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Vicente Rojo: recuentos
H

e visto un número considerable de exposiciones de Vicente Rojo, en realidad casi todas las que ha ofrecido en la Galería López Quiroga; eso además de que me tocó muy de cerca observar (no estoy diciendo que comisariar) la preparación y vigencia de la que se llevó a cabo en el Museo de Arte Moderno, en el otoño de 1996, que no fue la primera de las que allí se presentaron pero que tuvo carácter de retrospectiva.

Fue al menos ideada desde tiempos de Fernando Gamboa y en cuanto a contenido conceptualizada por el propio Vicente, con la coordinación y asesoría curatorial de Lelia Driben y Fernando González Gortázar.

Muy nutrida en cuanto al número de piezas (más de 100) estuvieron representadas todas las etapas de su trayectoria hasta ese momento.

La muestra actual en el Museo Universitario Arte Contemporáneo no es una retrospectiva, corresponde a una idea que en lo personal me parece más que acertada del museo, pues expone a Vicente en su calidad de pintor, con una selección rigurosa que incluye obra pertenecientes al propio acervo, así como esculturas de diferentes dimensiones, arte objeto y una amplia selección de serigrafías, medio que el artista ha privilegiado y que en esta exposición funciona directamente en conjunción con el aspecto gráfico que sirve de eje: Escrito/pintado es el título y su consecución multidisciplinaria con énfasis en la producción editorial y en la escritura como vocabulario artístico.

No resulta ser una muestra de arte contemporáneo en el sentido en el que comúnmente se ha dado a ese término y en este momento, por obviedad me eximo de discutir las razones consabidas, pero desde el sentido común Rojo es tan contemporáneo como Abraham Cruzvillegas, pues su época productiva que es la nuestra mientras deambulemos por este planeta y formemos o intentemos formar parte del campo artístico, es evidente, aunque no corresponda a los lineamientos que no son críticos, sino pretendidamente satíricos que esgrime el realizador Pablo Jato en su ignoro si controvertido o burlón documental de Embrujo Films, titulado El espejo del arte, al que no me referiré por ahora, salvo para decir que sí se puede decir que es arte.

Arte es lo que hacen los artistas, los afamados, los no tan afamados, los consagrados, los emergentes y todos los que tienen las intenciones de hacer arte, el arte no es algo en sí bueno ni especial ni consagratorio; hay buen arte y hay mediocre y torpe igual que hay buenas escrituras y las hay malas.

Salvo excepciones, eso no le concierne a Vicente Rojo porque él no trata de los contenidos (aunque los lea y en no pocos casos los asimile a fondo y los admire y les rinda visibilidad plástica), como ha sucedido, por ejemplo, con José Emilio Pacheco y con Octavio Paz. Por cierto el libro maleta sobre Duchamp se expuso en la recientísima muestra homenaje de Bellas Artes, lo mismo que los discos visuales y esa sección fue considerada especialmente afortunada.

Rojo estuvo además muy presente en la muestra colectiva Desafíos a la estabilidad, que entre sus características evidenció la simultaneidad de creaciones de varios artistas si no exactamente coetáneos, sí animados por las mismas mociones de apertura (más que de Ruptura). Este término, urdido y acuñado por el equipo del Museo Carrillo Gil en 1988, por algunos de los mismos participantes que exhibieron y colaboraron en Desafíos…, llegó para quedarse porque lo utilizó con insistencia Octavio Paz al comentar creaciones de Felguérez, Rojo, Cuevas y otros artistas que hasta ese momento se conocían como los independientes.

También se les ha conferido la noción de la generación de la mafia, denominación injusta que además proviene de otra fuente distinta. Me refiero a la novela-ensayo de Luis Guillermo Piazza, publicada en 1967 por Joaquín Mortiz, misma que incluye únicamente a algunos de ellos, es como un collage con cierrta tonalidad sicodélica que alude a agrupaciones efímeras que incluían adherentes en un momento dado, excluyendo a quienes eran de distinta mentalidad. No deja sin embargo ni de tener cierto mérito literario acorde con las modas de la época ni de poseer carácter testimonial, muy local, para los entendidos de ese tiempo.

Aunque cercano a Fernando Benítez, hasta donde recuerdo, Vicente Rojo no estuvo incluido como uno de los protagonistas de dicha novela que se centra tanto en el propio Piazza, como escritor cercano y el propio director del suplemento México en la Cultura, de Novedades, en Carlos Fuentes, José Luis Cuevas y Carlos Monsiváis. Hay decenas de nombres mencionados: Carballido, Pitol, Sergio Fernández, Felguérez, Toledo, Vicente Leñero, Juan Ibáñez, Vicente Rojo (de quien el autor dice que no se quedó a la fiesta fílmica que se iba a celebrar) pero ninguno es en sentido estricto personaje.

Piazza, nacido en Argentina y naturalizado mexicano, fue en su momento un autor controvertido, murió en 2007 y a partir de entonces empezó a restudiársele. Además de su connotación de vanguardia, parte de su interés consiste en que incluyó fotografías casuales, tipo snap shot, tomadas por Héctor García hacia 1965, 1966.