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En 1995 cayó la avioneta que pilotaba el compositor y director de la OFUNAM

A 20 años de la partida de Eduardo Mata, persiste su legado y no cesa la utopía

La música clásica, en particular la de autores contemporáneos, se ha ido arrinconando en la sociedad, señaló

Insistía en la inclusión de la educación artística elemental en la primaria

 
Periódico La Jornada
Lunes 5 de enero de 2015, p. 7

Ante el silencio generalizado, ayer domingo se cumplieron 20 años de la desaparición física, al caer a tierra la avioneta que pilotaba, del compositor y director de orquesta Eduardo Mata (1942-1995).

El consenso generalizado apunta a un descobijamiento notorio en la cultura musical de México. Ni hay una batuta que lo remplace, en cuanto a su elevado nivel interpretativo y labor divulgadora y educacional, ni existe un sistema oficial que garantice el goce estético de la música, confinada a públicos escasos.

El propio Eduardo Mata encabezó una labor titánica para rescatar la música para las mayorías, desde su posición como director de la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM), en su antigua sede, el Auditorio Justo Sierra, hasta lograr la construcción de la mejor sala de conciertos de América Latina: la Sala Nezahualcóyotl, actual sede de la orquesta universitaria.

Logró también la construcción de otra sala de conciertos inigualable, en Dallas, Texas, cuando fue titular de esa orquesta.

Visionario y vigente

En su discurso de ingreso a El Colegio Nacional, en 1984, pintó el panorama que todavía, 20 años después, prevalece:

La música clásica y en particular la de autores contemporáneos, se ha ido arrinconando en nuestra sociedad para convertirse en una subcultura de iniciados.

Reconoció, sin embargo, que la apreciación cabal del arte superior por el gran público requiere tiempo y perspectiva, pero pocas veces en la historia la brecha entre lo que hacen los compositores vivos y el público ha sido tan grande.

El estado de las cosas en 1984, apuntó Mata, se da por la progresiva degeneración del producto que las industrias de la música, fenómeno típico del siglo XX, ofrecen al consumidor.

Mediante un sistema de retroalimentación se ha ido degradando paulatinamente la calidad de la música que se ofrece a través de los medios de comunicación masiva.

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Eduardo Mata, en la imagen, encabezó una labor titánica para rescatar la música para las mayoríasFoto Archivo

Reflexión puntual

Señaló: Al público hay que darle lo que pida, dicen los comerciantes. El público acepta pasivamente lo conocido y lo que intelectualmente implica el menor esfuerzo, para lo cual se le ha ido condicionando subliminalmente.

Sostuvo: Falazmente se confunde lo popular con lo comercial. Se ha utilizado lo vernáculo, entendido como la sustancia yacente del alma popular, como ingrediente y señuelo de un producto final ramplón e intrascendente.

Propuso, en consecuencia: “Es imperativo integrar programas de educación artística elemental a la enseñanza primaria, para conectarlos luego con las escuelas de iniciación artística que ya existen operando de manera deficiente.

“Hay que examinar, con rigor implacable, los planes de estudio y funcionalidad de las escuelas profesionales, para hacerlas trabajar de acuerdo con las necesidades urgentes del país.

Cada día perdido en el estancamiento de nuestros maltrechos aparatos de enseñanza musical profesional significa, en la práctica, años de retroceso y la negación de oportunidades a nuestros jóvenes aspirantes a músicos, que tanto necesitamos.

En contraste, 20 años después de la desaparición física de Eduardo Mata persiste su ejemplo, continúa su legado, no cesa la utopía.

El maestro Ignacio Toscano, titular del programa Instrumenta Oaxaca, es el principal promotor del legado de Eduardo Mata, con una variedad muy completa de actividades en lo educativo y en lo profesional.

La UNAM, en tanto, fundó la Orquesta Juvenil Eduardo Mata, como una manera de formar músicos, a manera de cantera para la OFUNAM.

A 20 años de la muerte de Eduardo Mata, queda la reflexión crítica que él propició.