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Ciudad Perdida

Proyecto de constitución local

Clamor por conocer su contenido

Recuperar la confianza, tarea

E

l reclamo social por conocer todos o una porción de los preceptos que contendrá la constitución política de la Ciudad de México va creciendo día con día. Si bien la participación ciudadana en la elección de la diputación constituyente no parece haber despertado ningún interés, a estas fechas, sobre todo de las organización civiles, se exige conocer el texto que habrá de regir los destinos de los habitantes de esta ciudad.

No obstante, se sabe que aún existen temas que no están resueltos y las discusiones continúan, pero que la mayor parte del texto –eso nos han dicho desde hace cuando menos un mes– ya está lista y se entregará al jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, el próximo miércoles.

Esta constitución, como ya hemos señalado, promete ser una gran reforma social que tendrá que obedecer las líneas que trace el elector desde las urnas, como una de las formas que legitimen el proceso que llevó a la formación de la constituyente, cuyo origen, como ya se sabe, se desvirtuó con la inclusión de diputados designados que no tienen por qué estar ligados a los intereses del ciudadano, porque responden al nombramiento que se decidió desde poderes ajenos a la elección.

Ayer al mediodía se dieron a conocer algunos de los avances que se han dado en torno a la construcción de ese documento fundamental, y, además de los reclamos que se hicieron al jefe de Gobierno, se empezó a vislumbrar la posibilidad de buscar las formas que permitan devolver al voto el valor que debería tener dentro de un gobierno, para evitar los fraudes ideológicos que suelen suceder.

Hoy por hoy el voto se ha convertido, en millones de casos, en una mercancía que se vende y se compra, y por ello no representa absolutamente nada para el que gobierna. El respeto al sufragio se ha perdido porque además tampoco significa mucho para el elector, dado que los políticos electos, al tomar posesión de los cargos a los que los impulsó el voto, hacen y deshacen sin tener en cuenta cuál fue el mandato de las urnas.

Así, los gobiernos de derecha atraen –en una falsa idea de pluralidad– a quienes militan en expresiones políticas totalmente diferentes, y los de izquierda ofrecen y dan espacios políticos de importancia a quienes se ubican en el extremo contrario, con lo que unos y otros defraudan la voluntad de las urnas y traicionan el mandato que exige el voto.

Recuperar la confianza del elector para que su decisión en las urnas vuelva a tener sentido es uno de los trabajos que tendrá que emprender la constituyente de la Ciudad de México como obligación para restaurar parte de la naturaleza de esta función de la democracia.

La tarea será ardua, porque los intereses que buscan mirar el quehacer de la política como otro producto de mercado han logrado incrustarse en la conciencia general y no permiten ver a esa función –la política– como la forma de lograr mejores entendimientos entre la gente.

De pasadita

Alguien debe poner un alto a las tropelías del ahora diputado Mauricio Toledo y de su adlátere, el delegado de Coyoacán, Valentín Maldonado. Son muchas las barbaridades que este par han cometido con total impunidad, pero se han pasado y sus acciones ya no convienen al jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, al PRD ni a nadie. Cada uno de los problemas que generan se convierte en nuevos ataques en contra del gobierno central, pero ahí siguen y tal vez, cuando quieran reaccionar, el tiempo ya no permita rectificaciones. ¡Aguas!