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Infancia y Sociedad

Utopías 2016

S

eguiré soñando en voz alta porque las utopías son armas de defensa, resistencia y combate. Son las armas al alcance de todos y derraman luz y no sangre. Eduardo Galeano decía que sirven para caminar. Montaigne definió: Las utopías son como las estrellas: nunca se alcanzan pero nos guían.

Porque si olvidamos cómo las cosas deberían ser, condenamos los sueños al olvido y nos vamos acostumbrando al horror, como si no hubiera otra realidad posible, como si fuera natural que los políticos carezcan de ética y de amor por el país y el pueblo que gobiernan. Como si fuera natural que tantos muertos anden en busca de su nombre y una tumba; como si fueran normales tanta sangre e impunidad y que los niños tengan hambre y no estén en la escuela... como si fueran naturales las violaciones y asesinatos de mujeres y que además nadie vaya a la cárcel por eso. No, no es natural lo que pasa en este desolado México

Bertolt Brecht nos hizo esta recomendación: No acepten lo habitual como cosa natural, pues en tiempos de desorden sangriento, de confusión organizada, de arbitrariedad consciente, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer imposible de cambiar. Cuando nací me regalaron el Sol, la Luna y las estrellas. Mi padre me enseñó a no perder de vista a los primeros. Mi madre –no sé ni cómo–, a tocar las estrellas. La utopía es también vocación y trinchera. Todos tenemos derecho a soñar y a exigir que la realidad se parezca a nuestros sueños.

En el personaje de Tomás Moro, el actor y director teatral David Psalmon lo expresó así: “La utopía es un acto de amor que se construye paso a paso. En la clemencia y en la adversidad. No se renuncia a ella, sino que se lucha por ella. Se defiende como a la perla más sagrada del Oriente… No voy a rendirme. Voy a equivocarme de nuevo. Voy a fracasar de nuevo, pero lo voy a intentar otra vez. Una y otra vez.”

Tampoco es natural la violencia contra los maestros y la educación. El filósofo español Emilio Lledó dice: La educación es una herramienta esencial. Hay que impulsar una nueva educación. A los jóvenes hay que ilusionarlos, ayudarles a tener ideas que les hagan aproximarse a la ciencia, al derecho y la historia de la filosofía... a lo que sea, pero no prometerles desde universidades privadas que si estudian allí al terminar encontrarán trabajo... El fomento más profundo de la violencia es la ignorancia. Con alas de utopía cada generación de niños ofrece la posibilidad de reconstruir al mundo de su ruina. ¡Feliz año nuevo!