Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 23 de noviembre de 2014 Num: 1029

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La sangre de Antígona,
de México a Madrid

Alessandra Galimberti

A la sombra del paraíso
Edgar Aguilar entrevista
con José Luis Rivas

En la cima del
Mönchsberg

Marco Antonio Campos

París, centro del arte
Vilma Fuentes

Toulouse-Lautrec,
el pintor poeta

Germaine Gómez Haro

Pintores en el cine
Ricardo Bada

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Perfiles
Mariángeles Comesaña
Cinexcusas
Luis Tovar


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La Jornada Semanal

 
 

Hugo Gutiérrez Vega

Notas sobre la historia de la prensa (VII DE VIII)

Para llevar adelante su proyecto, Lenin tuvo que enfrentarse a las influyentes gacetas Rabáchaya Mysl (El pensamiento obrero), órgano de los llamados economistas, y Rabócheie Dielo (La causa obrera), revista oficial de la Unión de Socialdemócratas rusos en el extranjero. Iskra fue objeto de múltiples represiones, así como de ataques violentos por parte de algunos grupos de la izquierda rusa. Su primer número fue impreso en Leipzig, en 1900. Más tarde se editó en Munich, Londres y Ginebra. Su tiraje era muy reducido y su circulación corría a cargo de los activistas del Partido Marxista Revolucionario de la Clase Obrera. Algunos estudiosos de los temas periodísticos opinan que Iskra fue un elemento determinante en la formación y consolidación del partido de los trabajadores rusos. Es indudable que cumplió su misión de “organizador colectivo”, de “plomada” capaz de dar coherencia a los esfuerzos de los técnicos y de los albañiles para crear una organización política. Dentro de este programa, el periódico rompía con todas las premisas de la prensa burguesa, refutaba el valor de las noticias dadas al público como anécdotas separadas del contexto sociopolítico y, por lo mismo, privadas de contenido y de significado, y buscaba que en las informaciones, artículos, crónicas, etcétera, “se hiciera el balance, tanto de las condiciones sociopolíticas de Rusia, como de las actividades del Partido”. De esta manera, el periódico se constituía en “el vínculo efectivo” entre los distintos grupos del Partido y su distribución era una tarea común de gran utilidad para la formación de la solidaridad indispensable en todas las organizaciones revolucionarias.

Otro de los propósitos fundamentales de Iskra era el de someter todos los casos concretos y las explosiones sociales que se registraban en las distintas regiones de Rusia a un análisis y a un enjuiciamiento que provocaría las discusiones y la exposición de los puntos de vista de los lectores militantes. Este sistema abierto permitía una mayor participación de los agremiados en los trabajos de programación y elaboración del periódico.

Es indudable que Iskra tenía características singulares; cumplía el papel de organizador de un partido y sus mensajes se dirigían primordialmente a lectores ya convencidos del programa partidista, que encontraban en la publicación un auxiliar importantísimo para sus trabajos de análisis de la realidad vista a la luz de un programa político concreto. Sin embargo, Iskra  también buscaba, aunque de modo secundario, ganar adeptos para el Partido y proporcionar al público algunos criterios de interpretación de la realidad sociopolítica.

Lenin resumía en ¿Qué hacer? sus ideas en torno al periódico organizador de la siguiente manera: “El plan de un periódico político para toda Rusia, lejos de ser el fruto de un trabajo de gabinete realizado por personas contaminadas de doctrinarismo y literaturismo es, por el contrario, el plan más práctico para empezar a prepararse en todas partes e inmediatamente para la insurrección, sin olvidar al mismo tiempo ni un instante la labor ordinaria de todos los días.”

No hay que olvidar, por otra parte, que la burguesía rusa y el gobierno zarista poseían un aparato muy rudimentario de control de la información y de divulgación de las pautas de conducta reforzadoras del sistema autoritario. Esta circunstancia permitió a Iskra llamar de inmediato la atención de una buena parte de la opinión pública. Lenin mismo tendría que afinar su proyecto para que funcionara en el actual momento de la información y de la comunicación de masas, porque el sistema burgués dispone de suficientes distractores, de numerosas y de muy estridentes formas de “masajeo” para opacar los mensajes críticos; posee, además, grandes máquinas encargadas de controlar la información. Frente a ellas, la prensa revolucionaria, la doctrinaria y la crítica, ven considerablemente mermadas sus posibilidades de llegar a un número importante de miembros de los distintos públicos. Su función, por lo tanto, generalmente se limita a formar y orientar a públicos muy concretos y localizados. En esto radica la importancia de su papel histórico. Representar, en el mundo de las relaciones mercantiles y de la irracionalidad burguesa, la razón y el deseo de aspirar a una sociedad humana, lo cual es una tarea absolutamente necesaria. “Hay que soñar”, dice en su libro Lenin. Esas publicaciones sueñan, sabiendo que de su sueño nacerá lo nuevo. Este sueño se volvió pesadilla con Stalin.

(Continuará)

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