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Libro fundamental para conocer a Carlos Montemayor: Solares

Presentan El canto del aeda, del periodista Pablo Espinosa

Que las nuevas generaciones sepan que hay un modelo a seguir, que no estamos solos, expresó el autor en la Sala Manuel M. Ponce

 
Periódico La Jornada
Lunes 22 de junio de 2015, p. a11

Que las nuevas generaciones sepan que hay un ejemplo, un modelo a seguir, que no estamos solos. Que en esta cambiadera en la que se están yendo las generaciones de los grandes, y no vemos el relevo generacional, aquí está la posibilidad del futuro, expresó Pablo Espinosa Becerra al referirse a El canto del aeda: testimonio de Carlos Montemayor (Universidad Autónoma de Nuevo León, 2015), libro de su autoría presentado ayer en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Volumen de vida propia, al texto del periodista pronto se sumaron otras voces a modo de coro, como el escritor Ignacio Solares, amigo de Montemayor (1947-2010) desde su infancia en Chihuahua; la poeta Natalia Toledo, quien se atrevió a traducir uno de los poemas de su mentor al zapoteco; su hija, Victoria Montemayor, y su viuda, Susana de la Garza, partícipes de la mesa moderada por el poeta Margarito Cuéllar. También hay textos de Mónica Mateos y José Gabriel Ríos Cortes.

Para Solares, el presente libro es y será fundamental para conocer todos los aspectos de quien fue, sobre todas las cosas, un gran escritor, traductor, maestro, defensor de las mejores causas, de los desprotegidos, quien apasionado de la música a la vez tuvo un alto concepto de la amistad.

Carlos no sólo dejó una serie de libros extraordinarios, sino la manera en que vivió, trabajó y produjo es un modelo a seguir para quienes nos obstinamos en las utopías. El escritor agregó que la música fue el gran amor de Montemayor, nacido antes de su amor por las letras: Para Carlos, el canto estaba íntimamente ligado a la poesía. No podía entender la una sin la otra.

Según Natalia Toledo, el homenajeado arrojó sobre el petate un puñado de maíz y el rostro de la mazorca reveló que sería un hombre dedicado a la palabra y a la música; leo estos granos de maíz sobre la estera y son el alfabeto con que el maestro compuso su voz.

La poeta conoció a Montemayor en Oaxaca, ya que fue tutor durante el año (1984) que obtuvo su primera beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes: Sus comentarios me hacían ver cosas que no sabía de mis poemas. Más adelante el escritor tradujo obra de Toledo al inglés; incluso se dio cuenta de mis errores en zapoteco con sólo leerme en español.

Al leer fragmentos de su texto, Susana de la Garza aseguró que la vida con su marido fue una gran experiencia. Me enseñó a respetar la tierra, a reconocer otras culturas, a disfrutar las cosas más sencillas de la vida. Compartimos nuestro amor por la sierra y su gente. Era solidario, con una capacidad de asombro sorprendentemente similar a la de los niños.

Victoria Montemayor también leyó su texto, la semblanza Breve historia de una intensa vida, escrita para las Jornadas Carlos Montemayor. Aseguró que la obra de su padre “nos traslada a diversos mundos. De sus cuentos Las llaves de Urgell y Cuentos gnósticos brotan polvos de estrellas, magia y encantamientos”.

La presentación contó con un invitado sorpresa que fue nada menos que el mismo escritor, quien cobró vida gracias a una filmación en la que interpreta un aria de la ópera lírica Malia, de Francesco Paolo Frontini.