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Consolidaron la presencia 180 cintas, señala Ángel Miquel, quien presentó libro en Madrid

El cine mexicano remontó los años de la ruptura diplomática con España
Foto
Fotograma de Allá en el Rancho Grande, cinta de 1936
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 6 de octubre de 2016, p. a10

Madrid.

Uno de los periodos más amargos en la historia de España ha sido, sin duda, la Guerra Civil (1936-1939), así como los primeros años de la posguerra. México y ese país rompieron relaciones diplomáticas que no se restablecieron sino hasta la muerte del dictador Francisco Franco.

Sin embargo, en el terreno de la cinematografía una reciente investigación del académico mexicano Ángel Miquel ha comprobado que durante este periodo histórico hubo una relación fructífera, en la que se consolidó el germen del intercambio artístico y comercial entre ambos países.

El académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) presentó en Madrid su libro Crónica de un encuentro: el cine mexicano en España, 1933-1948, en el que constató, mediante archivos, reseñas periodísticas, carteles publicitarios y otras fuentes historiográficas, que durante ese periodo en España se estrenaron 180 películas de producción exclusivamente mexicana. Incluso durante los años más cruentos de la guerra, en el frente republicano, donde imperaba el espíritu libertario y antifascista, se proyectaban, a pesar de los escasos medios y las condiciones adversas varias, cintas, sobre todo los títulos más anticlericales, como Monja casada, virgen y mártir. En el bando nacional, donde reinaban el conservadurismo y las ideas falangistas, se proyectaban filmes conservadores y con tintes germánicos.

Filmes estrellas

En entrevista con La Jornada, Miquel explicó que los momentos esenciales de recepción del cine sonoro mexicano en España son cuatro: cuando llega Allá en el Rancho Grande, que se pasó a partir de 1940 y causó sensación. Después, las películas de Cantinflas, como El gendarme desconocido o Ni sangre ni arena, y algunas otras que empezaron a cimentar popularidad.

La tercera fue la aparición de Jorge Negrete, sobre todo en las que se personificaba al charro mexicano. Finalmente, la cuarta presencia más importante fueron los dramas de María Félix.

Miquel, quien se graduó en historia del arte y es profesor-investigador de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, agregó que lo que le “interesó fundamentalmente en la investigación fue ver cómo se habían establecido los lazos en las cinematografías de los dos países que culminaron con relaciones oficiosas, ya que no había nexos oficiales para hacer películas en coproducción a partir de 1948.

Por eso mi investigación terminó justamente ese año, porque es el de la primera coproducción de una película protagonizada por Jorge Negrete y Carmen Sevilla.

El estudio arrojó unas 180 películas mexicanas en España de 1933 a 1949. A partir de 1950 ya hubo muchas coproducciones, pero de ahí hacia atrás, lo que hace el libro es trazar los vasos comunicantes entre los españoles y mexicanos que condujeron al establecimiento de relaciones cinematográficas duraderas, porque perduran hasta hoy, incluido el periodo de la Guerra Civil, punto de inflexión importantísimo, pero que no sólo tuvo que ver con el conflicto, que desde luego fue un factor decisivo, sino también con la propia producción de cine sonoro en los dos países, explicó Miquel.

El primer trabajo mexicano de cine sonoro es, en 1931, Santa, y en España se empiezan a hacer producciones de este tipo. Entre 1930 y 1940 hubo un periodo de consolidación de las dos industrias, en las cuales colaboraron actores o directores de España en México o viceversa, pero no coproducciones.

La guerra tuvo como consecuencia fundamental para los dos países que la industria española se quebrara y dividiera; la mexicana se enriquece con la incorporación al cine de muchos exiliados. Eso sí resultó decisivo para lo que vino después: la consolidación en serio de la industria mexicana a partir de los años 40. No sólo había más capital invertido y estrellas; además tenían un potencial de exportación que no existía. Eso allanó el camino al cine mexicano precisamente después de la guerra, destacó Miquel.