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Debe haber un antes y un después de los lamentables hechos de Iguala: López Obrador

Justicia para Ayotzinapa, claman miles durante asamblea de AMLO en el Zócalo
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La plancha del Zócalo capitalino lució abarrotada ayer durante la asamblea informativa de Andrés Manuel López ObradorFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Lunes 27 de octubre de 2014, p. 5

Con el país en vilo, pendiente del destino de los 43 normalistas de Ayoztinapa, de nuevo a las puertas de Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador arengó a sus simpatizantes: No nos acostumbremos a la desdicha, al horror; tiene que haber un antes y un después de estos lamentables hechos en Iguala.

En la plancha del Zócalo capitalino las huestes del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y el Partido del Trabajo rubricaron la prolongada intervención del ex candidato presidencial con el coro: ¡Fuera Peña! ¡Fuera Peña!, síntesis de la demanda central que acababa de anunciar López Obrador, la renuncia del Presidente antes del primero de diciembre, como condición del renacimiento de México.

Convocada originalmente para dar parte del estado que guarda la defensa del petróleo como patrimonio nacional –en vísperas del veredicto de la Suprema Corte de Justicia Nacional sobre la viabilidad de la consulta popular en materia energética–, la realidad nacional se impone: hay un clamor por la presentación con vida de los normalistas, que relegó esta vez a un segundo plano la lucha en defensa del petróleo.

La agenda nacional está desquiciada por el caso Ayoztinapa como prioridad nacional, e inevitablemente concentró la atención de los miles de simpatizantes lopezobradoristas que acudieron a la convocatoria en la Plaza de la Constitución. Una y otra vez, desde el templete, en las pancartas, entre los gritos, se reclamó: ¡Justicia!

En esa lógica, la escritora Elena Poniatowska dedicó su discurso entero a los jóvenes desaparecidos:

Pedimos a cielo abierto y en voz alta, regrésenlos, comentó antes de mencionar uno a uno, en una escueta biografía, a los 43 normalistas desaparecidos, en una especie de homenaje, sólo interrumpido por un desvanecimiento que le impidió concluir su alocución.

Minutos después, Jesusa Rodríguez concluyó el relato y la condena a los hechos que Poniatowska había preparado. Elenita está bien, recuperándose. Tenemos Elena para rato, dijo Rodríguez a manera de parte médico.

Aunque la presencia era mayoritariamente de Morena, las huestes petistas acudieron en importantes contingentes a la convocatoria. Desde diversas entidades llegaron con sus pancartas, que esta vez tuvieron doble mensaje, signo inequívoco de la dualidad de sus reclamos.

En el anverso (según la prioridad que cada quien le confiera), lo que corresponde a la convocatoria original: que los mexicanos decidamos sobre el petróleo; consulta popular. En el reverso, la consigna sobre Ayotzinapa Vivos se los llevaron, vivos los queremos. Presentación con vida de los 43 normalistas.

En medio de la masa había quienes querían saldar cuentas internas del movimiento en esta coyuntura. Un pequeño grupo de jóvenes apresuraba la elaboración de una pancarta: Fuera Mazón de Morena. No más imposición.

Única alusión al ex secretario de Salud del gobierno guerrerense, Lázaro Mazón. Formaba parte de la secuela que ha seguido a la desaparición de los jóvenes normalistas y que lo convirtió en un político defenestrado por su presunta relación con el ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca, a pesar de sus deslindes.

Desde el templete, el líder nacional de Morena, Martí Batres, dejaba de lado pruritos, y sin miramientos condenaba al PRD por su colaboracionismo y por convertirse en parte de la clase política que tiene al país sumergido en esta crisis de valores.

Ni partido colaboracionista ni pactamos contra México, sintetizaba Batres la postura de Morena en su censura al PRD, sobre el cual sugirió que, al igual que el resto de los partidos, fue comprado con 30 monedas para aprobar las reformas neoliberales.

Entre la masa, las imputaciones no se detenían y le achacaban al sol azteca complicidad en la desaparición de los jóvenes normalistas. Sin matices, una enorme pancarta repartía responsabilidades históricas: PRI, 2 de octubre; PAN, miles de muertos en la guerra contra el narcotráfico; PRD, Ayoztinapa.

Antaño en la misma trinchera, la historia reciente obliga al deslinde a quienes ahora militan en Morena. Y las pancartas eran elocuentes de la distancia que ahora media con el PRD: Puebla (PAN), ley bala; estado de México (PRI), Tlatlaya; Guerrero (PRD), Ayotzinapa.