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Ajustaré todo para que este ciclo sea el bueno, asegura el experimentado clavadista

Pacheco dice que se preparará como un F-1 para ganar medalla en Tokio 2020
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Contrajo el virus del zika, pero nunca dejó de estrenar, “debo conservar el físico“, señaló RommelFoto Jam Media
 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de noviembre de 2016, p. a15

Al clavadista Rommel Pacheco sólo le hace falta un triunfo en su amplio palmarés deportivo. Tiene medallas mundiales, de series FINA –donde sólo participan los ocho mejores del mundo de cada especialidad–, de Juegos Centroamericanos y de Panamericanos. Siempre que compite, gana. Pero es la presea olímpica individual la que se le ha negado en su ya longeva carrera.

De ahí la necesidad, que no obsesión, aclara, de prepararse con todo para subir al podio en la cita de Tokio 2020, aunque antes ineludiblemente deberá cumplir un proceso de compromisos y éxitos para llegar en las mejores condiciones.

El originario de Yucatán, se compara con un auto de Fórmula 1, ya que ambos están diseñados para sólo competir en un lugar específico –una pista y no en las calles para el monoplaza–, un mantenimiento con piezas de la mejor calidad –excelente alimentación– y unos pits –su entrenadora Ma Jin y sus auxiliares– que lo ponen a punto.

Por eso quiere ajustar todo, que no haya ningún tornillo suelto, nada sin pulir para llegar a Tokio en inmejorables condiciones físicas y mentales y que los rivales lo vean como el oponente a vencer, porque quiero que este ciclo sea el bueno.

Y aunque pareciera que en Río 2016 fue cuando tuvo las mayores posibilidades de subir al podio, pequeños descuidos y nimiedades terminaron por malograr su actuación, aunque de ninguna forma eso me debilitó, al contrario, me fortalece y me da experiencia para seguir con más fuerza en busca de se anhelado metal olímpico.

A unos días de haberse aliviado de zika, del que se contagió en su tierra natal, recuerda que pese al descanso indicado por los médicos, se mantuvo en actividad, porque no puedo descuidar el físico, sobre todo para las fotos, aunque en enero regresará de lleno a la preparación.

Rommel cuenta que su trabajo en la fosa es padre, es bonito, terminas muy cansado, pero lo hago por gusto y lo veo reflejado en las competencias, además de caracterizarse por levantarse pronto cuando tiene caídas fuertes, salir fortalecido, y aprovechar las oportunidades de hacerse más grande, como el año pasado cuando el incidente del Himno Nacional cantado a capela por la sanción de la FINA a México.

Con mucho que platicar y más que agradecer, el competidor quien se hizo famoso en el ámbito mundial por la playera de Popeye que lució en el Mundial de la especialidad de 2015, tiene en la mente como único compromiso subir al podio en Tokio en cuatro años, aunque espera que el combustible de su F-1 le alcance para lograr el único sueño que le hace falta cumplir.