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El Despertar

Felicidad, ¿por qué nos estás abandonando?

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odo indica que los habitantes del Distrito Federal están perdiendo el envidiable nivel de felicidad que tenía hace unos 10 años. En 2003, 61 por ciento se sentía muy feliz. En una encuesta reciente (Encuesta Reforma, 8/17/14) la felicidad extrema se nos cayó a los pobres capitalinos en 23 por ciento. Según la investigación los que hemos perdido más felicidad somos los varones (caída de 26 por ciento), algo para preocuparse. Par las mujeres la baja fue más discreta (16 por ciento). Como era de esperarse, los más infelices son los que están en la crisis de la mediana edad, quienes se dan cuenta de que las cosas no son tan bonitas como las habían imaginado. Los menores de 30 siguen con una idea bastante romántica de la existencia, y mantienen su felicidad. Aquellos que estamos más allá del bien y del mal, los maduritos mayores de 70, somos los más felices de todos. Hemos hecho un balance entre expectativas y logros, y nos hemos absuelto a nosotros mismos.

Es alentador que la gente esté dejando de ser feliz en México. Si con lo que nos está pasando los índices de felicidad continuaran altísimos, se demostraría que somos un país enajenado capaz de soportar un castigo aún mayor. Es imposible que seres que suponemos racionales, como los capitalinos, y en general los mexicanos, pudiéramos sentirnos felices cuando todo nuestro medio va mal. Cuando el bienestar social, económico y medioambiental parecen en franca precipitación.

Estamos empezando a reaccionar, y esto es sano. Usted lo puede constatar en su propia vida o en las conversaciones de sobremesa con amigos y parientes. La gente se empieza a exasperar porque las ilusiones infantiles que había provocado en muchos el regreso del PRI, y eso de que son rateros pero ellos sí saben gobernar, se están disolviendo y el horizonte se oscurece cada vez más.

El gobierno está haciendo su mejor esfuerzo para mantener en el engaño a la población y mantenerla o regresarla al aturdimiento y a la falsa felicidad, pero no va a ser fácil. Gastan miles de millones en propaganda, para inducir falsas expectativas, apatía y sometimiento a través de un programa maestro de inducción mediática. Pero la capacidad de manipulación tiene sus límites.

Un indicio de que los mexicanos no hemos perdido totalmente el sentido de la realidad es la constante caída del índice de aprobación de Peña Nieto en las encuestas confiables; por lo que se refiere a las áreas concretas de su gobierno, resulta catastrófica. Lejos de preocuparnos porque la gente deje de estar “jodida pero contenta“, como decían los antiguos, deberíamos sentirnos contentos: estamos despertando.

Twitter: @ortizpinchetti