario a lo considerado por la citada institución académica para colgarle la medallita al panista.

Calderón destrozó al país y a sus habitantes, pero tuvo la virtud de incrementar sostenidamente las de por sí gruesas fortunas de barones como Alberto Bailleres (él mismo Premio Carrera al Universo), quien ahora concede el galardón al tal Jelipe por, entre otras jugosas concesiones, la entrega, a lo largo de su sexenio, de un millón 300 mil hectáreas de territorio nacional para la explotación minera exclusiva del consorcio Peñoles, propiedad del citado empresario, conocido como el zar de la plata. (Por cierto, lástima que el tóxico barón Germán Larrea, de Grupo México, no tenga un instituto como el del Totalmente Palacio, porque bien podría aventarle otra croqueta al Felipillo para que siga moviendo la cola).

Cuando empezó el sexenio calderonista, la fortuna de Alberto Bailleres sumaba alrededor de 2 mil 800 millones de dólares; seis años y muchísimas hectáreas mineras después, su saldo se elevó a 18 mil 200 millones de billetes verdes, es decir, sus haberes se incrementaron 550 por ciento, mientras la economía nacional (la misma que, según el Itam, registró un comportamiento maravilloso como para ameritar un premio) a duras penas promedió una tasa anual de 1.9 por ciento en el sexenio, mientras el número de pobres con el michoacano en Los Pinos aumentó en 15 millones de personas. De hecho, el resultado económico de Calderón fue el peor en tres décadas, sólo superado por Miguel de la Madrid, y en espera del cierre peñanietista, con el que hasta ahora registra empate.

Pero esto último a la itamitocracia no le interesa. Lo único importante para ella es el citado aumento de 550 por ciento en la fortuna del padrino. Y eso bien vale un premio, o dos, porque de acuerdo con el recuento del propio Itam, en 2012 –poco antes de dejar Los Pinos– Felipe Calderón obtuvo la misma croqueta, es decir, el Premio Carrera al Universo, y al michoacano le atribuye una maestría en economía en 1989 (obviamente en la institución citada).

Avanzado el sexenio peñanietista, a Bailleres se le ocurre la brillante idea de volver a premiar a Felipe Calderón, justo ahora que intenta imponer la candidatura de la señora Marta… perdón, de la señora Margarita Zavala con miras a las presidenciales de 2018 (lástima: no es egresada del Itam). Con Peña Nieto en el suelo, y los demás partidos despreciados y deslegitimados, la itamitocracia va en pos de otro sexenio, y lo de menos es la marca de la empresa política que se utilice.

Y para eso sirve el medallero, para inventar genios de mentiritas y posteriormente pasar la factura. El citado instituto detalla que Carrera al Universo es la máxima distinción que se ofrece a un ex alumno del Itam por su trayectoria profesional de excelencia a lo largo de 30 años, además de sus importantes contribuciones a la sociedad. Esta condecoración premia a aquellos ex alumnos que a lo largo de su vida profesional han actuado siempre acorde a la misión de nuestra universidad: contribuir al desarrollo de una sociedad más libre, más justa y más próspera. Se otorga a representantes de los sectores público, corporativo, social y académico: a emprendedores y organismos internacionales.

Pues bien, en dicho periodo prácticamente todos los secretarios de Hacienda (de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto) han sido distinguidos con el Premio Carrera al Universo. De Gustavo Petriciolli (titular de la cartera con el de la renovación moral de la sociedad) a José Antonio Meade (lo mismo con Calderón, el de para vivir mejor, que con EPN, el de mover a México, o joderlo, que da lo mismo para efectos prácticos, pues es lo que ha sucedido).

Por la pasarela de medallistas del Itam han pasado (echen cuentas de los resultados y asócienlos a los nombres de los premiados): Luis Videgaray, ministro del (d) año; Ernesto Cordero (aquí la estrellita fue por mérito profesional); Agustín Carstens (el doctor catarrito); Francisco Gil Díaz (padrino de muchos en el sector público financiero); Pedro Aspe (el que decía que la pobreza en México es un mito genial). Esos y muchos más, entre los que aparecen otros secretarios, subsecretarios, directores generales, secretarios ejecutivos (como el del IPAB, que es hermano de José Antonio Meade) y conexos.

Entonces, ¿en qué momento –todos y cada uno de ellos– contribuyeron al desarrollo de una sociedad más libre, más justa y más próspera, de acuerdo con los méritos que debe tener quien aspire al Premio Carrera al Universo?

Dada la convenenciera dinámica del citado premio, el padrino Bailleres no tarda en entregar la Carrera al Universo al propio Enrique Peña Nieto, pues ha tenido un papel decisivo en eso de continuar incrementando las fortunas de ensueño que tienen los barones autóctonos, en especial la del Totalmente Palacio.

No tiene caso decir que a Bailleres le debería dar vergüenza premiar a Calderón, porque sería tan inútil como exigirle que, por lo mismo, regresara la Medalla Belisario Domínguez. Pero bueno, regístrese la medallita como parte de los reacomodos para el 2018.

Las rebanadas del pastel

¿Cómo amanecerá nuestro masacrado pesito ahora que las encuestas señalan un virtual empate entre las dos amenazas gringas para México (la de Trump y la de Hilaria)? Enciendan veladoras.

Twitter: @cafevega