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Es trabajo de cuatro personas; el gobierno podría hacer más con sus instituciones, dice

La Caravana de madres ha ubicado a 250 migrantes desaparecidos, sostiene activista

A la inseguridad a que se enfrentan se agrega ahora la persecución policiaca, señala

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Los rencuentros dan esperanza a las madres, porque saben que se está haciendo un trabajo, afirma Rubén Figueroa, activista del Movimiento Migrante MesoamericanoFoto Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 13 de diciembre de 2015, p. 11

Villahermosa, Tab.

Perdóname madre por haberte olvidado. Fue un error que cometí, yo tuve la culpa, dice Jorge Joel Elvir Gómez vía telefónica. Ella contesta: creí que ya no existías. Dieciséis años sin saber de ti, demasiado tiempo pensando que tal vez estabas muerto.

El llanto no les permite hablar más. Él vive en esta ciudad; ella en Talanga, Honduras, desde donde Jorge Joel salió hace 16 años en busca del sueño americano, muy pronto convertido en la pesadilla mexicana.

En Playas de Catazajá, Chiapas, sus amigos lo abandonaron, le robaron su dinero y sólo le dejaron 10 pesos. Caminó 15 kilómetros y terminó con los pies destrozados. Vagó durante días hasta que consiguió ocupación y la buena voluntad de una señora que le ofreció hospedaje y trabajo y que después se convirtió en su único apoyo para salir adelante.

Sin saber escribir, fue aprendiendo el trabajo del campo sembrando maíz, sandía, chile y tomate. Luego fue chofer, tractorista y mecánico. Así lo encontró hace un par de meses Rubén Figueroa, cuando fue a darle la noticia que su madre, Paulina Elvir Gómez, lo andaba buscando.

Lo encontré trabajando, reparando el tractor con el que trabaja la tierra. Fue una gran satisfacción encontrarlo así. Podrán decir que es un desobligado porque no llamó a la familia, pero nosotros entendemos profundamente sus razones. Era menor de edad cuando tuvo que salir de su país y seguramente sufrió mucho.

Como este caso, la Caravana de madres centromericanas buscando a sus hijos desaparecidos ha logrado más de 250 rencuentros: es gracias a un trabajo previo de búsqueda con el programa Puentes de Esperanza, que consiste en ir a Centroamérica a documentar casos. Los rencuentros dan esperanza a las madres, porque de esa manera saben que se está haciendo un trabajo, dice Figueroa, activista del Movimiento Migrante Mesoamericano comprometido con los derechos humanos.

Estos rencuentros significan esperanza porque hay madres que tienen 10 o 15 años sin saber nada de sus hijos. Lo más impresionante es que esas madres no le habían contado a nadie, no tenían adónde ir y es en esta caravana la única forma que tienen de buscarlos o de hablar por primera vez del tema. Se trata de reunificar a las familias. El gobierno dice que no busca a los migrantes porque no hay denuncias, por tanto, no los busca. Nosotros decimos que no los buscan porque es política de Estado.

Puentes de esperanza

El escenario del encuentro es la parroquia del albergue La 72. Sonia Iris Mejía Elvir está nerviosa. Desde que tenía nueve años no ha vuelto a ver a su hermano Jorge Joel, pero no ha dejado de pensar en él ni un momento de su vida y de soñar con volver a verlo.

Ambos se funden en un abrazo. Lloran y se besan. Yo pensé que estaba muerto, pero gracias a Dios está con vida, cerquita a mí. Es un milagro, es un sueño hecho realidad. Cada día pensaba en él, cada noche, cada mañana, cada fecha importante, cada Navidad, en su cumpleaños.

A sus 25 años decidió embarcarse en la caravana porque la enfermedad no se lo permitió a su madre: Mi mami ha sufrido mucho por él. Hubo momentos que nos sentíamos celosos, pensábamos que sólo había amor para el hijo desaparecido, todo era para él, en este tiempo no había alegría para ella. Ahora le llevo esta buena noticia. Nunca más dejaremos de vernos, en nombre de Dios. Esperamos que vaya pronto a casa a darle un abrazo a mami. No es igual que te lo cuenten a sentirlo, yo ya lo experimenté, sentí su pálpito junto a mí, su calor, su abrazo.

Jorge Joel está casado con una mexicana y tiene tres hijos. Habla por teléfono nuevamente con su madre y le explica: me estoy portando bien, no me meto en problemas, ni fumo cigarro. Sufrí muchísimo, padecí muchos maltratos. Pero ahora siempre voy a estar hablando con usted.Trataré de hablarle más seguido y de sacar el pasaporte para irla a ver.

