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La recaptura

La recaptura, cuestión de honor para los elementos de la Marina

Casi seis meses a salto de mata en el Triángulo Dorado
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La Marina buscaba ayer al Chapo incluso en las alcantarillas de Los MochisFoto Ap
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Joaquín Guzmán Loera al ser presentado en el hangar de la PGR, tras ser reaprehendido ayer en Los MochisFoto Alfredo Domínguez
 
Periódico La Jornada
Sábado 9 de enero de 2016, p. 7

Por casi seis meses Joaquín El Chapo Guzmán Loera estuvo a salto de mata, escondiéndose en ranchos y municipios de los estados de Sinaloa y Durango, en la llamada zona del Triángulo Dorado, hasta que ayer fue recapturado durante un operativo conjunto entre la Secrtetaría de Marina Armada de México (Semar) y la Policía Federal.

El líder del cártel de Sinaloa se fugó por segunda ocasión de un penal de máxima seguridad el 11 de julio de 2015. (La primera ocurrió el 18 de enero de 2001.)

Esa noche, el líder del cártel de Sinaloa escapó con la complicidad de decenas de funcionarios federales.

Se supone que nadie detectó su fuga y el capo huyó por un túnel de mil 500 metros, entre la zona de regadera dentro de la celda hasta una casa en construcción que se localiza en el poblado contiguo al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 1, Altiplano.

Ante la evasión, las autoridades federales detuvieron inicialmente a 18 custodios que estaban de servicio en el centro penitenciario y los trasladaron a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (Seido) para ser investigados.

A la fecha suman 34 personas detenidas y sujetas a proceso penal por la evasión, entre ellas el director del Cefereso número 1, Valentín Cárdenas Lerma, y la coordinadora nacional de prisiones federales, Celina Oceguera.

Ruidos en la celda

El 11 de julio de 2015, cerca de las 9 de la noche, Guzmán Loera concretó una fuga que, según las autoridades federales, no ocurriría.

El capo supuestamente estaba por irse a la cama cuando en su celda comenzaron a escucharse ruidos. Uno de sus cuñados lo llamó a la zona de la regadera. Se puso los zapatos y descendió por un boquete de 50 por 50 centímetros hasta un ducto vertical de 10 metros de longitud donde había una escalera que conducía al túnel de 1.70 metros de altura y entre 70 y 80 centímetros de ancho, con una longitud de más de mil 500 metros.

El entonces comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido, señaló que Guzmán Loera, quien estaba ubicado en el área de tratamientos especiales, pasillo número 2, en la estancia 20, había permanecido tranquilo e incluso había tomado su dosis diaria de medicamento. Tras notar su ausencia mediante el sistema de videovigilancia del penal, se activó la alerta por la evasión, por lo que el personal del centro hizo una revisión en la celda y ella encontró una boca de túnel.

El narcotraficante recorrió rápidamente el subterráneo de más de kilómetro y medio de extensión, ya que que la cavidad cuenta –aún existe tal y como estaba el 11 de julio pasado– con tubo de PVC, “para ventilación y alumbrado; así como una motocicleta adaptada sobre rieles como mecanismo de tracción mediante el cual fue extraída la tierra producto de la excavación y transportadas las herramientas y maquinaria utilizadas para la perforación.

A lo largo del túnel se encontraron instrumentos de construcción, tanques de oxígeno, combustible, madera de cimbra y PVC entre otros objetos.

El túnel desembocó en un inmueble en obra negra, ubicado al suroeste del centro federal, en la colonia Santa Juanita. Allí se encontró mobiliario, enseres y otros objetos que indican presencia de trabajadores y veladores.

Cuando Guzmán escapaba por el pasadizo, se registró otra emergencia en el Cefereso 1: el líder de Los caballeros templarios, Servando Gómez Martínez, La Tuta, se desmayó en su celda y atrajo la atención de una parte de los custodios de la prisión.

La alerta para buscar en el Cefereso a Guzmán Loera tardó más de 40 minutos en activarse y el aviso de la evasión al Ejército y la Marina se concretó casi tres horas después y 20 minutos antes de que la CNS emitiera un comunicado de prensa dando a conocer la fuga.

Guzmán Loera cruzó el túnel, llegó a la casa en construcción desde donde se hizo la excavación; se bañó, se cambió de ropa y huyó en un vehículo sin llamar la atención. Llegó a San Juan del Río, Querétaro, y posteriormente abordó una avioneta que lo trasladó a Culiacán, Sinaloa, y posteriormente al Triángulo Dorado.

Esta ya era la segunda ocasión que Guzmán Loera huía de un penal de máxima seguridad. La primera vez fue en enero de 2001, cuando escapó supuestamente dentro de un carrito de lavandería. Un custodio lo sacó de su celda, cruzó todo el Cefereso 2, Puente Grande, Jalisco, donde permaneció casi seis años, tiempo en que, según las investigaciones, junto con sus compañeros de cártel corrompió a todas las autoridades.

Tras esa evasión trascendió que Guzmán y otros narcotraficantes, como Héctor Luis El Güero Salazar, en la cárcel organizaban fiestas, introducían prostitutas y grupos musicales y hasta tenían sus propios cocineros.

Esta fuga, según las investigaciones de la PGR, se fraguó a partir de una historia de prisioneros: que un maestro joyero había acumulado oro dentro de la cárcel y que la encomienda era sacar el material del Cefereso. Supuestamente bajo esa argucia, Guzmán Loera salió escondido en el carro de lavandería, tapado con un colchón.

La primera vez que El Chapo fue detenido ocurrió en la ciudad de Guatemala en 1993, adonde escapó luego del asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo; luego se le trasladó a México y fue ingresado al Cefereso 1; de allí se le transfirió al Cefereso 2, de donde escapó; 13 años duró esa evasión, tras un operativo de la Secretaría de Marina en el cual logró huir inicialmente a través del drenaje público: fue detenido en Mazatlán en febrero de 2014.

Meses atrás, efectivos navales casi lo detienen en un rancho en la zona del Triángulo Dorado. El 6 de octubre de 2014 logró escapar y su recaptura constituyó más que una orden presidencial, una cuestión de honor para los marinos, pues ellos lo habían capturado la vez anterior. Y los efectivos de la Armada confiaban en lograrlo.

Ayer, luego de un enfrentamiento con efectivos de la Marina que dejó cinco ayudantes de El Chapo muertos, él había logrado burlar una vez más el cerco de la Semar; sin embargo, se topó también con policías federales y de manera conjunta lo reaprehendieron.

Luego de la detención de El Chapo, en cuentas de Twitter que presuntamente pertenecen a Alfredo e Iván Guzmán –hijos del capo sinaloense– se publicó que puede ocurrir una tercera evasión de su progenitor y que quienes lo reaprehendieron no supieron ni lo que hicieron ni en lo que se metieron.

(Con información de Jesús Aranda)