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69 Festival de Cannes
Gana la corrección política, pierde el cine
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La actriz francesa Isabelle Huppert y el realizador holandés Paul Verhoeven, a su arribo a la proyección de la película ElleFoto Afp

Cannes.

N

o recuerdo un palmarés tan desacertado en los años recientes del festival de Cannes. El jurado suele contradecir la opinión de la crítica, pero lo sucedido en esta ocasión fue ridículo. Los únicos premios justos fueron los obtenidos por la película iraní Forushande: mejor guion para el también realizador Asghar Farhadi, y mejor actuación masculina para Shahab Hosseini. Lo que le hicieron al autor de Bacalaureat, el rumano Cristian Mungiu, fue el colmo. Hacerlo compartir el premio a mejor director con el francés Olivier Assayas, por su fantasmal Personal Shopper, la primera película abucheada en este festival, sólo puede calificarse de grosería.

¿Quieren más ninguneos escandalosos? Actrices sobresalientes en la competencia –Isabelle Huppert, por delante– fueron ignoradas por el jurado, a favor de la filipina Jaclyn Jose por su papel en la cochambrosa Ma’ Rosa, de Brillante Mendoza. Todavía falta lo peor: el Grand Prix fue otorgado a Juste la fin du monde, el histérico sicodrama del niñato canadiense Xavier Dolan.

A estas alturas era previsible que no iban a ganar nada las meritorias películas de Maren Ade, Jim Jarmusch, Park Chan-Wook, Cristi Puiu, y Paul Verhoeven. La Palma de Oro fue para I, Daniel Blake, de Ken Loach, con lo cual el cuasi octogenario realizador británico ha entrado al exclusivo club de los ganadores de la Palma de Oro por partida doble. (Su anterior triunfo fue en 2006 por The Wind that Shakes the Barley, que hoy nadie recuerda). El premio de consolación, o sea el Premio del Jurado, fue para American Honey, de la británica Andrea Arnold.

La Cámara de Oro, el premio al mejor debut, fue para la francesa Divines, de Houda Benyamina. La realizadora acaparó el micrófono por más de 10 minutos, agradeció a medio mundo, lanzó arengas feministas, pronunció el grito de triunfo de la mujer árabe y estableció una tendencia que muchos iban a imitar durante la gala. Dolan tampoco quería abandonar el escenario, con un discurso puntuado por sollozos. Mientras que Loach –muy sobrio, eso sí– subrayó la importancia del cine comprometido con el pueblo. Que le haya entregado el premio el derechista de Mel Gibson fue una de las mayores ironías de la noche.

El único premio para el cine de habla hispana fue la Palma de Oro para el cortometraje español Timecode, de Juanjo Jiménez.

Lo más emotivo del Palmarés fue el homenaje al actor Jean-Pierre Léaud, a quien se le dio una Palma de Oro Honorífica. Bastante traqueteado a sus 72 años, el otrora actor juvenil, identificado con la Nueva Ola francesa, recibió una ovación de pie tras la exhibición de un montaje de sus papeles más representativos.

Twitter: @walyder