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Economía Moral

Erik Olin Wright, sociólogo marxista destaca en el tema de desigualdad/ IV

Tipología de explicaciones de la pobreza: del racismo al marxismo

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no de los objetivos del análisis de la desigualdad, que he venido abordando desde la entrega del 16 de mayo, es unificar su análisis con el de la desigualdad. El capítulo 2 del libro de Erik Olin Wright (EOW) que he venido analizando (Interrogating Inequality, Verso, 1994), ofrece un intento de unificación en cuanto a la explicación (mi búsqueda incluye también la medición). EOW comienza haciendo una tipología de las explicaciones de la pobreza, que se sintetizan en el cuadro 1 y que se construye en dos dimensiones: a) la unidad de análisis central: social o individual; y b) el carácter de la causa explicativa: contingente (accidental), e inherente (esencial al sistema social). Al combinar ambas dimensiones, se conforman cuatro enfoques explicativos de la pobreza: 1) cultura de la pobreza que la explica a nivel individual con causas contingentes; 2) inferioridad genética (individual/ causa inherente); 3) estragos del cambio social (social/ causa contingente); 4) explotación de clase (social/ causa inherente).

El primer enfoque explicativo de la pobreza, común entre científicos sociales, identifica su causa principal en atributos individuales contingentes que incapacitan a las personas para funcionar efectivamente en la sociedad contemporánea. Estos atributos, explica EOW, no son inherentes a los individuos, derivan de procesos sociales y culturales. Los rasgos negativos más recurrentes que se aducen para explicar por qué los pobres son pobres son: carecen de los valores correctos, son flojos, tienen motivaciones fallidas, están muy orientados a lo inmediato, son incapaces de posponer la gratificación, y tienen baja autoestima. A este enfoque se le conoce como el de la cultura de la pobreza. En su versión más dura, dice EOW, sostiene que la transmisión intergeneracional de valores perpetúa los ciclos de la pobreza, y se encuentra en los escritos de Óscar Lewis y de Edward Banfield. En tal visión, añade, no hay mucho que pueda hacerse por los pobres más allá de proveerles ayuda para aliviar sus sufrimientos. El segundo enfoque es una forma de culpar a la víctima, dice EOW, al sostener que los pobres son pobres porque son individuos con una inferioridad genética que afecta su inteligencia.

El tercer enfoque, estragos del cambio social, atribuye la pobreza a causas sociales de tipo contingente o circunstancial y es, según EOW, el más común entre científicos sociales liberales (demócratas en Estados Unidos). La explicación se ubica en la estructura de oportunidades que los desventajados afrontan. EOW da el ejemplo de W. J. Wilson, quien explica la pobreza como el subproducto de la cambiante economía que produce niveles de desempleo muy altos en los centros viejos de las ciudades. En particular, el ocaso de la industria manufacturera, que combinaba empleos no calificados con los de media y alta calificación, ha dejado importantes segmentos de la población negra sin rutas para salir de la pobreza. De este diagnóstico se deriva la solución propuesta en este enfoque: a) educación y formación de habilidades masivas para que los menores desaventajados puedan participar activamente en el mercado de trabajo; y b) programas públicos de generación de empleos, vía obras públicas, para los no calificados.

El cuarto enfoque, el de explotación de clase, explica la pobreza como un atributo inherente al sistema social capitalista. Para la versión marxista de este enfoque la pobreza es generada por la dinámica básica de la explotación de clase. La pobreza no es un accidente; no es un subproducto. Es un rasgo inherente, y crucial, de una sociedad cuya estructura económica está fundada en las clases y en la explotación. La idea central es que hay actores poderosos y privilegiados que tienen un interés activo en mantener la pobreza. No es que la pobreza sea una consecuencia desafortunada de la persecución de sus intereses materiales; es más bien una condición esencial para la realización de dichos intereses. EOW contrasta las implicaciones políticas de este enfoque con las del liberal reformista: en éste para resolver la pobreza la condición política es convencer a la gente que ciertos programas son necesarios y funcionarán. Se parte de la idea que nadie tiene interés en mantener la pobreza, que todo mundo quiere eliminarla; que puede haber ignorancia o miopía, pero no malevolencia. En cambio en el enfoque de explotación reducir la pobreza requiere derrotar, no convencer, a las fuerzas sociales privilegiadas y poderosas. EOW distingue dos variantes de este enfoque: el marxismo revolucionario, que argumenta que la única manera de reducir significativamente la pobreza es eliminar el capitalismo mismo, puesto que la pobreza no es sólo buena para el capitalismo, sino esencial para su mera sobrevivencia. La segunda variante, socialdemócrata, argumenta que el capitalismo puede ser significativamente domesticado; que una significativa redistribución del ingreso es compatible con la sobrevivencia de las instituciones capitalistas. Suecia, señala nuestro autor, es un ejemplo que se menciona mucho, en el cual las fuerzas burguesas fueron derrotadas políticamente o fueron forzadas a transigir con los poderosos defensores de los desfavorecidos. Los capitalistas suecos no querían ayudar a los pobres; fueron forzados a ayudarlos por las fuerzas combinadas del movimiento obrero sueco y el Partido Socialdemócrata.

El resto del capítulo lo dedica EOW a explicar el enfoque de explotación de clase de la pobreza. En la versión disponible en su página web intercala 10 páginas de otro libro (Class Counts, Cambridge University Press, 2000; Edición Estudiantil). Lo que intercala es algo sorprendente: la parábola del shmoo de las tiras cómicas de L’il Abner de finales de los años cuarenta en Estados Unidos. EOW resume así la historia:

“Un residente del pueblo de Dogpatch descubre una extraña criatura: el shmoo, cuya única motivación es complacer a los humanos, lo que hacen convirtiéndose en las cosas materiales que los humanos necesiten. No proveen a los humanos de lujos, sólo de los satisfactores esenciales de la vida. Si uno tiene hambre, se transforman en huevos, jamón, pero no en caviar. Por tanto, tienen poco valor para los ricos y mucho para los pobres Los shmoos se multiplican rápidamente por lo que no se queda uno sin ellos. El shmoo reincorpora a la humanidad en el Paraíso. Cuando Dios expulsó a Adán y Eva del Jardín del Edén por sus pecados, uno de los más duros castigos fue que de ahí en adelante ellos y sus descendientes, tendrían que ‘ganar el pan con el sudor de su frente’. El shmoo libera a la gente de tal castigo y conecta con una profunda fantasía de la cultura occidental”.

EOW reproduce un episodio de tales tiras cómicas en las que se demuestra con claridad cómo al desaparecer, por la disponibilidad de los shmoo, lo que Robert Heilbroner llamó el látigo del hambre, aparece una seria amenaza tanto a las relaciones de clase como a las de género. Los trabajadores son más difíciles de reclutar para el trabajo pesado y no tienen que aceptar impertinencias e indignidades de sus patrones. Las mujeres dejan de ser económicamente dependientes de los hombres y no tienen que soportar el trato sexista. En los episodios que siguen, el capitalista y su ayudante (que trataron infructuosamente de reclutar trabajadores en Dogpatch) destruyen a los shmoos y su ‘siniestra influencia’. El capitalismo americano puede continuar, ya sin amenazas del Jardín del Edén”. La saga del shmoo, concluye EOW, clarifica el sentido en el cual los intereses de trabajadores y capitalistas son antagónicos. Esto lo examina en el cuadro 2, que se explica por sí mismo, que muestra las preferencias ordenadas de capitalistas y trabajadores en torno a cuatro situaciones de los shmoos.

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