Opinión
Ver día anteriorJueves 30 de octubre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Mancera, por candidatos limpios

Narcos dentro de la política

Sólo pobreza y más pobreza

P

ara nadie puede resultar extraño que hoy, como nunca, lo que se ha dado en llamar crimen organizado tenga representantes dentro de los gobiernos y los partidos políticos en todo el país. Frente a esa realidad, el jefe de Gobierno de la capital, Miguel Ángel Mancera, exige que sea el Instituto Electoral del Distrito Federal el que investigue los antecedentes de quienes pretendan algún cargo de elección popular en esta ciudad.

Y no es cosa menor. Se trata de impedir que algún narco, por ejemplo, trepe al poder político, y desde allí levante muros de impunidad que perviertan de todas formas los pactos de ley que norman la vida diaria en el país. Si eso se puede prevenir, ¡qué bueno!, pero hay otros pillos tan o más letales que los narcos, que desde hace rato controlan, como si fueran franquicias, las organizaciones políticas, y tal vez sus decisiones, cuando les toca hacer leyes, son los responsables de muchas, si no es que de todas, las desgracias que ahora vive el país.

Lo ha provocado la acción de los políticos de todos los partidos ha sido, se prometa lo que se prometa, pobreza y más pobreza, y el desempleo creciente ha engrosado las filas de la delincuencia, mientras los dueños de los hospitales o los comerciantes de todo se enriquecen sin límites. Por eso no se puede mirar hacia otro lado; es en la política donde se han cercenado, considerablemente, las oportunidades, principalmente para los jóvenes.

Y es por eso que el jefe de Gobierno empieza por exigir que se limpien las listas de quienes pretenden arribar a las diferentes instancias de gobierno, aunque parece que nada se puede hacer en contra de los pillos que, por ejemplo, con falsas credenciales de izquierda se cuelan a las organizaciones políticas y después se apoderan de ellas y tuercen horizontes y objetivos para satisfacer solamente sus ambiciones.

El momento es delicado, el año es monstruoso y el futuro parece no prometer nada que no sea desgracia. No, no es pesimismo profundo. No hay especulación ni acertijo. Los datos fríos congelan la imaginación. Quienes han estudiado lo que sucede en el país advierten que lo que ocurrió en Guerrero, y en los límites de esa entidad y el estado de México, es peor que lo que pasó en 1968. En lo económico, hay quienes sugieren que entre la baja de precio y la producción del petróleo, además de las menores inversiones productivas, el endeudamiento y la depreciación del peso, se ha configurado un escenario que mira hacia un problema parecido al de 1994; ello sin hablar de las desgracias naturales que han sacudido al norte y al sur, y que han sido una pesadilla.

Salvo esas últimas, las naturales, todas las demás desgracias pueden ser el resultado del fracaso del modelo económico, pero en casi todos lados se cierran los ojos, se secan los discursos y nadie escucha los lamentos, por eso es tan importante que ahora en el DF se empiece a enderezar la línea torcida del quehacer político. Ojalá y sea para bien.

De pasadita

¡No tienen vergüenza! Ahora nos quieren hacer creer que los jóvenes de Ayotzinapa eran parte de la mafia. Ninguna otra patraña se les podía haber ocurrido. No basta con reprimirlos, ahora se les quiere criminalizar, como si eso pudiera evitar todo el peso de la realidad.