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El equipo de Coapa, bajo la dirección de Gustavo Matosas, vuelve a ganar un clásico

América ahonda crisis de los Pumas, que acumulan tres derrotas al hilo

El técnico Guillermo Vázquez estima que deben trabajar más en la definición

Extrañamos a Daniel Ludueña, opinó el rector José Narro

Reportan autoridades saldo blanco en CU

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Javier Cortés intenta una chilena en medio de varios defensas del AméricaFoto Víctor Camacho
 
Periódico La Jornada
Lunes 23 de febrero de 2015, p. 2

La ilusión de repuntar en el clásico ante el América se le disolvió a Pumas de un manotazo. A pesar del empeño en la primera parte, los persistentes fallos ofensivos no sólo les impidieron enmendar el camino, sino además se llevaron la derrota de 1-0 ante las Águilas, la tercera de manera consecutiva en el torneo.

Los auriazules jugaron con más espíritu que tino. El conjunto estuvo dispuesto a salir rápido al frente, sin retener la pelota y con la concentración en la línea defensiva para impedir otro despliegue como el que el América tuvo la jornada anterior, en la que propinó 5-0 a Jaguares. Algún temblorcillo debió tener Guillermo Vázquez con el recuerdo fresco de esa actuación del rival y de los seis goles que había recibido el conjunto auriazul en los dos partidos recientes.

En el otro lado de la cancha, el América apostó por el orden. Cada línea pulsaba firme y recelosa de no perder la posición, de modo que las llegadas del visitante no abundaron en la primera parte. Era un equipo discreto que estaba lejos de aquel conjunto malencarado e implacable de hace una semana.

Los escasos espacios que se permitieron ambos equipos hicieron que el partido se volviera tenso y sufrido, de mucha labor en el mediocampo y pocos desplazamientos entre línea y línea. Y a las pocas llegadas que los Pumas generaron les hizo falta algo. Un detalle: puntería, fuerza, oportunidad o simple fortuna, pero algo valioso que les impidió abrir el marcador.

Eduardo Herrera parecía extraviado. Aunque no dejó de correr, esta vez parecía que titubeaba antes de que sus piernas actuaran. Tuvo dos oportunidades en el área en la parte inicial: la primera a los 10 minutos, al recibir un pase que tardó en resolver y terminó entregando el balón a las manos de Moisés Muñoz. La segunda, la más clara de todo el juego, llegó al minuto 20, cuando el delantero entró con seguridad por el flanco izquierdo, ya en el área y sin ángulo disparó al arco, pero Muñoz alcanzó a manotear para salvar a las Águilas.

El intermedio sirvió de respiro para dos equipos que no se encontraban el modo y que sólo habían hecho gasto de energía. Gustavo Matosas se veía nervioso, aunque su apariencia cuidada con pulcritud estaba inalterable.

En la segunda parte llegó la oportunidad del América y no la desaprovechó. En un contragolpe de Rubens Sambueza, quien apenas pisó el área disparó con fuerza hacia la portería, pero Alfredo Saldívar reaccionó y rechazó la pelota. El rebote, sin embargo, quedó sin resguardo y Darío Benedetto la prendió con efecto, para que siguiera una trayectoria elíptica que nadie pudo detener. Todos, jugadores de ambos equipos, aficionados y portero, sólo siguieron con la mirada el único gol de la tarde.

Después del tanto a los 52 minutos, el cuadro local decayó en el ánimo y los espacios empezaron a agrandarse como para que el América acariciara la posibilidad de hacer más vergonzosa la cuenta para los locales. Corrieron varios minutos para que Pumas sacudiera la cabeza y tratara de recuperar el equilibrio y buscar el empate.

Pero sin esa minucia que hace la diferencia entre un gol y un intento, los Pumas no dejaron de terminar jugadas en el área tirándose de los cabellos de rabia. A veces con tiros de Dante López que se quedaban en manos de Muñoz. Otra de Matías Britos que el arquero americanista alcanzó a tapar. Y una más, casi melancólica, de David Cabrera mandando la pelota con desesperación en dirección a la tribuna.

Pese a la tensión de este partido, la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal informó que hubo saldo blanco, con 35 personas detenidas por reventa.

El América se fue del encuentro sin decir una palabra. Fue el primer clásico ganado por Gustavo Matosas, tras una sequía en estos encuentros en torneo regular cuando el equipo era comandado por Antonio Mohamed. Por Pumas dio la cara el entrenador, Guillermo Vázquez, con unas cuantas frases que reflejaban desánimo.

Qué más quisiéramos que dar satisfacción y alegría a la gente, el equipo se entregó y nosotros también quedamos dolidos por estos resultados, dijo el técnico universitario, quien agregó que en su puesto los resultados mandan, pero que mientras no digan otra cosa seguirá trabajando por corregir la falta de contundencia.

Pese a la derrota, la afición universitaria despidió con afecto a su equipo. Aunque empiezan a sentir los estragos de perder tres veces consecutivas y sobre todo este partido. En estos momentos extrañan, como dijo el rector de la UNAM, José Narro Robles, el pie fino y certero de Daniel Hachita Ludueña, quien se encuentra lesionado.