Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 28 de septiembre de 2014 Num: 1021

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Difícil no me es...
Ricardo Yáñez

Nuno Júdice,
a pedra do poema

Juan Manuel Roca

Laguna larga
Gaspar Aguilera Díaz

La sátira política:
actualidad de
Aristófanes

Fernando Nieto Mesa

László Passuth,
el cronista insólito

Edith Muharay M.

El ALMA sonora
del Universo

Norma Ávila Jiménez

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Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
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L. T.
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
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Alonso Arreola
Twitter: @LabAlonso

Érase una vez un disco al revés

Acaban de concluir la grabación de su disco debut, aunque llevan casi tres años como banda. Desde el principio –tras múltiples experiencias en las que todo comenzó con la hechura de un álbum– decidieron hacer las cosas al revés. Primero se juntarían por puro gusto para compartir sonidos y palabras y ya luego, si realmente ocurría algo de magia, se subirían a un escenario. Así sucedió. Partiendo de una sola composición que abordaron en situaciones peculiares (Museo de la Ciudad de México, Caradura, Centro Cultural España, Aniversario de la revista Rolling Stone), de a poco se fue desarrollando una amistad importante entre ellos.

Sin tener que ponerse de acuerdo coincidieron en madurar las ocurrencias para que dejaran la infancia sin forzarlas y, a base de ensayos constantes, se convirtieran en algo con cara de canción, aunque lo suyo sería más tipo spoken word o poesía extendida. Entonces se vería la pertinencia de hacer un registro en estudio. Claro, tampoco pensaron en el mercado ni en la industria. (Los cuatro involucrados tienen proyectos variopintos que les permiten mantener éste casi impoluto).

A los pocos meses las canciones ya eran ocho, cada una con un video para mostrarse en pantalla. Todas originales, salvo una con letra de Virgilio Expósito (“Vete de mí”), y otra con música de los Beastie Boys (“Sabotage”), las músicas fluyeron libremente en el juego de la improvisación compartida y las madrugadas sabor a agave. Exhibicionistas como son, los tres que se mueven sobre las tablas decidieron que para sus presentaciones se vestirían de un mismo color, pues el experimento literario-musical era demasiado extravagante para además volverlo solemne sobre el tinglado. No. Eso no ocurriría. Panzones y cuarentones, intentarían entretener a sus audiencias aunque la dotación fuera solamente de bajo y batería con algo de teclados y voz hablada; aunque sus letras hablaran tanto sobre muerte, desapariciones y violencia.

Con tales decisiones se estrenaron en el South By South West de Austin, Texas, en 2012. Festival sobrevaluado, lo aprovecharon para decidir si funcionaban interactuando juntos. Se respondieron que sí. Luego sonaron en el Plaza Condesa al lado de los Screaming Headless Torsos y en el Vive Latino del DF. Allí trazaron ruta hacia Querétaro, Morelos, Hidalgo y diversos espacios de Ciudad de México que tuvieran una filosofía comunitaria (Foro Alicia, Escuelita de Artes y Oficios de Coyoacán, La Nana, etcétera).

Mezcla de rock progresivo, ritmos latinos, jazz y algo de electrónica, la combinación de letras en español y náhuatl los hizo invitados en festivales de Uruguay, Costa Rica y Colombia durante 2013. Fue entonces cuando, sintiendo una pertinencia irrefrenable, solicitaron beca al Fonca para, ahora sí, trabajar en un primer disco/libro/DVD en coinversión con el sello Intolerancia. Se la dieron. Gracias a eso viajaron a Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Morelos con la intención de dar una especie de “serenatas” a gente afectada por la violencia, la desigualdad o la corrupción, pero que ha sabido permutar lo malo por cosas buenas para sus comunidades.

Las invitaciones a tocar continuaron. Recientemente viajaron al Festival FMM de Sines en Portugal y al Womad de Londres, en Inglaterra. El próximo viernes 17 de octubre tocarán en la UNAM. Dos días después, el domingo 19, lo harán en el Zócalo capitalino. El viernes 31 se subirán a un escenario del Cenart (Festival de Día de Muertos) y, para concluir el año, el sábado 22 de noviembre, presentarán en el Museo Universitario del Chopo Las horas perdidas, el susodicho álbum becado que, según creen, nace en el momento que debía aun y cuando les hayan insistido, casi exigido, tener el respaldo de un disco antes de ponerse a tocar en vivo (ridículo).

Ojalá que la/lo veamos, lectora, lector de nuestro suplemento, en alguna de estas celebraciones pues, para ser sinceros, se trata de un grupo en el que estamos involucrados y cuyo nacimiento al revés deseamos ofrecer no sólo para sentir su eco sino porque, allí lo importante, reforzó nuestra creencia en la cocina a fuego lento. Se llama Arreola+Carballo. Allí participan el baterista José María Arreola, el poeta Mardonio Carballo, el videoasta Rogelio Aguilar y quien esto firma. Disculpe el usufructo del espacio. Además del gusto por un nuevo trabajo que se cuece en el horno, lo que de verdad nos impulsa a escribir es la ruta, vieja y tristemente en desuso, que tiene al disco como fruto al final de la rama y no al principio, preocupando a las raíces. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.