Opinión
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Las recetas de Socorro

S

ocorro del Paso adquirió su talento culinario, en parte como herencia de su madre doña Guadalupe Castillo Meré, quien a su vez fue nieta de un francés que hacía gala de sus conocimientos de alta cocina en su hogar. Pero, escribe su esposo, Fernando del Paso, fue durante los 14 años que vivieron en Londres, que siguió ahondando en su gusto por los quehaceres culinarios.

Su casa se transformó en un oasis culinario, en esa isla que fue su casa, dentro de otra isla que era Inglaterra. Ahí las delicias de la gran cocina mexicana, la cocina de nuestros padres y nuestros abuelos, la cocina de nuestros muertos, se transformaron en arma, en un muro necesario “para defender nuestras tradiciones, nuestra privacía, nuestro derecho a la diferencia…”

Su estancia en ese país les permitió además conocer algunas de las especialidades del lugar y, sobre todo, profundizar en el conocimiento de otras cocinas, que como la china, habían conocido un poco en México; también en los sabores de la cocina árabe, griega, turca, y del gran deslumbramiento que fue el universo de la cocina hindú. Pero la cocina de Socorro a medida que se internacionalizaba, se hacía, también, cada vez más mexicana. Esto para la felicidad de su esposo.

Otra fuente de goce fueron los intercambios de platillos y recetas con colegas de otros lugares del mundo, en especial de América Latina. Durante estos agasajos, Socorro comía también, desde luego, pero comía y olía, comía y pensaba, comía y analizaba, deducía, rumiaba, preguntaba, imaginaba, hurgaba en busca de secretos culinarios y después, otro día, ya en la casa, repetía ella sola, el milagro, con frecuencia mejorándolo.

Vaya como muestra de esta cocina con la que de seguro conquistaron a los europeos, esta:

Tinga de pollo

Se cuecen 650 gramos de pechuga de pollo con 50 gramos de cebolla, un diente de ajo y una cucharadita de sal. Se deja enfriar; se deshebra o se corta en trozos no muy grandes. A un chorizo de 150 gramos se le quita el pellejo; se corta en rodajas. Se fríe en una cucharada de aceite y se retira; si suelta mucha grasa se aparta un poco. Ahí se fríen 100 gramos de cebolla picada en trocitos y se exprime un diente de ajo. Se pican los jitomates sin cáscara y semillas; se agregan a la cebolla con dos chipotles adobados sin semillas, cortados en tiritas. Se pone sal, pimienta y una cucharadita rala de azúcar. Luego se añade el pollo y 250 gramos de papas peladas y en trozos. La salsa debe quedar un poco espesa. Se sirve caliente adornada con rebanadas de aguacate. (La cocina mexicana de Socorro y Fernando del Paso, Editorial Diana, 2003).