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El actor, de quien se cuidaron los villanos y se escondieron los cobardes, hizo unas 400 cintas

Mario Almada, justiciero de cara dura, sencillo y entrañable

Fue una figura fundamental del cine de acción a finales de los años 60 y recientemente en películas como El infierno, aunque también fue llamado por directores como Felipe Cazals, Juan Ibáñez y Arturo Ripstein, señala Juan Antonio de la Riva, quien lo dirigió en Pueblo de madera

Foto
Mario Almada cuando recibió el Ariel de Oro por su trayectoriaFoto Notimex y MediosyMedia
Reportero y corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 6 de octubre de 2016, p. 8

A Mario Almada no le rozó ni una bala. Podía, junto con su hermano Fernando, acabar con 100 malos... Claro, en las decenas de películas que protagonizó.

Mario Almada, fallecido el martes a los 94 años, era el máximo histrión del cine de acción nacional y de las llamadas western enchiladas, porque, además de ser director, productor y guionista, era el rey del videohome.

“Que se cuiden los villanos, ya llegó don Mario Almada. Que se escondan los cobardes, porque no perdona nada. La hizo de Eufemio Zapata y de Mariano Escobedo; también del coronel Terrazas y hasta del Fiscal de Hierro. Mario fue Emilio Varela y también Lino Quintana, jefe de la Banda del Carro Rojo; compadre de Simón Blanco, compinche de El Arracadas, y amigo de guerrilleros como el rojo Elpidio Rojas...

“Cuando la hizo de villano participó en varios filmes memorables: La isla de los hombres solos y El valle de los miserables... Realizó películas de a montón… Gatilleros del Río Bravo, Cabalgando con la muerte, Los demonios del desierto, Debieron ahorcarlos antes, La dinastía de la muerte, El cazador de asesinos, Las ratas de la frontera y la cuenta sigue por decenas y decenas…”

Y de galán: ¿Qué me dicen? Lucha Villa, Rosenda Bernal Carmen del Valle, Isela Vega, Lilia Prado y doña Silvia Pinal...

Lo anterior lo escribió a manera de corrido el cineasta Juan Antonio de la Riva, quien dirigió al actor en Pueblo de madera y El gavilán de la sierra.

Diosa de Plata

Pero Almada, oriundo de Sonora y quien se inició en el cine de modo incidental en la cinta Todo por nada, de Alberto Mariscal (actuación que le valió la Diosa de Plata como actor revelación), también hizo cine serio.

“A él le tocó sostener a la industria mexicana, y es que sus películas fueron muy taquilleras, aunque también fue llamado por directores como Felipe Cazals, para Aquellos años, en la que interpretó al general Mariano Escobedo; por Juan Ibáñez, quien lo dirigió en Divinas palabras, al lado de Silvia Pinal, y Arturo Ripstein, quien lo hizo en La viuda negra, junto a Isela Vega”, en la que representa a un cura con tentaciones sexuales, comentó, por otro lado, De la Riva a Notimex.

“Se volvió una figura fundamental del cine de acción a finales de los años 60 y recientemente en películas como El infierno, de Luis Estrada.

“Mario Almada, con cara dura de poli o malora, era un hombre sencillo y entrañable.

Esta sencillez que transmitía aún en sus películas más violentas le daba un aura de veracidad, credibilidad y verosimilitud ante los espectadores, agregó De la Riva, ex titular de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas y de quien se extrae otro fragmento de su corrido:

Soy espectador de cine y vengo a cantar un corrido para un actor de a de veras, de esos de los que ya no hay...

Ayer, en Cuernavaca, su hijo Mario Almada, destacó que en los años 60 en México hacía falta un actor justiciero como su padre, que sabía montar caballo, usar el rifle, el látigo y con una cara tan dura, obra del Sol cuando era agricultor en la tierra que lo vio nacer.

“Fui agricultor 30 años allá en Huatabampo, Sonora, mi tierra natal. Me fui a la Ciudad de México a trabajar con mi padre a un night club, el mejor que había ahí, llamado Cabaret Señorial. En él se presentaron Nat King Cole, Sammy Davis Jr., los mejores del mundo.

En esos momentos mi hermano Fernando ya estaba en el cine, y el centro nocturno fracasó por culpa del regente Ernesto P. Uruchurtu, que era muy duro; nos hacía cerrar a la una de la madrugada. De las 11 de la noche que se abría, a la una, ¿qué se podía hacer? Tronó el negocio..., contó Mario Almada en el libro Cine mexicano del 70: la década prodigiosa, de Fabián Polanco.

Almada hijo consideró que la actividad de agricultor de su padre lo llevó a convertirse en un actor popular muy querido en el país, pese a que comenzó a los 44 años de edad.

Hizo lo que quiso hasta su muerte

“Afortunadamente, mi papá no estaba enfermo de nada; de hecho, no tomaba ningún medicamento, estaba muy sano, pero los años, ya 94 años, pesaban; el cuerpo se cansa, se debilita y se fue yendo poco a poquito, sin dolor, en su casa, sin estar entubado, además, no visitó el hospital. Hace como 40 años no iba a un nosocomio; se fue muy tranquilo, rodeado de todos sus nietos, hijos... la verdad fue una buena muerte.

Ahora sí que hizo lo que quiso toda su vida; hasta su muerte, así también la quiso. Se fue dormido, tranquilamente. Se fue apagando, se durmió y así quedó, declaró Marcos, el otro hijo de Mario Almada.

El cuerpo del actor fue cremado ayer en Cuernavaca, y, según informaron sus familiares, el próximo sábado realizarán una misa en una iglesia de esta ciudad, aunque no precisaron el lugar ni la hora.

Entre los premios que recibió el actor están el Ariel de Oro, que le entregó la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, la cual le adjudicaba unos 400 filmes.

El grupo Los Tigres del Norte dedicó en su Twitter unas palabras para Almada: Eternamente estarás en nuestros corazones, Mario Almada. Querido amigo e ícono de nuestro cine mexicano...

Mientras Los Rieleros del Norte comentaron al reportero Arturo Cruz: “Del cine de los Almada se hablan muchas cosas: que si era muy malo, de pistoleros, pero como quiera que sea es cine. Allí nunca se les acababan las balas. Como quiera que sea, digo yo, es un cine con algo de diversión. Cierto, hay películas muy malas, pero otras fueron muy buenas, como Todo por nada”.