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En el Auditorio Nacional, el tenor celebró 55 años de su debut en México

Memorable entrega del público a Plácido Domingo, quien deleitó con su canto
Foto
Plácido Domingo dejó el frac y se vistió de mariachi para interpretar piezas de José Alfredo Jiménez y el infaltable Cielito lindo, acompañado por la Sinfónica de MineríaFoto cortesía Auditorio Nacional/ José Jorge Carreón
 
Periódico La Jornada
Jueves 12 de noviembre de 2015, p. 7

El tenor español Plácido Domingo ofreció la noche del martes en el Auditorio Nacional un concierto de casi tres horas.

Con la soprano mexicana María Katzavara, de su hijo Plácido Domingo Jr, y del Mariachi Gama Mil, el cantante de 74 años celebró el 55 aniversario de su debut escénico en México.

El recital comenzó con la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM), dirigida por el estadunidense Eugene Kohn, que interpretó la Obertura de El barbero de Sevilla, de Rossini; enseguida el tenor apareció en el escenario y el público lo ovacionó de pie.

Conmovido por el cariño de los mexicanos, Domingo se acercó una mano a su corazón en señal de agradecimiento y su rostro bañado en lágrimas invadió las tres pantallas del coloso de Paseo de la Reforma.

El aria Perfidi!... Pietá, rispetto, amore, de la ópera Macbeth, fue la primera pieza interpretada por Plácido Domingo, en lo que más tarde se convertiría en una fiesta, donde todo era posible, desde escuchar la espléndida voz de María Katzarava en Ebben? Ne andró lontana, de la ópera La Wally, de Alfredo Catalani, hasta cantar Cielito lindo con mariachi.

La primera parte del programa estuvo formada por óperas y fragmentos de The Sound of Music, de Richard Rodgers; My Fair Lady, de Frederick Loewe, y West Side Story, de Leonard Bernstein.

En la segunda parte, los asistentes escucharon a Domingo interpretar –junto a Katzarava– la zarzuela Calle el labio, de la obra La viuda alegre, de Franz Lehár, así como En mi tierra extremeña, de la zarzuela Luisa Fernanda.

El tiempo transcurría y llegó el momento en que Plácido Domingo presentó a su hijo Plácido, quien debutó en el Auditorio Nacional y cantó Sabor a mí, de Álvaro Carrillo, y Aquellos ojos verdes, de Alfredo Utrera y Nilo Menéndez; en estas piezas la OSM fue dirigida por José Areán.

Entre las obras interpretadas por la orquesta estuvieron Das Land des Lächelns, de Franz Lehár, y Danzón No. 2, de Arturo Márquez, así como Despedida, de María Grever, interpretada por Katzarava.

Con Luché la fe, de la zarzuela Luisa Fernanda, de Federico Moreno Torroba, finalizaba el programa. Sin embargo, el clamor del público hizo que Domingo volviera al escenario para ofrecer de encore Bésame mucho, de Consuelo Velázquez, y Perhaps love, de John Denver, que interpretó con su hijo.

La sorpresa de la noche fue la entrada del mariachi Gama Mil para acompañar a Plácido Domingo, que cambió el frac por el traje de charro y cantó piezas de José Alfredo Jiménez, como Paloma querida y El rey.

Domingo estaba feliz y el público no dejaba de ovacionarlo, de reconocerlo como uno de los más importantes cantantes de ópera en el mundo, y antes de concluir la velada con Cielito lindo, el tenor expresó: Que emoción tan grande, nunca pensé en llegar a cantar tantos años. Qué satisfacción y qué privilegio poderles dar todo lo que tengo y espero que esta no sea la última vez.

Con el escenario lleno de papeles de colores, la ovación del público y algunos gritos de personas que pedían Granada, Plácido Domingo se despidió de los mexicanos en lo que fue una noche memorable.