Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 28 de septiembre de 2014 Num: 1021

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Difícil no me es...
Ricardo Yáñez

Nuno Júdice,
a pedra do poema

Juan Manuel Roca

Laguna larga
Gaspar Aguilera Díaz

La sátira política:
actualidad de
Aristófanes

Fernando Nieto Mesa

László Passuth,
el cronista insólito

Edith Muharay M.

El ALMA sonora
del Universo

Norma Ávila Jiménez

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Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
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Francisco Torres Córdova
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Las Rayas de la Cebra
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Verónica Murguía

Se logró lo imposible

Hoy, las ridículas disculpas de Carlos Manuel Treviño se escuchan en todas las estaciones de radio y de televisión. Es el funcionario que insultó a Ronaldinho. No repetiré aquí el agravio, ni las excusas risibles. No diré nada sobre las reacciones unánimes de reprobación y lo que pienso sobre este tema en particular, porque no puedo aparentar una mínima imparcialidad.

Hace años en este mismo espacio, cuando Ronaldinho jugaba para el Barcelona, escribí un artículo que era una manifestación de asombro ante sus habilidades: es el jugador que más he admirado. No caeré, porque es rebajarse al mismo nivel, en la tentación de comparar el físico del señor Treviño con el de mi futbolista favorito. Baste decir que es claro el que el señor Treviño no podría darle a una pelota ni aunque fuera de esas para hacer Pilates.

Este escándalo pasará, pero no el proceso de putrefacción del PAN: cuando el lector lea estas líneas, quizás un nuevo delito, exabrupto o mentira haga bullir a la prensa. Cada día aparece una suciedad distinta en la sórdida bandera del partido. Si yo fuera Gustavo Madero mandaría a todos los miembros a sus casas, cerraría las puertas y rentaría el edificio que tienen en la Del Valle como bodega. El dinero que tienen, que no es poco, lo usaría para resarcir a las víctimas de la guerra de Calderón. El que han sacado de los moches, para mejorar escuelas.

Y es que el pan logró empeorar lo peor. A pesar de lo que imaginábamos, el PRI, una institución que parecía no poder acumular más vicios, se deterioró todavía más después de onerosos doce años de panismo.

A los expresidentes priístas no les gustaba parecer incultos. Yo no sé si es verdad que López Portillo, cuyos gestos teatrales y raterías no olvido, amaba a Shakespeare, pero él lo proclamaba como un motivo de orgullo. Ahora, después de Fox, quien se ufanaba de no haber abierto un libro en los días de su vida; después de Felipe Calderón, el violento e ignorante, tenemos a un presidente del PRI que no pudo contestar cuáles eran sus tres libros predilectos.

A los excesos priístas de siempre se han acumulado nuevos defectos: han dejado atrás la pretensión del laicismo que tanta falta hace en este país; han sumado una dizque campechana frivolidad a su ostentación acostumbrada y salen en el ¡Hola!, como sus panistas predecesores; hacen oídos sordos de los reclamos ciudadanos, los mismos que los sacaron del poder cuando llegó Fox, etcétera.

Los narcos se volvieron más violentos; la televisión más vulgar.

La izquierda se dispersó, pero de eso tienen la culpa ellos, no el PAN. El hambre aumentó, con el crimen y los desplantes de ciertos sectores de la iniciativa privada como el Grupo México, responsables del desastre humano de Pasta de Conchos y el ecológico en el río Bacanuchi.

Los funcionarios priístas de todo el país se pavonean, se encogen de hombros: “¿no que no estaríamos de regreso?”, parecen decirnos. Me los imagino untándose Resistol 5000 en las manos. No sé cómo le vamos a hacer para que se vayan.

Los más pesimistas lo vimos venir. Otros pensaron que el PRI cambiaría, que sería “el nuevo PRI”. Los pusieron de nuevo en el poder y ahora no saben ni a qué santo encomendarse. Pero lo que pocos calcularon es hasta qué punto se corrompería el PAN.

En lugar de aprender a gobernar, a lo largo de estos doce años aprendieron cómo traicionar al país. Es como si ya no supieran que deben tapar sus inmundicias, lección primera de todo político. Sólo en lo que va del año hemos visto a Juan Barrera Espinoza, militante de Jalisco, posando grotescamente y presumiendo su filiación neonazi con un grupo de esperpentos con flecos hitlerianos; supimos que los funcionarios Sergio Israel Eguren y Rafael Medina Pederizini manosearon a una mujer y golpearon a su marido en Fortaleza, Brasil, durante el Mundial de Futbol; que el señor Pedro Torreblanca Engell, amigo de los golpeadores y funcionario como ellos de la delegación Benito Juárez, insultó a quienes criticaban a sus compañeros; en agosto el video que muestra a Luis Alberto Villarreal manoseando a una bailarina de table dance recorrió todo el país, y ahora lo de Treviño. Sospecho, además, que esto lo sabemos porque los actores no lo consideran importante. Lo más siniestro, como suele suceder, lo ignoramos.

Que se acabe, que desaparezca el PAN. Y que no sea sustituido por otro partido semejante, lleno de hipócritas. Por favor.