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El legado de sus reformas se juega en esta agenda, sostuvo

Consuelo Morales pide al Ejecutivo asumir la defensa de los derechos
 
Periódico La Jornada
Viernes 11 de diciembre de 2015, p. 5

La religiosa Consuelo Morales Elizondo, galardonada con el Premio Nacional de Derechos Humanos 2015, instó al presidente Enrique Peña Nieto a que en la segunda mitad de su sexenio haga suya la agenda nacional por los derechos humanos, pues en ella se juega el legado de las reformas económicas.

Con todo respeto y humildad, me atrevo a decirle que su legado se juega también en esta agenda, pues hemos visto que ningún plan de reformas económicas puede prosperar si no está basado en el fortalecimiento del estado de derecho que ponga al centro los derechos humanos. Rezo a mi Dios, que es el Dios del amor, (para) que lo guíe en esta tarea.

En un discurso crítico, pero también con serias propuestas para avanzar en el respeto de los derechos humanos, la religiosa –que ha trabajado desde hace más de 22 años con familiares de víctimas de desaparecidos– pidió al presidente Peña Nieto que se deje tocar por el dolor de tantas familias afectadas a causa de la violencia.

En la ceremonia de entrega del galardón, celebrada en la residencia oficial de Los Pinos, la religiosa originaria de Monterrey, Nuevo León, invocó la presencia, las palabras y el testimonio del obispo Samuel Ruiz García, quien nunca fue honrado con este premio pero que sin duda tiene el reconocimiento más alto de muchos y muchas que hoy trabajamos por los derechos humanos en México.

Recordó que cuando fue enviada por su congregación a Monterrey para iniciar un proyecto de justicia no se imaginó, en sus más pesimistas proyecciones, los cientos de desapariciones que documentarían en pocos años. Y aunque esa dolorosa realidad es inocultable, tampoco ha significado un cambio favorable para las familias que sobreviven a este terrible dolor, pues la búsqueda de sus seres queridos la siguen haciendo en soledad.

Con tono de voz dulce, pero firme y crítico, la hermana Consuelo sostuvo que el reciente diagnóstico de diversas organizaciones internacionales en el que señalan que México vive una profunda crisis de violaciones a los derechos humanos, sólo han confirmado lo que los mexicanos hemos sabido por años. Esta situación, hoy, debe reconocerse sin regateo.

Propuso cuatro puntos que, desde Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos AC –organización en la que trabaja– han funcionado para dar algunos pasos al lado de las víctimas. Entre ellos, precisó, la no criminalización de las víctimas; que solos, familiares, organizaciones o autoridades, no pueden enfrentar el problema, sino mediante un esfuerzo conjunto, y planteó que la justicia y el apoyo internacional son centrales.

En este último punto, la religiosa precisó que la crisis mexicana no se generó por exceso de apertura a la supervisión externa, sino que es una realidad tangible ocasionada por causas estructurales y así debe ser reconocida.

Es inaceptable que desde el Estado se ataque, malinterprete o minimice a los actores que vienen a ayudar en un esfuerzo que requiere del concurso de todos. Como dijo el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, hay que atender el mensaje sin matar al mensajero, señaló.