Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 20 de septiembre de 2015 Num: 1072

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Papeles Privados
José María Espinasa

Habitar la noche
Renzo D’Alessandro

Un día en Ciudad
de México

Héctor Ceballos Garibay

La imagen contra
el olvido: a treinta
años del terremoto

El terremoto de 1985:
“absurda es la materia
que se desploma”

Gustavo Ogarrio

ARTE y PENSAMIENTO:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 
 

José María Espinasa*

Casas editoriales independientes.

Entre las abundantes casas editoras independientes que actualmente existen, una de las más antiguas es la que lleva el afortunado título que encabeza este artículo: Papeles Privados. Se trata, desde luego, de una atractiva paradoja: sugerir la permanencia íntima de lo que se hace público. La editorial se propone fundamentalmente como un espacio para la edición de poesía –su animador es un poeta, Mario del Valle– con características de rigor editorial y experimentación con los papeles, suelen además ir acompañadas sus ediciones de viñetas o grabados. La editorial tuvo como rasgo distintivo, más allá de las preferencias en estilos de diseño y manejo tipográfico, la búsqueda de una factura en el producto que resultara atractivo, eso que designa la palabra calidad, rasgo común a la mayoría de las editoriales independientes. Es evidente, por ejemplo, la buena factura en El Tucán de Virginia, contemporánea en su surgimiento de Papeles Privados.

Esta característica de estas dos editoriales, de las decanas del actual movimiento independiente, se ha contagiado a casi todas ellas. Recientemente en Cuernavaca, Morelos, se realizó una feria de editoriales independientes y el abanico de ofertas tenía ese rasgo, calidad editorial, sumada a las propuestas de un catálogo exigente y diferenciado. En la feria dialogaban editoriales con dos décadas de existencia con proyectos muy recientes y se podía apreciar una sorprendente continuidad y, también algo raro en este tipo de editoriales, no sólo la actitud de quien resiste sino de quien propone y mantiene su propuesta viva a lo largo de los años; ya no ocurre que esos proyectos son, a veces incluso deliberadamente, efímeros.

La feria en el contexto de Cuernavaca y del Estado de Morelos volvió a poner sobre la mesa el asunto, de carácter nacional tan complejo, de la distribución y de la dificultad para llegar al público y encontrar lectores. También mostró opciones que las editoriales eligen, desde el tradicional, de resistencia, ediciones bien hechas pero poco costosas y por lo tanto con un precio asequible, hasta proyectos de libros costosos y de alto precio, con bajos tirajes y frecuentemente acompañados de obra gráfica. Sorprendentemente la opción que ha funcionado mejor, según me cuentan, es la segunda, y eso ha traído como consecuencia que surjan espacios alternativos de venta de libros, galerías-librerías-tiendas, que parecen responder mejor en ventas en el contexto actual.

Esto tiene que ver justamente con esa paradoja que hay en el nombre de la editorial que provoca esta nota, Papeles Privados. Recientemente dio a conocer un paquete de libros apoyado por el fonca, entre los que se incluyen títulos de poetas conocidos y de distintas generaciones (Mariana Bernárdez, En el pozo de mis ojos, Jorge Ruiz Dueñas, Diván de Estambul, Claudia Hernández de Valle Arizpe, Ninguna foto es fija,  Jorge Esquinca, Caja negra con inscripciones, Margarito Cuéllar, Cantos par el único brazo de Blaise Cendrars y Jenny Asse, Fragmentos para una No/Vela). Los títulos (cada uno de ellos merecería un texto aparte) que he podido conseguir físicamente (los tres primeros) muestran lo dicho antes: oficio, búsqueda tipográfica no del todo pareja, calidad en los textos. Publicar es algo que lleva a lo personal y privado a hacerse justamente público, pero se necesita que circulen los libros, no que se publiquen pero sigan perteneciendo a un universo restringido de lectores. 

Carlos Monsiváis decía que los tirajes de 300 ejemplares eran ya no una cifra sino un síntoma. ¿Qué pensaría de los tirajes de 100 o de 50 que hacen algunos sellos o de los ejemplares únicos e intervenidos? A la vez es cierto que la literatura con ciertas exigencias y que no entra en la dinámica del mercado pide y provoca una manera distinta y no pocas veces paradójica de difundirse, un mundo diferente pero no ajeno al comercio, como podrían ser algunas librerías de antaño y como lo que sugirieron las primeras librerías-cafeterías (hoy la librería es pura escenografía). El hecho de que se busque un espacio distinto para la venta de estos libros es tan sintomático como el que jóvenes editores independientes –Lucero García Flores y Mikel Lecumberri de Ediciones y Punto y Yeni Rueda López y José Quezada de la revista Moria– organicen, con el apoyo de diversas instituciones, incluida la Secretaría de Cultura del Estado de Morelos, Lateralia: se necesita encontrar el camino hacia el lector. Podemos interpretar que ferias, galerías o cafeterías buscan recuperar algo que la librería ha perdido: su condición de punto de encuentro.

La transición nos trae a la memoria aquella frase tan provocadora de los años sesenta: lo personal es político, lo político personal. La actual situación del libro, en especial con las nuevas tecnologías, lo coloca justamente como el gozne articulador de esa frase. ¿Subir a la red un texto es publicarlo? En un sentido muy inmediato es evidente que sí, pero el proceso de publicar algo es mucho más complejo que ponerlo a disposición del posible público, no sólo porque éste es un ente tan activo –busca lo que le interesa– como pasivo –acepta lo que se le ofrece–, sino porque la lectura está vinculada a una red cultural que no es puramente virtual (al menos, no todavía, y le falta mucho para serlo) sino física.

Esto nos lleva de nuevo a Papeles Privados. Publica seis libros en papel, y en buen papel, y los edita bien, los cuida y debe hacerlos llegar a sus lectores. Para ello, además del apoyo del fonca para su producción, debería distribuirse en Educal (la cadena más grande –y que cubre más zonas– de librerías del país y dependiente del cnca). Insisto en algo que se ha dicho ya muchas ocasiones y por diversas personas: el cuello de botella de la industria editorial es su distribución. Toda campaña de promoción a la lectura está destinada al fracaso si no se resuelve ese problema. Por lo pronto busca, lector, estos libros, valen la pena.

*Miembro Artístico del Sistema Nacional de Creadores de Arte.