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Es el proyecto de mi vida, porque yo soy mis cuentos, expresa el autor en entrevista

Ignacio Padilla retrata la fiereza de lo humano en Las fauces del abismo

Se trata de nueve relatos breves del considerado máximo exponente de la generación del Crack

 
Periódico La Jornada
Domingo 18 de enero de 2015, p. 6

Un cierto sabor a añejo, a literatura de tiempos remotos, es el que deja el libro Las fauces del abismo, en el que Ignacio Padilla (ciudad de México, 1968) retoma elementos de la tradición oral de diferentes culturas para confeccionar un catálogo de bestias y monstruos que retratan la fiereza de lo humano.

Son nueve relatos breves en los que el autor, considerado uno de los máximos exponentes de la generación del Crack, lo mismo alude a una especie de arañas con la facultad de alterar la memoria de sus depredadores que revela los secretos de los antiguos maestros venecianos para elaborar sus codiciados espejos.

Desentraña, de igual manera, los motivos por los que un pintor austriaco decimonónico se hizo misántropo y dedicó su delirante obra a animales exóticos, además de profundizar en los enigmas de un antiguo tratado pseudocientífico y compartir las andanzas de un joven por el desierto al lado de un sabio sufí.

Labor de décadas

Publicado por Océano, este volumen forma parte de un proyecto cuentístico en el que el escritor trabaja desde hace 30 años, según apunta él mismo en entrevista.

Es el proyecto de mi vida, porque yo soy mis cuentos, explica. Es posible establecer una línea de mis búsquedas, mis propuestas y mi ser por medio de todos los relatos que he hecho.

De tal manera, por ejemplo, en un momento que buscó reflexionar sobre el sexo femenino –refiere– escribió un libro de cuentos sobre muñecas y mujeres, y en otro que se interesó por los hermanos, dedicó todo un volumen a esa relación.

“Creo firmemente en los libros de cuentos unitarios. Confieso que extraño las grandes propuestas que han existido en ese sentido, como El Aleph, El llano en llamas y Confabulario; es una tradición que me gustaría recuperar, la del volumen unitario, que no sólo es tal, sino que forma parte de una propuesta vital”, afirma.

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Padilla explicó que para su libro le fueron útiles sus lecturas de textos del Talmud y de literatura zen, entre otrasFoto María Luisa Severiano

“Quisiera que mis cuentos se lean en un futuro, cuando no esté, como mi biografía. A todos los encuadro en lo que llamo micropedia; ése será algún día el nombre de mi obra cuentística.”

Este más reciente libro de Ignacio Padilla forma parte de una propuesta más amplia de crear un gran bestiario, integrado por tres o cuatro volúmenes más, que tiene como propósito reflexionar sobre su propia animalidad, mediante monstruos y animales subterráneos, terrestres, marinos y aéreos.

Si bien acepta que sus búsquedas literarias han tenido muchos avatares y que como creador ha explorado diversos senderos, el escritor destaca su predilección por el cuento, género en el que considera yace su principal aportación literaria: Mis novelas y obras de teatro son accidentes del cuentista que soy, indica.

Para la elaboración de Las fauces del abismo, el autor destaca la utilidad de sus lecturas de textos del Talmud, de los sufís, de literatura zen y tratados científicos y de alquimia así como haberse formado escuchando los sermones y las lecturas en la iglesia.

Sin embargo, aclara que siempre ha evitado investigar demasiado para hacer sus libros. Ello no implica que no le interese ser lo más verosímil posible: Quiero ser creíble. Quiero el lector inteligente, el lector con ganas de chambear, que se pregunte qué de lo que relato es verdad, y que mi propuesta sea, sobre todo, una verdad de las mentiras.