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Pide un deseo, nueva antología de la colección La sonrisa vertical, de Tusquets

La buena literatura erótica no se oculta entre velos y bruma, es directa
 
Periódico La Jornada
Viernes 26 de diciembre de 2014, p. 6

En la literatura erótica se le tiene que llamar al pan, pan, y al vino, vino, donde el autor logre transmitir una experiencia sensorial al lector y donde el placer del otro es también el placer propio. Son dos voces las que coinciden aquí, la de los escritores Mauricio Montiel Figueiras y Luis Jorge Boone, cuyos nombres se encuentran en la antología Pide un deseo, publicado por la editorial Tusquets en La sonrisa vertical.

¿Es válido seguir llamando género erótico a esta parte de la literatura en un momento en que el sexo, explícito o no, se encuentra en todas partes y a todas horas? ¿Qué es erótico y qué no lo es? Ellos responden:

Llamarle género erótico es una convención, señala Luis Jorge Boone, quien escribió para Pide un deseo el cuento La resistencia del agua a evaporarse. “Esta separación sirve para acomodar todos los libros del tema en un solo espacio; sirve al lector para descubrir en un solo espacio de la librería estas propuestas; al editor para formar todos los libros en una colección como La sonrisa vertical, pero al autor tiene ciertos elementos o propuestas, vamos a hablar del deseo, la fantasía, la carne, el sexo, de qué historia quieres contar.

Yeats decía que el sexo y la muerte son temas que pueden interesar a cualquier mente seria, con eso pones la vida en las orillas: la de la desaparición o la de la exaltación, hacia arriba o hacia abajo. A eso juegan todo el tiempo estos cuentos. Me interesaba retratar una relación de varios personajes viendo si podían confluir.

Dice Montiel Figueiras: “Es una etiqueta conveniente. Hay muchos textos en la historia de la literatura que abordan el erotismo, que tienen escenas de este tipo y que no se consideran textos eróticos. El erotismo es uno de los temas universales por excelencia. En algún momento un escritor lo abordará, porque es parte de la vida.

“No puedo concebir personajes que no tengan esa pulsión; podría concebirlos, pero tendría que obligarme a pensar un personaje que cancele por completo su pulsión erótica, por ejemplo. Mi relato (Feliz cumpleaños, señor presidente) es quizás el más explícito que he escrito en mi carrera. Hay otros que tienen a un erotismo más onírico, más abstracto, ambiguo, pero yo quería ser muy explícito, llamar las cosas por su nombre.

Tenía esa idea de conjuntar el erotismo con el horror, continúa Montiel, “me acordaba de un epígrafe de Georges Bataille, que utilicé para otro relato erótico que escribí hace ya algunos años que dice: ‘la extrema seducción colinda probablemente con el horror’. Traté de conjuntar la vertiente de que el erotismo y el sexo puede colindar con una parte de horror, sobre todo cuando conlleva un descubrimiento, cuando hay una sorpresa. La intención era generar un terror o angustia en el lector que fuera a la par del gozo, porque son emociones que pueden estar muy cercanas, o rozándose muchas veces en ciertos encuentros eróticos, sexuales, hay un elemento de miedo por no conocer del todo al otro, cuál va a ser la reacción ante ese encuentro.”

Se trata también de decir las cosas por su nombre, no buscar metáforas ni imágenes que muchas veces terminan en lo cursi, añade. En la literatura erótica se le tiene que decir al pan, pan, y al vino, vino, decir está pasando esto y no me voy a ocultar tras velos y brumas, fosforescencias, tiene que ser algo más directo. En eso radica la buena literatura erótica, en poder recrear una experiencia sensorial, tener todos los sentidos en alerta en la escritura, y poder trasmitirlo al lector.

En Pide un deseo participan también Juan Carlos Bautista, Úrsula Fuentesberain, Pedro Angel Palaou, Gabriela Jáuregui y Daniela Tarazona.