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Soriano en el MAM
E

l recordatorio a 10 años de distancia del fallecimiento de Juan Soriano reunió en el Museo de Arte Moderno (MAM) se diría que a lo más granado del campo artístico mexicano, empezando por el hecho de que el acto de inauguración fue presidido por el titular de la Secretaría de Cultura federal, Rafael Tovar y de Teresa, quien pronunció un muy adecuado discurso situacional, posterior al speach emitido por Graco Ramírez, gobernador de Morelos, estado donde al parecer se inaugurará el museo Soriano que corresponde la fundación Juan Soriano y Marek Keller, propiciada por este último, quien junto con Elena Poniatowska sostuvo un intercambio de recuerdos en la sala Gamboa, antes de la inauguración de la muestra, integrada por obras que Keller ha ido recuperando, que junto con las que dejó Juan y con las esculturas que tuvieron su primer origen en las cerámicas, formarán parte del acervo de esta entidad cultural en honor de Soriano, quien cuenta ya con un parque de esculturas en Polonia, al que han asistido notables personajes de México invitados por Marek Keller, entre otros Manuel Felguérez, quien junto con Mercedes Oteyza asimismo engalanó la inauguración, con la directora del Instituto de Bellas Artes, María Cristina García Cepeda, y con la del MAM, Sylvia Navarrete.

A ellas se deben en muchos casos las invitaciones personales a este magno acto. Haber discurrido que una persona tan icónica y tan indudablemente admirada y bienquerida por un público masivo, como la escritora Elena Poniatowska, fue lo que atrajo a tantísimas personas del medio cultural, por ejemplo a Jorge Alberto Manrique, Horacio Flores Sánchez y Cristina Faesler, cuyo atuendo, arreglo y anteojos suscitaron amplia admiración por mi parte igual que el collar de coral negro que portaba la simpática y vivaz Bertha Zea, actual directora del Museo de San Ildefonso. Lupe Artigas de Ramos Cárdenas, directora de la Sociedad de Amigos el MAM, estuvo presente con su equipo de colaboradores.

Como quizás todo mundo sabe, Poniatowska es autora de un libro que considero encantador, Juan Soriano: niño de mil años. Muy inteligentemente, ella recurrió a un recuerdo anterior de su autoría para su alocución que en prosa poética ideó hace años con giros biográficos y formó parte incluso de una exposición de Juan. El primer capítulo de ese libro se titula Trece vidas al margen del tiempo y cubre la etapa de la vida del artista en Guadalajara.

Desde 1953 hasta 1998 Elena entrevistó a Juan, pero gran parte de esas entrevistas las reformuló en el libro de modo que arman un continuo narrado al que siguen testimonios que obedecen a transcripciones de entrevistas publicadas a veces en revistas, otras en periódicos. A todo eso acompaña una serie de ilustraciones que son dibujos de ocasión a línea que Juan le dedicaba, además de un elenco nada desdeñable de fotografías.

Elena entrevistó a Juan (fueron cercanísimos amigos) no sólo aquí, sino en París o Roma y recuerda (como también por cierto recuerdo yo) la veneración y deferencia que él sentía por María Zambrano. Elena logró visitarlo en el hospital de Nutrición durante los últimos días de aquella fase que lo apartó del mundo de los vivos. Y yo recordé el velorio que, comenté a Beatriz Vidal, es el más hermoso al que he asistido (junto al de Eduardo Mata).

Otro aspecto de lo más encomiable en ese libro es que recoge tal cual los decires de Juan, sin ocultar numerosas contradicciones y sin menoscabar en lo mínimo ni matizar su sentido del humor, un humor a veces involuntario, otras un poco ácido y en ocasiones hasta negro. La edición que poseo es de Plaza y Janés, 1998. Sin embargo, no sé si existe otra posterior.

Aunque eché un vistazo a la exposición, que de primera mano me pareció, igual que el acto, como una reunión de amigos, me es imposible comentar algo sobre la misma, el gusto y la emergencia de saludar a decenas de personas (incluidos algunos alumnos) durante un breve recorrido no permite hacerlo.

No sorprende que la conjunción Poniatowska-Soriano haya congregado tantas personas en el MAM el sábado pasado, por la mañana, pese a las nuevas disposiciones sobre circulación vehicular (más bien prohibición de la misma). Marek Keller dijo sentirse feliz de que Cristina Faesler esté encargada de coordinar la investigación del archivo de obra gráfica, labor a todas luces valiosa y positiva. Destacó a Juan siempre presente.

Un museo más. Ya veremos si su creación y función son bienvenidos por los habitantes de Morelos. De momento digamos que la fiesta es la fiesta, pero no es una como las de los tiempos del cabaret Leda. Vivimos tiempos muy otros en todos los ámbitos, el artístico y el universitario por supuesto incluidos.