Opinión
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México SA

Economía: tijera en ristre

FMI recorta, una vez más

Videgaray, sin atinar una

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El secretario de Hacienda, Luis VidegarayFoto María Meléndrez
Q

ue alguien ponga paja, porque en materia de crecimiento económico y por tercer año consecutivo resulta abismal la diferencia entre lo ofrecido por el gobierno peñanietista y la terca realidad. Si el primero hubiera cumplido, la economía mexicana habría crecido a una tasa anual promedio de 3.7 por ciento en la primera mitad del sexenio que prometió Mover a México.

Pero como hubiera no existe, si bien va en la primera mitad del peñanietato el avance anual promedio en materia económica a duras penas alcanzará 1.8 por ciento, es decir, la mitad de lo originalmente comprometido por quienes aseguraban saber gobernar, de tal suerte que llegó el momento de que el ministro del (d) año pase a retiro y descanse permanentemente en su bien habida casa de Malinalco.

La producción de tijeras está a todo lo que da, pues es tal el recortadero de la estimación oficial sobre el crecimiento económico mexicano que los industriales del ramo se afanan para satisfacer la creciente demanda de tal artículo punzocortante. Y falta diciembre.

Lo han hecho a lo largo del año (con igual proceder en 2013 y 2014), pero tan sólo en las últimas dos semanas los tijeretazos a dicho pronóstico han sido practicados por todo tipo de organismos públicos y privados, nacionales y foráneos, empresariales, académicos y especializados en finanzas públicas, tirios y troyanos y todos aquellos que se quedan en el tintero.

Por esa ruta han transitado, cuando menos, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Banco Mundial, la OCDE, los especialistas en economía del sector privado consultados permanentemente por el Banco de México, los institutos académicos y centros empresariales especializados en la materia, y, desde luego, el grueso de los mexicanos, obligados expertos en padecer las consecuencias del raquitismo económico que ha caracterizado al país en las últimas tres décadas y pico.

La ecuación es un desastre: para que México comience a salir del hoyo, la economía debe crecer a un ritmo mayor a 6 por ciento anual sostenido; el gobierno peñanietista ofreció, con todo y reformas, un crecimiento anual promedio de 3.7 por ciento en la primera mitad del México en movimiento, y la realidad, que es más cabrona que bonita, no da más allá de 1.8 por ciento en promedio anual, inferior aún al registrado en la docena trágica panista.

De peor a pésimo, pues. Así, con Peña Nieto en Los Pinos y el ministro a su lado (o viceversa) la economía mexicana avanza a una velocidad 50 por ciento inferior a la comprometida por el gobierno y alrededor de una cuarta parte con respecto al mínimo necesario para comenzar a salir del hoyo. Entonces, de mantener ese ritmo alguien terminará en el suelo: el gobierno peñanietista o el país, y éste lleva más de tres décadas al borde del precipicio. Hagan sus apuestas.

Sirva lo anterior para añadir al de por sí grueso inventario de tijeretazos el más reciente recorte anunciado ayer por el Fondo Monetario Internacional, el cual, eso sí, ni lejanamente será el último. El reporte del FMI advierte que el crecimiento mexicano sigue siendo moderado y que para 2015 espera un avance de 2.2 por ciento y de 2.5 para 2016. Si esos pronósticos se cumplen, en cuatro años de EPN en Los Pinos y tras las reformas que el país necesita (él mismo dixit), en ese periodo la economía mexicana crecería a una tasa anual promedio de 1.9 por ciento, la menor, junto a la del calderonato, en cinco lustros, o si se prefiere la peor desde Miguel de la Madrid.

De cualquier suerte, el FMI –uno de los padres del reformismo mexicano– no pierde el buen humor y señala que la actividad económica mexicana ha logrado resistir un ambiente externo difícil, aunque el recrudecimiento de la volatilidad financiera mundial y el alejamiento de los mercados emergentes que se ha observado en la composición de las carteras provocaron una fuerte depreciación del peso frente al dólar estadunidense en el curso del último año (16 por ciento en términos reales, es decir, descontada la inflación). Sin embargo, la inflación se mantiene baja y los rendimientos de los bonos en moneda nacional se han mantenido relativamente estables. Eso sí, reconoce, la caída en la producción de petróleo (y el precio) continúa siendo un lastre en el crecimiento de la economía mexicana.

El reporte fondomonetarista advierte que como economía sumamente abierta, con una elevada participación de inversionistas extranjeros en el mercado de bonos interno, México continúa expuesto a shocks externos. Sin embargo, gracias a las perspectivas positivas de crecimiento (¡¡¡!!!) y a la solidez de los marcos de política, podrá resistir mejor las tensiones de los mercados financieros. Las perspectivas de crecimiento de México son muy favorables: se prevé que la implementación de reformas estructurales de amplio alcance impulsará el crecimiento potencial a 3-3.5 por ciento a mediano plazo.

La política fiscal apunta a asegurar niveles de deuda sostenibles, en tanto que la política monetaria está guiada por un régimen creíble de metas de inflación. La flexibilidad del tipo de cambio sirve de amortiguador de los shocks externos. Al mismo tiempo, la profundidad y la liquidez de los mercados financieros de México permiten a los inversionistas protegerse de los riesgos cambiarios (no así a los mexicanos a pie). Los colchones de reservas son sólidos, y la línea de crédito flexible acordada con el FMI constituye un seguro extra contra riesgos extremos.

De acuerdo con el FMI, la política monetaria ha sido debidamente acomodaticia en el curso del último año, y la tasa real de política monetaria ha estado cerca de cero. La inflación se acerca a la meta de 3 por ciento y las expectativas inflacionarias permanecen ancladas. El efecto de traslado de la depreciación de la moneda ha sido muy limitado hasta el momento, en parte gracias a la fuerte caída de los precios de las materias primas, que ha ayudado a mantener bajos los costos de producción.

En fin, así están las cosas en espera del siguiente tijeretazo.

Las rebanadas del pastel

Los ojos de propios y extraños se mantienen fijos en el caos inmobiliario de Cuajimalpa, producto de la ostentosa corrupción de sus delegados y su connivencia con los llamados desarrolladores. Pero lejos de ser la excepción, esa es la norma en no pocas delegaciones del Distrito Federal, mientras el jefe de Gobierno se concentra en su Capilla Sixtina. Allí está el explosivo caso de la Alvaro Obregón, en la que Leonel Luna y sus huestes arrasaron, y por la misma ruta transita su heredera… Ayer un problema de salud obligó a la ausencia del México SA de las páginas de La Jornada. Pero reiniciamos hostilidades.

Twitter: @cafevega