Emocionado, dice en entrevista: yo la había olvidado. Tuve un descuido. Le hice caso a los amigos, me emborrachaba y olvidé a mi madre. Después de un año de haber llegado a México quise comunicarme con ella y los teléfonos ya habían cambiado.

Está convencido que el amor de su madre y sus oraciones lo salvaron de la muerte: “Hace un año y medio que me balacearon por error. Era 10 de mayo y fuimos con mi suegra y escuché bulla, salí y vi una camioneta tipo narcotraficante; vi que mi concuño estaba discutiendo con otro que le pegaba con un palo. Me metí a defenderlo y me disparó. Sentí el balazo de una 9 milímetros, avancé y me fui de boca. Cuando caí pensé: ‘mis hijos, Dios mío’, luego se me acabó la mente”.

La bala le atravesó el pulmón: “el balazo pasó cerquita del corazón. Me prepararon para morirme. Los médicos dicen que fue un milagro de Dios, pero yo sé que el milagro fue gracias al pensamiento de mi madre. El deseo que tenía de verme, eso me salvó.

La búsqueda

Para Rubén Figueroa no hay imposibles. Está dedicado en cuerpo y alma a la búsqueda de migrantes desaparecidos. Ha dedicado su vida a hacer posibles estos rencuentros.

Buscando migrantes desaparecidos, a veces encontramos algunos que no se han podido comunicar. Entonces hacemos al revés el trabajo, es decir, buscar a sus familiares, derivado de que estamos en trabajo de campo. Tenemos casos de localizados en ruta. Dentro de estas caravanas se encuentran a migrantes en ruta. Es de las cosas más emotivas.

En esta caravana están previstos una docena de rencuentros: “El año pasado, una de las madres encontró a su hijo en la cárcel. Recuerdo que estaba a punto de salir de una cárcel en el Distrito Federal y alguien le dijo que su hijo estaba en otra cárcel. Acudimos y lo encontró. Sin trabajo previo. Otros casos se logran gracias a los periodistas que difunden los casos y alguien ve en el periódico o en la televisión y nos habla.

Añade: los encuentros demuestran que somos nosotros quienes los estamos buscando. Hemos localizado más de 250. Son pocos comparado con el número de migrantes desaparecidos, que es monstruoso, pero es mucho comparado con lo que el gobierno hace, que es nada.

Comenta que si en estos años la caravana ha podido encontrar 250 migrantes, con el trabajo de tres o cuatro personas, el gobierno podría solucionar el problema con sus instituciones y sus cientos de funcionarios.

Ni 10 por ciento de los casos de migrantes desaparecidos están documentados. No existen mecanismos regionales de denuncia porque es política de Estado no contabilizar ni saber de los desa-parecidos. ¿Cuántos migrantes hay desaparecidos? Dicen 70 mil, pero es una cifra muy generalizada derivada de números por secuestro y por aproximación de organizaciones, pero en la realidad no hay números exactos. En la migración no existe ninguna cifra exacta en nada. El tema no es cuantitivo.

Figueroa ha afrontado el trabajo extenuante de recorrer Centroamérica y luego adentrarse en los estados mexicanos controlados por el crimen organizado y cuya finalidad ahora es el secuestro de migrantes.

Decían que exagerábamos cuando denunciábamos los secuestros masivos; cuando pasa lo de San Fernando nos dijeron que teníamos razón. Esa masacre de 72 migrantes. Ahora me preguntan: ¿conoces alguna masacre de migrantes? Sí, las que están en curso.

Explica que han exigido al gobierno mexicano un mecanismo de denuncia regional: no hay forma de que los familiares denuncien desde su país la desaparición de un hijo, porque las autoridades centromericanas dicen que desaparecieron en México, y ellas tampoco pueden venir porque no tienen documentos y tendrían que hacerlo de forma indocumentada. Prevalece la inseguridad contra los migrantes y se le agrega la persecución.

Caminando junto a las madres en una manifestación frente al palacio de Gobierno de esta ciudad, dice: las desapariciones siguen sucediendo, pero las que ahora están ocurriendo las vamos a saber dos o 10 años después, o nunca. La urgencia de la caravana y las madres es que los busquen. Es apremiante buscarlos, localizarlos y prevenir que sigan desapareciendo.