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Nuevo mentís a la supuesta muerte del disco compacto
 
Periódico La Jornada
Sábado 26 de diciembre de 2015, p. a12

He aquí una nueva victoria de la música en el formato disco compacto.

El álbum de tres discos titulado con letras doradas sobre fondo negro, Aída (Warner Classics), es un triunfo espectacular.

Sus méritos: aporta nuevos elementos de interpretación musical a una ópera de sobra conocida; reúne el reparto jamás soñado para tan difíciles papeles; todo el equipo involucrado presta particular atención a los detalles técnicos que plantea Verdi en esta partitura donde, a decir de Antonio Pappano, el director musical de este gran proyecto, el autor, Giuseppe Verdi descubre nueva música.

Esta grabación está llena de descubrimientos para el experto y de momentos de gran intensidad musical para el público en general.

El dream team lo encabeza la nueva gran figura de la batuta preferida por melómanos exigentes: el británico de ascendecia italiana Antonio Pappano.

El reparto lo encabeza la gran soprano alemana de ascendencia griega Anja Harteros, experta en Verdi pero novata en Aída. Su debut es una maravilla de canto e interpretación, dramaturgia de sonido.

Hace pareja Harteros con la gran figura masculina de la ópera hoy día: el tenor alemán Jonas Kaufmann, también experto en Verdi pero primerizo en Aída. Su debut es impactante, un hito. Un Radamés espléndido.

Dada la naturaleza tan peculiar de esta ópera porque pendula entre los momentos de mayor intimidad, cual ópera de cámara y secuencias mastodónticas donde ejércitos y cortes cantan a todo galope, el perfil canoro de Kaufmann es el ideal. Baste recordar que es un recitalista de lied realmente sublime; para muestra está el hermoso disco de lieder con la obra máxima del género: el Viaje de invierno, de Franz Schubert y cuya reseña está en este link: http://goo.gl/Hb2gnf

La mezzosoprano rusa Ekaterina Semenchuk encarna a Amneris, mientras el barítono francés Ludovic Tézier es Amonasro; el bajo-barítono uruguayo Erwin Schrott es Ramfis; el bajo italiano experto en Verdi Marco Spotti es El Rey de Egipto; el tenor italiano Paolo Fanale, un héroe de las redes sociales por un video donde ensaya con la Orquesta de París el Stabat Mater de Rossini enfundado en una camiseta entallada que deja ver sus músculos y tatuajes, interpreta aquí a un simple mensajero, determinante en el desarrollo de las acciones de esta ópera.

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Ekaterina Semenchuk
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Ludovic Tézier
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Sir Antonio Pappano
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Anja Harteros
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Marco Spotti
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Jonas Kaufmann
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Eleonora Buratto
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Erwin Schrott
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Paolo Fanale

Otra joven italiana, la soprano Eleonora Buratto, alumna de Mirella Freni y del gran gordo genial Pavarotti, da cuerpo y voz a la Sacerdotessa, para completar el trabuco.

Los participantes en esta ópera suman legiones, entre sacerdotes del antiguo Egipto, sacerdotisas, ministros, capitanes, soldados, oficiales, esclavos y prisioneros etíopes.

Hay que recordar que las acciones de esta obra transcurren en el Egipto de la era de los faraones.

Durante dos horas y media, el escucha se sumerge en un mundo de fascinación e intensidad humana. La historia de la princesa etíope Aída (princhipetsa, je) y el guerrero egipcio Radamés en un amor imposible celado por Amneris, se enmarca en gestas espectaculares donde los coros se multiplican y la Orquesta y el Coro de la Academia Nacional de Santa Cecilia se refuerzan con la Banda de Policía italiana. Todo es furor.

El contraste entre la espectacularidad de las escenas de multitudes y la intimidad amorosa ofrece un panorama pleno de exquisitez musical. Uno queda atrapado en la fascinación; en cuanto termina el cedé uno ponemos enseguida el dos e inmediatamente el tercero; 160 minutos de puritita dinamita hecha música. Volcanes exquisitos.

Otro detalle a destacar es que se trata de una grabación de estudio, con todo el beneficio que eso implica para el escucha de discos compactos, debido a la colocación y calidad de los micrófonos, el proceso técnico de depuración de sonido, las largas sesiones de ensayo y la concentración de todo el gran equipo puesta al servicio de quien escuche este disco compacto.

Esa es la manera en que se grababan las óperas para disco hace 30 o 40 años.

Hay que decir que el aria final que entonan Harteros y Kaufmann es sencillamente sublime.

Lo dicho: he aquí un nuevo triunfo del formato disco compacto para la gran música.

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