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Rio 2016

Los dos refugiados congoleños compitieron ayer en judo

Encerraban en jaulas a Bukasa y Misenga si perdían combates

Perdieron sus duelos, pero la derrota tuvo sabor dulce al competir en JO

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Popole Misenga y Yolande Bukasa, dos refugiados nacidos en el Congo mostraron en los juegos de Río que conservan un espíritu indoblegableFoto Xinhua
 
Periódico La Jornada
Jueves 11 de agosto de 2016, p. 4

Río de Janeiro.

Incluso la derrota tuvo un sabor dulce para Yolande Bukasa y Popole Misenga.

Los dos refugiados nacidos en el Congo combatieron el pasado miércoles en judo y mostraron que pese a perder su país y a sus familias, conservan un espíritu indoblegable.

Bukasa quedó eliminada en la primera ronda, al perder ante la israelí Linda Bolder, undécima clasificada. Aunque la congoleña trató de asir firmemente el uniforme de Bolder, su rival tomó rápidamente el control del duelo y la arrojó al piso, donde la sometió durante 20 segundos para anotarse un ippon, que le dio la victoria de manera automática.

Después del combate, que duró menos de dos minutos, Bukasa dijo que estaba contenta simplemente por llegar a esta justa.

Estoy feliz, pese a que perdí, porque tuve la oportunidad de combatir en los juegos. Creo que algún día habrá una placa conmemorativa sobre mi participación en Río 2016, expresó.

Misenga, de 24 años, tuvo un desempeño apenas mejor que el de Bukasa. Ganó su primer enfrentamiento, ante el indio Avtar Singh, pero en el segundo se midió al mejor judoca de la categoría, el sudcoreano Donghan Gwak, campeón mundial.

Mientras la multitud coreaba su nombre, Misenga luchó con empeño durante unos cuatro minutos, hasta que Gwak logró un ippon.

Sonriente, Misenga consideró un honor enfrentar a un monarca del orbe. Se dijo orgulloso de haber durado tanto, particularmente ante el hecho de que algunos de los combates más desiguales en la semana concluyeron en cuestión de segundos.

Él no ha visto a su familia en 15 años, luego de separarse de ella a los nueve durante la guerra en el Congo. Vagó durante ocho días por bosques antes de ser rescatado. En Kinshasa, la capital, aprendió judo en un centro para niños desplazados.

Comenzó a competir, pero sufría maltrato tras cada derrota: Su entrenador lo encerraba en una jaula por varios días, sin comida ni agua. Bukasa recibía los mismos castigos de su técnico cuando tenía malas actuaciones.

Hace tres años, cuando ambos asistieron a Río de Janeiro para el campeonato mundial, desertaron del hotel del equipo y buscaron asilo en Brasil. Recibieron el estatus de refugiados.

Sin embargo, existe otra versión: que fueron abandonados en esta ciudad por su preparador, sin dinero ni documentos. Deambularon por las calles y sobrevivieron con empleos ocasionales, hasta que retornaron a sus entrenamientos.

Desde entonces practican en una renombrada escuela de judo, dirigida por el brasileño Flavio Canto, medallista olímpico de bronce. Él es entrenador de Rafaela Silva, quien el pasado lunes logró el primer oro para Brasil en los juegos.

Los 10 miembros del primer representativo olímpico de refugiados han tenido mucho apoyo del público en Río desde que fueron recibidos con un estruendoso aplauso en la ceremonia de apertura, cuando desfilaron bajo la bandera olímpica.

Lo que hoy hizo Popole fue nada menos que heroico, dijo su entrenador, el brasileño Geraldo Bernardes, quien participó en cuatro Juegos Olímpicos: Todo mundo tiene miedo del coreano.