Hugo Gutiérrez Vega 
  
  
  
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    La leyenda “Traidor a la patria”, en las curules de PRI, PAN y Verde en San Lázaro para evitar la aprobación de la Reforma Energética Foto: Cristina Rodríguez/ La Jornada | 
   
 
   
    No  hay cosa más seria que un grupo de niños jugando, pues no se trata de un  simulacro sino que tiene las características de un momento vital. Los niños  ponen sus reglas, las respetan y las modifican, establecen una serie de  criterios que dan sentido y coherencia al juego y no aceptan intromisiones, se  juegan su aventura y, de alguna misteriosa manera, esta seriedad los prepara  para, sin solemnidad, tomar parte en la vida. En el libro Una visita a la Cámara de Diputados, publicado por Miguel Ángel Porrúa, la periodista y escritora  Paola Dada, reúne a un grupo de muchachos que asisten a la clase de Formación  Cívica y Ética. Juan José, Estefanía, Martín, Pablo y Gaby empiezan su jornada  mañanera, abandonan la cama con pocos deseos de levantarse, hacen su  abluciones, se desayunan velozmente, llegan a su clase y escuchan la propuesta  de un juego originalísimo formulada por el profesor de Formación Cívica y  Ética. Les propuso una visita a la Cámara de Diputados. Al principio no entendieron bien en que consistía  el juego, pero poco a poco fueron encontrando elementos que despertaron su  interés por la actividad legislativa. El maestro les explicó el origen  grecolatino de la palabra cámara y enfatizó la importancia de la deliberación y  aprobación legislativa para la vida democrática. Les abrió los ojos hacia  distintos rumbos del mundo: Francia, España, Alemania, Japón, Israel, Rusia,  Grecia, Rumanía. De ahí pasaron a la noción de democracia como gobierno del  pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como afirmaba el presidente Lincoln y,  de inmediato, repasaron algunos aspectos de la historia de México y, entre  otras cosas, observaron nuestro “mutilado territorio”. El juego fue creciendo  en interés y los muchachos se pusieron a leer por su cuenta, comentaron su  proyecto con sus padres y reunieron fotografías, materiales informativos con el  objeto de llegar a la visita con la indispensable información. 
    Este libro describe con minuciosidad  el viaje de los muchachos a la Cámara de Diputados. Su interés va creciendo  conforme se acercan a San Lázaro. La lección de historia adquiere aquí un  carácter vivo y el juego tiene ya la seriedad absoluta de la hermosa y delicada mente infantil. Aparecen el Escudo  Nacional, la Constitución Política, personajes como Hidalgo, Morelos,  Juárez, Ocampo, Quintana Roo, Lázaro Cárdenas.  Ya en la Cámara observan los aspectos de la vida cotidiana del Palacio Legislativo: la limpieza, las  macetas, las máquinas, la histórica rotativa constituyente. Todo les sorprende  e interesa, están descubriendo un edificio y  una actividad fundamental para el funcionamiento de la democracia y la  consolidación de la paz social. 
    En la  visita aparecen figuras señeras de nuestra historia y nuestra cultura: Sor Juana  Inés de la Cruz, Bernardino de Sahagún, Toribio de Benavente, Bartolomé de las  Casas y un sinnúmero de personajes pertenecientes a las distintas etapas del  desarrollo histórico de nuestro país. Un anciano conserje se convierte en guía  y comunica a los muchachos su entusiasmo por la historia del edificio y por las tareas que ahí  se desarrollan. Un punto culminante de la visita es el descubrimiento del muro  de honor, la mesa central y el enorme candil diseñado por Pedro Ramírez  Vázquez. Ven las curules y se asoman a los salones en donde se celebran  reuniones. Todo esto culmina con la visita al pleno, pero no termina ahí, pues  los muchachos continúan interesados en el tema y siguen ampliando sus conocimientos. De esta manera la clase de Formación Cívica y Ética se  convirtió en un juego y tuvo toda la seriedad y el rigor que rigen a los juegos  infantiles. 
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