Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 28 de septiembre de 2014 Num: 1021

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Difícil no me es...
Ricardo Yáñez

Nuno Júdice,
a pedra do poema

Juan Manuel Roca

Laguna larga
Gaspar Aguilera Díaz

La sátira política:
actualidad de
Aristófanes

Fernando Nieto Mesa

László Passuth,
el cronista insólito

Edith Muharay M.

El ALMA sonora
del Universo

Norma Ávila Jiménez

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Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
L. T.
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
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Alonso Arreola
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La Jornada Semanal

 

El alma sonora
del Universo

Norma Ávila Jiménez

En el mercado de San Pedro Atacama, Chile, es común la venta de hojas de coca, además de caramelos, chiclosos y té de esa planta. Turistas y aldeanos que transitan entre las calles con paredes de adobe consumen esos productos para combatir alguna enfermedad, por curiosidad o por gusto. Otros como nosotros, un grupo internacional de periodistas, tomamos té de coca para poder subir sin sufrir malestares al Atacama Large Milimeter/submilimeter Array (ALMA) o Arreglo Grande Milimétrico/submilimétrico de Atacama, ubicado a 5 mil metros de altura en el llano de Chajnantor, en los Andes, al norte de Chile, y considerado el telescopio más poderoso en su tipo. Invitados recientemente por el Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés), tuvimos la oportunidad de observar cómo operan las sesenta y seis antenas (parábolas) de este conjunto ubicado en una de las zonas más áridas y altas para la observación del universo invisible.

alma sonora

Financiado por los catorce países europeos integrantes de ESO, Estados Unidos, Canadá, Taiwán y Japón, en cooperación con Chile, ALMA capta las ondas de luz emitidas por los cuerpos celestes en el rango de los 0.32 a los 3.6 milímetros de longitud. Esto significa que permite a los astrónomos asomarse a un espectro imposible de registrar con los telescopios ópticos porque la atmósfera y el vapor de agua lo absorbe: las ondas de radio. Escuchan esa música del cielo proveniente de la radiación del Big Bang –génesis del Universo–, de galaxias primigenias que comenzaron a formarse hace 10 mil millones de años, así como la de grandes nubes frías del espacio interestelar, úteros donde se gestan estrellas y sus sistemas planetarios. Las notas milimétricas y submilimétricas informan sobre la composición química de esas nubes, acerca de las leyes físicas que las rigen, y en un futuro probablemente ayudarán a detectar vida.

Antes de subir a alma nos tomaron la presión: quien la tuviera en un rango fuera de lo normal se quedaría abajo, en la Oficina de Soporte, a 2 mil 900 metros. Afortunadamente todos pasamos la prueba. En el camino al llano de Chajnantor, vicuñas con su pachón pelaje café, burros salvajes y especies endémicas de cactus fueron el tema predilecto de los encuadres fotográficos.

Un viento helado –la temperatura era de menos seis grados centígrados y la velocidad del viento de aproximadamente 40 kilómetros por hora–, que congelaba las manos y las orejas, nos dio la bienvenida a este conjunto de radiotelescopios. Como medida de prevención, personal de eso nos ofreció tanques de oxígeno individuales, en caso de ser necesario: a 5 mil metros de altura la concentración de oxígeno en la sangre disminuye. “Los trabajadores de mantenimiento que requieren estar por horas trabajando en las parábolas, utilizan un tanque que les brinda oxígeno continuo”, señaló Laura Ventura, oficial de Divulgación de eso en Chile.

Los investigadores y técnicos que en ese momento trabajaban con alma nos mostraron cómo cincuenta antenas de doce metros de diámetro en la parábola se dirigen al unísono, como si fueran un solo telescopio, hacia el mismo objeto celeste. Las ondas captadas por todas son traducidas a una sola imagen detallada, por medio de la interferometría.

El otro conjunto de antenas –al que llaman Almita– lo conforman cuatro antenas de doce metros de diámetro y doce de siete metros que también trabajan tipo interferómetro. Aunque suene trillado, ver moverse a las antenas parejitas, como una coreografía de movimientos simétricos, hizo recordar escenas de la película Contacto.

Dependiendo de la galaxia, sistema solar o nube interestelar que se estudie y del zoom requerido, las sesenta y seis parábolas pueden colocarse a distancias que van de los 150 metros a los 16 kilómetros. Los datos obtenidos pueden complementar las investigaciones realizadas con los cuatro telescopios ópticos de eso ubicados en el Cerro Paranal –el Very Large Telescope (ver La Jornada Semanal núm. 1015, 17/VIII/14).

Otto y Lore

Laura Ventura nos habló de Otto y Lore, dúo inseparable que vence las vicisitudes del clima y no teme a la altura. Conforman un “vehículo doble de 20 metros de largo, seis metros de ancho y con veintiocho llantas enormes”, capaz de transportar cada antena –cuyo peso es de aproximadamente 100 toneladas–, desde la Oficina de Soporte hasta la sede de alma, o en el llano de Chajnantor, a diferente posición. Cuando el clima no es muy placentero, Otto y Lore “tardan hasta dos días en recorrer los 28 kilómetros desde la Oficina de Soporte hasta alcanzar los 5 mil metros de altura (con paradas para comer y descanso)”, porque avanzan lento para no dañar la antena y colocarla en el sitio asignado con precisión milimétrica.

El agua y los agujeros negros

¿Que hay agua en los agujeros negros, en esos caníbales del Universo que se tragan todo, hasta la luz? Esa es la investigación desarrollada por Violette Impellizzeri, astrónoma de eso que labora en alma y a quien entrevistamos al bajar del arreglo de parábolas: “Estudio los agujeros negros ubicados en el centro de galaxias supermasivas.” Sus discos de gas y polvo pueden contener moléculas de agua. Al rotar, la energía despedida por esos discos aumenta la de dichas moléculas, provocando la emisión de microondas conocidas como máseres. “Con ALMA es posible detectar su espectro.”

Como astrónoma de base –trabaja dos semanas continuas por una de descanso–, no sólo se dedica a su investigación; también corre la de otros equipos aceptados por el comité de selección del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array, que decide cuáles proyectos son viables de realizar en esas longitudes de onda. “Hago trabajo para otros astrónomos, ellos no vienen a este observatorio; así me di cuenta de que un equipo de Japón está trabajando lo mismo que yo; somos una comunidad pequeña.”

Esperemos que ALMA haga arqueología cósmica y dé respuestas a las disonancias sonoras.