Opinión
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Penultimátum

Dopaje: escándalo

N

o es ningún secreto que muchos países invierten más en la formación de sus atletas que en cultura, apoyar el teatro, la danza, la música o a escritores y pintores. Que ciclistas, basquetbolistas, futbolistas o nadadores cuentan con el patrocinio de empresas trasnacionales.

Lo mismo sucede en las grandes citas del deporte, como el futbol. Sus máximos dirigentes a escala internacional están acusados de corruptos y algunos en prisión. Las irregularidades florecen también en los Juegos Olímpicos, otrora símbolo de fraternidad entre las naciones.

Los que en medio de protestas comienzan hoy en Río de Janeiro se empañan por el dopaje. Especialmente al que, con el cobijo de los altos dirigentes del deporte de Rusia, recurrieron destacadas figuras del atletismo y otras competencias con la finalidad de obtener medallas.

El sistema utilizado los últimos años para ocultar una práctica prohibida a nivel mundial sirve muy bien para realizar una exitosa serie de televisión. El eje de la trama sería el demoledor informe que la Agencia Mundial Antidopaje encargó a Richard McLaren, experto en el tema. En él se demuestra cómo el Ministerio de Deportes ruso, con la ayuda de la agencia que remplazó a la temida KGB, estableció un sistema por medio del cual cambiaba las muestras de atletas que daban positivo por otras de un banco de orina limpio. Lo utilizaron en gran escala durante los Juegos de Invierno de 2014 celebrados en la ciudad de Sochi. Decenas de figuras del atletismo y otras disciplinas olímpicas que le han dado medallas a Rusia no estarán por ese motivo en Río de Janeiro.

La condena y sanción por esa estafa deportiva no es, como algunos importantes funcionarios rusos intentaron hacer creer, una estrategia para desprestigiar al presidente Putin. Al respecto, el informe elaborado por Richard McLaren da total credibilidad a la denuncia hecha el pasado abril por el que fue director del laboratorio antidopaje en Sochi, Grigory Rodchenkov, quien abandonó su país al ver que otros dos máximos responsables del encuentro invernal murieron en extrañas circunstancias. Precisamente semanas después de que comenzara el escándalo del dopaje.

Bien sancionar a los deportistas que obtienen medallas haciendo trampa y a los países que los encubren. Pero es hora tambien de investigar, y en su caso sancionar, a quienes se benefician económica y políticamente con el olimpismo. Comenzando por el dinero que invierten los gobiernos que desean obtener una sede y concluyendo con las utilidades que por transmitir en exclusiva los juegos logran las grandes cadenas de televisión. Un dato sobre esto último: al no poder hacerlo con los de Río de Janeiro, Televisa y Tv Azteca perderán cerca de mil millones de pesos en publicidad.