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La energía barata se hace posible
E

l 21 de mayo de 2012, en un artículo que publiqué en nuestro periódico La Jornada, me referí a la energía mundial en su aspecto transformable, y un señor René se permitió hacer un comentario bastante descomedido, pues le molestó el que políticos y periodistas no aplicaban lo aprendido de memoria (sic), y yo sí tengo la suficiente memoria para recordar al maestro Enrique Navarro, quien se distinguía por su singular acento y por ser refugiado ex parlamentario, y expulsado por el fascismo de Franco en 1944.

Justamente cuando ingresé a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México me fueron muy útiles las enseñanzas del acento español andaluz del maestro Navarro, quien con su cuello blanco muy planchado y almidonado, nos decía: “los químicos saben tanto de colores (tratemos de hacer lo imposible: imitar al diputado o a las cortes, como las mujeresh, por ejemplo..,” y soplaba la s y la z, mientras silbaba las otras consonantes.

Con el recuerdo todavía muy fresco de sus excelentes discursos en la tribuna del Congreso de los Diputados y/o de la Cámara de los Senadores, con las balas y los cuerpos de ataque del fascismo y nazismo; silbando cerca de la cabeza, nos recordaba todavía, y todos los refugiados españoles que vinieron a dar clases y a enriquecer nuestra cultura, recordamos no solamente con gratitud, sino con admiración a la guerra misma, la cual había terminado y triunfado, pero, en este solo sentido, los republicanos que resistieron hasta morir, y el coraje y la valentía.

En lo que a México se refiere, nosotros obtuvimos una muy justa utilidad en el intercambio que se produjo al venir esa corriente humana, tan noble y tan sabia que aportó toda su experiencia de esos nobles caballeros que con toda gallardía se defendían de Hitler y de Mussolini y con lo que quedaba del crédito español. Y de la gran fuerza moral que todos esos seres humanos que sufrieron las consecuencias de la derrota, una de ellas irrepetible, también en Chile nos tocó vivir de cerca, por circunstancias muy especiales, la vivencia de Salvador Allende y de sus seguidores del socialismo democrático.

Lo que los combustibles energéticos por excelencia valen en todo momento para cualquier latitud de pueblos distantes en la geografía y en la historia, México, además de sufrirlo en sí mismo, luchó con energía y con toda la fuerza de quien lucha para defender su subsuelo, que constituye su riqueza básica para integrar a una nación. También de esto saben mucho todos, sin falsas excepciones, que en su momento, en 1974, expuso con firmeza ante el presidente de la República de ese momento, Luis Echeverría Álvarez. ¡No era tiempo todavía! y, dadas las circunstancias, obviamente no se podía en opinión de quien lo decía –un hombre de corta experiencia, pero sumamente intensa– al presidente Echeverría, mientras iban a bordo de un autobús que se dirigía a Oaxtepec ocupado por el cuerpo directivo de la cancillería mexicana, así como por todos los embajadores extranjeros acreditados, como jefes de misión en nuestro país.

Volviendo al señor René, quien hace ya tres años más o menos se permitió hacer gala de un conocimiento que, desde luego, no somos nosotros los que nos dedicamos a seguir por lo menos con la fuerza, con el interés de servir a nuestra patria. Efectivamente, la energía un poco antes que se enterara don René la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma, y del estudio de lo hecho en este campo, nosotros analizamos en el punto en que está la transformación de la energía, en el comité de energéticos del Colegio Nacional de Ingenieros de México, bajo la cordinación del doctor Sergio Alcocer, quien además fue presidente de la Academia de Ingeniería de México.

Luego, entonces revisamos y publicamos el artículo en cuestión, entre otros publicados en el colegio y el ámbito de la academia. Ahora estamos estudiando The Universe en el Atlas of the world-Oxford, 2008, al que le damos todo el crédito de la idea plasmada en este nuevo artículo a partr de un extenso capítulo sobre las estrellas.

Me doy cuenta de que don René no alcanzó a leer el capítulo del universo del Atlas de Oxford en la parte en que habla de la geografía mundial, en las fechas antes mencionadas de la publicación del anterior artículo, y quizá, sin embargo, sí alcanzó a leerlo, despues de publicado mi artículo y el propio atlas en cuestión, en el que se habla del tiempo de vida de una estrella del carácter estructural de las galácticas y del poder de las galaxias y de muchos otros temas.

Por ejemplo, el que se refiere a que a nuestro Sol le quedan todavía 5 mil años más para darnos luz y calor, y nos dará, adicionalmente, la ganancia de energía, que es el Sol, en su fusión, que hasta ahora, y no por mucho tiempo más, se lleva a cabo en los electrones del hidrógeno con el helio, razón suficiente, creo yo, para no preocuparse porque pudiéramos quedarnos en nuestro planeta Tierra sin energía.

Esta ganancia de energía ya nos alumbró, con un gran derroche de energía, por un periodo igual, de 5 mil años, así tan generosa es nuestra estrella, se dice en los altos, profundos, medios de esta galaxia, que muy pronto será posible que los terrestres de las generaciones actuales empiecen a ver, a oler y casi casi a tocar y sobre todo a vivir con esta ganancia de energía.

Yo ya lo creo y sobre todo que mis hijos y con más certeza mis nietos y bisnietos visitarán el museo del automóvil, lleno de ejemplos que también estarán allí dentro, con muchos, muchísimos motores que ahora mismo no sabemos a ciencia cierta cómo funcionan.