Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 25 de enero de 2015 Num: 1038

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Ayotzinapa
y el drogadicto
que vende armas

Víctor Manuel Mendiola

Cinco vistas
del Monte Fuji

Alberto Blanco

Décimas
Ricardo Yáñez

Emmanuel Carballo
y la autobiografía

Vilma Fuentes

Albert Camus,
el exilio en casa

Juan Manuel Roca

La tercera independencia
de América Latina

Gustavo Ogarrio

Tomás Montero Torres:
el presente es
pasado aún

Sergio Gómez Montero

Leer

Columnas:
Galería
Ricardo Guzmán Wolffer
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


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Hugo Gutiérrez Vega

Un libro de juan manz (II Y ÚLTIMA)

En el fondo de la escena, el escultor enamorado de su obra, el que gritó: “¡Habla!” a su Moisés, no puede apartar la vista de tanta perfección.

A pesar del silencio del mármol el mancebo entabla un diálogo misterioso con algunos de los que admira. Ese diálogo camina por los rumbos de la creación artística que es, ya lo decía Marx, “una dimensión esencial de lo humano”. Hay en él un susurro sobrenatural y la admiración por ese momento dorado de la humanidad que fue el Renacimiento. En él participamos todos, pero la voz predominante tiene la humildad del trabajo pastoril.

Yo quería
nada más
mi anhelo era alabarte
me contentaba la sola idea
de ser guardador de mi ganado
que es el tuyo
Como tú
sólo deseaba
pastorear a mi rebaño
llevarlo a lo más alto del otero
y trashumar la dehesa
en otros verdes.

La rogativa final del libro se dirige a Sabaoth, el Señor de los ejércitos.

Porque yo te conozco
y amo demasiado
y en Ti templo mi espíritu
sé que Tú no eres
el Señor de los ejércitos
y de ninguna manera
estás de acuerdo
en que se mate a nombre tuyo
ni de nadie.

Porque tú me conoces
y amas demasiado
y ardes con el fuego de estos versos
y pulsas cada intención
latida por mi sangre
sabes que yo iré tras mis contrarios
por mi cuenta por mi cuenta
por mi solitaria cuenta

En el mundo se va reduciendo y los misterios se entregan a quien tiene la virtud de la simplicidad.

Tú no tienes misterios
para mí Señor
eres tan tierno y pastor bueno
y niño
con rebaños nuevos

que te miro estar
ir y volver
tras la invisible comba
que salvan las ovejas
en el tráfago de claridad umbrosa
que tiembla con mi alma

ahora que la luz levanta
y sienta precedente.

Muchas gracias Juan, por este libro de alabanzas, reflexiones y ruegos. En él nos dices que la poesía es una oración lanzada a la rosa de los vientos. Por eso Díaz Mirón, con intensidad postromántica, la llama “radioso Arcángel de ardiente espada”, la espada que sella los labios del profeta, el fuego que arde en el alma de las palabras.

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