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México SA

Se desfonda el peso

¿Salvar a México?

El consenso de EPN

D

ecía López Portillo que presidente que devalúa, se devalúa, y él mismo se convirtió en icono de su propia sentencia. Pero no resultó ser la excepción, sino la norma, pues los seis herederos del trono –unos en mayor medida que otros– devaluaron el tipo de cambio a lo largo de sus respectivos sexenios y se devaluaron políticamente (en una proporción mucho mayor al de la moneda).

Transcurridos treinta y tres años de aquella sentencia del autodenominado último presidente de la Revolución, el balance arroja un saldo verdaderamente espeluznante: en ese periodo, la apreciación del tipo de cambio del dólar con respecto al peso ha sido cercana a 80 mil por ciento, e incalculable la devaluación, ética y política, de los presidentes de la República, en particular, y la clase política, en general.

Pues bien, ha correspondido al gobierno que llegó a salvar a México imponer récord histórico al tipo de cambio peso-dólar, y profundizar su devaluación política. Ayer, la divisa estadunidense se vendió en ventanilla a 15.78 bilimbiques (llegó a 15.85 en la jornada cambiaria), lo que en buen castellano quiere decir 15 mil 780 papeles nacionales por cada billete verde (recuérdese que en el gobierno de los mitos geniales, Salinas-Aspe, simple y sencillamente le borraron tres ceros de la cotización).

De acuerdo con el registro, el mayor nivel en el tipo de cambio peso-dólar se observó en el gobierno calderonista, el cual a los mexicanos prometió vivir mejor: el 9 de marzo de 2009 la cotización del billete verde llegó a 15.69 unidades, en plena sacudida económica-financiera por la brutal crisis de ese año, es decir, el catarrito diagnosticado por Agustín Carstens, entonces secretario de Hacienda y actualmente gobernador del Banco de México.

Cuando Enrique Peña Nieto se instaló en Los Pinos, el primero de diciembre de 2013, el tipo de cambio peso-dólar llegó a 13.04 unidades por billete verde. Veintisiete meses después, impone récord con 15.78 bilimbiques por dólar, de tal suerte que la devaluación acumulada en el periodo ha sido de 21 por ciento, una proporción lo suficientemente grande como para que todavía los locutores oficiales defiendan la tesis del deslizamiento.

Si las riendas políticas se le fueron de las manos, es un hecho que las económicas nunca las tuvo cerca y la situación es cada día más crítica. Habrá que esperar un mayor tipo de cambio y estar atentos a los coletazos devaluatorios, entre ellos el de mayores precios y crecientes tasas de interés bancarias (cuidado con las tarjetas de crédito y los precios de los alimentos, especialmente).

En vía de mientras, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) advierte que la economía nacional comienza a dar muestras de que su ritmo de crecimiento no será tan elevado como se había esperado. La información concerniente al mes de diciembre que dio a conocer el Sistema de Indicadores Cíclicos reveló que si bien el indicador coincidente continúa por encima de la tendencia de largo plazo, su nivel de crecimiento fue ligeramente inferior al exhibido el mes pasado. Por su parte, el indicador adelantado continúa a la baja ubicándose prácticamente en la tendencia de largo plazo.

El hecho de que la tasa de crecimiento económico no alcance un nivel más alto, dejando de lado la coyuntura internacional, es consecuencia de la debilidad del mercado interno. A pesar de que la tasa de desocupación en enero fue de 4.5 por ciento en términos anuales, una de las más bajas en los últimos años, la estructura del personal desocupado no ha registrado una mejoría significativa. Al revisar a la población con base en sus antecedentes laborales, las personas que cuentan con experiencia representan más del 89 por ciento de los desocupados; con respecto al nivel de instrucción, el 37.4 por ciento de los individuos desocupados cuentan con estudios de nivel medio superior y superior, en contraste con el 6.7 por ciento que representa a los desocupados que no concluyeron la primaria.

De esta forma, apunta el CIEN, se puede deducir que los empleos que se generan no requieren de un alto grado de especialización y por lo tanto su nivel de remuneración tiende a ser más bajo; lo anterior se puede ver reflejado en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del último trimestre del año pasado, en donde el número de trabajadores que percibió más de 3 salarios mínimos disminuyó en un millón 64 mil, mientras que los que ganan más de uno y hasta 3 salarios mínimos aumentaron 988 mil. Tal situación no es coyuntural; ha estado presente en el mercado laboral desde prácticamente el último trimestre de 2007, fecha a partir de la cual los trabajadores que devengan más de tres salarios mínimos se han reducido 23 por ciento (3 millones 190 mil personas) con respecto al último trimestre del año pasado, en tanto que los que ganan más de uno y hasta tres salarios mínimos han aumentado 23 por ciento (4 millones 426 mil personas) durante el mismo período de comparación.

Por otro lado, explica el centro de investigación referido, los efectos de la caída en el precio del petróleo comienzan a verse reflejados en el sector externo. Si bien las exportaciones petroleras han representado en promedio alrededor del 10 por ciento del total en los últimos tres años, en enero pasado sufrieron una caída de 47.3 por ciento con respecto al mismo mes de 2014. Adicionalmente, aun cuando las exportaciones manufactureras aumentaron 5.6 por ciento, impulsadas por el sector automotriz (15.3 por ciento), esto no fue suficiente para mitigar el efecto negativo de la parte petrolera, de tal forma que las exportaciones totales durante enero exhibieron una caída de 1.8 por ciento a tasa anualizada.

Con todo, a pesar del resultado negativo para el primer mes del año, se espera que el sector externo mantenga un buen desempeño a lo largo de 2015 debido a las perspectivas favorables en la economía de Estados Unidos, aunque, por lo visto, ayer la mejoría allá se tradujo en un empeoramiento aquí, vía de tipo de cambo. El panorama internacional no está exento de riesgos que podrían alterar el desempeño del sector exportador mexicano, de ahí la necesidad de alentar la capacidad de consumo nacional. Para lograr niveles de crecimiento superiores a 3 por ciento, es imperativo mejorar las condiciones del mercado interno mediante inversión que fomente la innovación, la investigación y el desarrollo que permita elevar la productividad de los trabajadores y esto, a su vez, se traduzca en remuneraciones de calidad para el mercado laboral.

Las rebanadas del pastel

No cabe duda que el de EPN es un gobierno de consenso: ha logrado que todos los sectores lo alucinen.

Twitter: @cafevega