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El son es una música rural en la cual está muy arraigado el machismo: Alejandro Loredo

Caña Dulce y Caña Brava rompe moldes con una versada femenina

El grupo interpreta con una sonoridad diferente a la de costumbre: Tocamos más suavecito, con otra intensidad, dice Violeta Romero

En abril presentarán Sones jarochos, en el Imer

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Caña Dulce y Caña Brava está formado por Adriana Cao Romero, Violeta Romero, Raquel Palacios Vega y Alejandro Loredo
 
Periódico La Jornada
Sábado 7 de marzo de 2015, p. 8

“Esta es una música rural en la cual está muy arraigado el machismo. En la ciudad hay influencia de nuevas ideas sobre el respeto de géneros. Pero me ha tocado escuchar anécdotas de personas conocidas en nuestra comunidad que entre broma y cierto hacen comentarios como: ‘¿tú que opinas?, si eres mujer’.

Caemos en esos juegos ridículos de que somos machos y nos perdemos de la diversidad de expresiones, comenta a La Jornada Alejandro Loredo, quien toca la guitarra en el grupo Caña Dulce y Caña Brava, el cual destaca la sensibilidad femenina en la música, el canto y la lírica en el son jarocho, género históricamente interpretado por hombres.

Caña Dulce y Caña Brava son: Adriana Cao Romero Alcalá, arpa y voz; Raquel Palacios Vega, jarana y voz; Violeta A. Romero Granados, jarana, voz y zapateado, y Alejandro Loredo.

“Casi toda la versada que se usa en el son jarocho es muy masculina. Es de hombre que le canta a la mujer.

“Casi siempre en los fandangos hablamos de cosas de ellas… Ahí estamos cantándole a las mujeres, como para enamorarlas. Pues ahora nuestra propuesta es justo en ese sentido: en la versada. Tratamos de aportar versada para mujer. También en la sonoridad se nota una diferencia: tocamos un poco más suavecito, con otra intensidad”, comenta Violeta Romero.

Caña Dulce y Caña Brava, nacida en 2008, se suma a ese jolgorio nacional que significa, en todo el México de principios de siglo, el fenómeno cultural del renacer de las músicas tradicionales, dijo de esta agrupación el escritor, poeta y repentista cubano Alexis Díaz-Pimienta.

El combo tiene nuevo material: Sones jarochos. Así, un nombre sin mayor complicación ni pretensión. Una placa en la que no se quiere rescatar el son, sino tocarlo y bailarlo con legitima naturalidad.

Presentarán el disco el 24 de abril, en el estudio A del Instituto Mexicano de la Radio (Imer), desde donde también se transmitirá por Radio México Internacional a través de Internet.

El concierto será gratis; participarán los músicos invitados en álbum: Valeria Rojas en la voz (integrante de Los Folkloristas), Vladimir Bendixen Ayala en la fídula (una especie de viola) y Enrique Palacios en la guitarra leona. En tanto, este sábado darán una probada en una presentación en un lugar llamado Hojas de Té (en calle Oslo, número 7, colonia Juárez) con un costo de entrada de 100 pesos.

Entre juego y juego…

Entre juego y juego, desde niños nos hemos aprendido los sones. Las melodías tradicionales. Eso se ve reflejado en nuestro disco. No tenemos grandes arreglos, pero hacemos la música desde el corazón y creo que sí se nota, asegura Raquel, quien viene de dos de las familias del son más tradicionales: Los Vega y Los Palacios.

Raquel, depositaria de esta tradición, dice que sí existe esa diferencia en cuanto a la acústica entre lo masculino y femenino en el son.

Se nota por ejemplo en la intensidad de las jaranas, que de alguna manera, tienen un lenguaje diferente. Participó también con el grupo Los Vega, en el que la mayoría son hombres; ellos tienen una manera distinta de tocar el instrumento y de cantar. Hay una diferencia, simplemente porque las mujeres tenemos un lenguaje propio y eso no quiere decir que tengamos algo contra ellos, o una rivalidad ni mucho menos, pero hacemos sonidos más suaves y las letras son diferentes.

La invitada del disco, la cantante Valeria Rojas, confiesa que las tres mujeres de Caña Dulce y Caña Brava son mis maestras. Es un grupo único, no hay otro igual, desde la versada, porque cuentan sus historias cantando; son mujeres íntegras”.

El hombre del grupo, revela que desde los 10 años toca, y siempre ha tenido inclinación hacia los sonidos poco comunes. A los que hacen algunas personas mayores: los viejos, cuya forma de tocar es muy parecida a la de las mujeres en cuanto al trabajo: no se andan tan a la carrera, dan su espacio a las notas, las abren a los matices que, los hombres, en el derroche de energía, olvidan.

Alejandro afirma que es maravilloso este proyecto de mujeres que han demostrado que merecen un lugar en la comunidad de soneros por medio de su trabajo. El disco es solamente una consolidación de ideas y trabajo.