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Los resultados de Innsbruck
U

no de los resultados importantes en la investigación realizada por la Universidad Innsbruck, los cuales fueron presentados el pasado 17 de septiembre por la titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Arely Gómez, es la confirmación de la presencia de material genético de Alexander Mora Venancio –uno de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa desaparecidos hace casi un año en Iguala Guerrero– en las muestras óseas examinadas con una técnica distinta a la utilizada previamente denominada secuenciación masiva en paralelo (MPS, sus siglas en inglés).

Como se recordará, el 3 de diciembre de 2014, el Instituto de Medicina Legal de la citada universidad había dado a conocer los resultados de las pruebas realizadas a uno de los fragmentos óseos mejor preservados (rotulado con el número 27-29102014) en el que fue posible determinar mediante las técnicas convencionales de análisis del ácido desoxirribonucleico (ADN) nuclear, que era compatible con un alto grado de certeza con las muestras provenientes del padre y dos hermanos de Alexander Mora: un billón de veces más probable en comparación con la de cualquier otro individuo no relacionado, señalaba el informe.

A ese resultado se agrega otro, presentado el jueves por la procuradora, quien leyó en conferencia de prensa una parte del más reciente reporte del instituto que dirige el doctor Richard Scheithauer, en el que dos muestras óseas, una de las cuales ya había sido examinada para ADN nuclear (la 27-29102014), y otra rotulada con el número 14-29102014, fueron analizadas por MPS. En ambas se identificó ADN mitocondrial de origen humano (en las células el ADN además de encontrarse en el núcleo, está presente en unos organelos llamados mitocondrias y se hereda por línea materna) que al compararse con el mismo tipo de ADN (mitocondrial) de los dos hermanos de Alexander resultaron compatibles: “una posibilidad mil 200 veces mayor (…) en comparación con los restos no identificados que se originan de un individuo no relacionado”, según leyó la maestra Arely Gómez.

Estos resultados son una confirmación muy sólida de que dos de las 17 muestras óseas enviadas por la PGR en noviembre, evaluadas tanto para ADN nuclear como mitocondrial, corresponden ya con muy pocas dudas a Alexander Mora Venancio, uno de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala.

Pero además de lo anterior, el dato más sobresaliente leído el jueves por la procuradora es el resultado encontrado en otra de las muestras, ésta rotulada con el número 16-29102014. Por el deterioro que presenta no había dado resultados positivos con las técnicas convencionales para ADN nuclear, pero sí los tuvo para ADN mitocondrial en el más reciente análisis con MPS. Al compararse con el ADN mitocondrial de las muestras de los familiares de los estudiantes desaparecidos, se encontró evidencia moderada de correlación con una muestra de la madre de Jhosivani Guerrero de la Cruz, otro de los estudiantes de la normal Isidro Burgos desaparecidos el 26 de septiembre de 2014.

En el reporte de la Universidad de Innsbruck leído por la maestra Gómez se determina que existe una posibilidad 72 veces mayor en comparación con los restos de un individuo no relacionado. Desde luego es una posibilidad muy baja si se le compara con la probabilidad surgida de las muestras correspondientes a Alexander Mora Venancio (un billón de veces en la prueba para el ADN nuclear y mil 200 veces para el mitocondrial), por lo que es imposible asegurar a partir de una correlación tan pobre que la muestra corresponda sin duda a los restos de Jhosivani Guerrero de la Cruz, por lo que se requiere de confirmación.

Pero, ojo, si bien no puede asegurarse con certeza esta identidad, desde un punto de vista científico los resultados si son sugerentes de la presencia de restos correspondientes a otros estudiantes desaparecidos (o al menos a otro) y obligan a continuar con esta línea de investigación. Así lo ha entendido la procuradora Gómez, quien ya dio instrucciones para integrar un equipo de trabajo con el fin de determinar qué otros fragmentos pueden ser viables para la identificación genética por cualquier método.

Es muy importante aclarar que el trabajo de la Universidad de Innsbruck consiste en el análisis de ADN de las muestras que le son enviadas y determina mediante la comparación con muestras de referencia (de los familiares) el grado de probabilidad en que éstas coincidan. Pero no puede decir, a partir de estos análisis, cuál fue la causa, las condiciones o el sitio en que ocurrió la muerte de una persona ni el lugar en el que fueron hallados los restos; preguntas que han quedado abiertas en la investigación.

Es importante reconocer que la procuradora Arely Gómez ha actuado con mucha seriedad y prudencia en este caso, aunque debo señalar que no se puede estar de acuerdo con ella cuando afirma: A lo largo de las investigaciones a cargo de la PGR la ciencia ha jugado un papel fundamental para determinar con exactitud los hechos que acontecieron aquella noche. Pienso más bien que es apenas ahora cuando la investigación puede adquirir un verdadero sustento científico, como lo muestra su decisión de profundizar de un modo transparente tanto en la investigación sobre el ADN ya mencionada, como sobre la hipótesis de la incineración de los cuerpos en el basurero de Cocula, rechazada por el grupo de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.