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Pobladores de Agua Hernández, en Chilpancingo, claman por apoyos

Familias exigen que el gobierno de Guerrero cumpla promesa de edificar al menos 70 casas
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Una familia de las 70 que perdieron sus casas por las lluvias que cayeron en septiembre pasado en el poblado Agua Hernández, municipio de Chilpancingo, GuerreroFoto Sergio Ocampo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 22 de junio de 2014, p. 24

Renacimiento Nuevo Agua Hernández, Gro., 21 de junio.

Al menos 70 familias que perdieron sus casas por las lluvias de septiembre pasado en el poblado Agua Hernández, municipio de Chilpancingo, se encuentran en espera de que el gobierno les construya sus viviendas.

No hemos recibido ayuda desde entonces, apenas vino el alcalde Mario Moreno Arcos, por primera vez, pero sólo nos hizo promesas, dijo el comisario ejidal Ignacio Carbajal Pastor.

Al ser entrevistado en Renacimiento Nuevo Agua Hernández, donde fueron reubicados, a unos 10 kilómetros de donde estaba originalmente Agua Hernández, Carbajal Pastor narró: “Las lluvias que dejó tanto la tormenta Manuel como el huracán Ingrid se llevaron 50 casas por el río Papagayo y otras 20 quedaron dañadas. Podemos decir que se llevó casi todo el pueblo, tenemos como cien casas en total, se llevó la mitad del pueblo”.

Lo que aquí está lotificado es para que vivan 70 familias, porque allá dejaron sus casas que quedaron dañadas. No hemos recibido ningún tipo de ayuda, la misma gente está haciendo sus casas. Apenas hace 15 días vino Mario Moreno, pero nos dijo que todo está en trámite. Queremos que nos apoyen con las viviendas, porque así lo prometieron, pero hasta ahora no llegó nada de ayuda.

Al llegar al nuevo asentamiento, que se ubica a unos 70 kilómetros de Chilpancingo, rumbo a la sierra Madre del Sur, se observa el abandono en que se encuentran los damnificados.

Rosalía N, que lavaba ropa en el río, dijo en tono triste que dejó a sus siete hijos en Agua Hernández; nos venimos cuando bajó el (río) Papagayo porque se llevó nuestras casas, como 70 en septiembre pasado. Venimos cuando se acabaron las lluvias, para hacer nuestras casas en Nueva Agua Hernández.

Se quejó de que desde entonces sólo nos han traído despensas, no ha venido más ayuda.

Teodora Vargas, otra damnificada, reclamó: “Aquí no hay clases, no hay maestros, no hay escuela, no hay nada. Todavía faltan más niños que se van a venir de allá del pueblo, faltan otros 40 niños. No hay jardín de niños, primaria, no hay dónde estudiar. Tampoco tenemos médico ni clínica para curarnos.

Aquí no hay secundaria y me preocupa porque tengo además tres niñas que van a la primaria y aquí no han construido escuelas, mucho menos las casas.

La mujer continuó: Ya no vamos a regresar al pueblo, porque ya no tenemos casas. Queremos que nos manden maestros y que nos hagan una escuela porque no queremos que pierdan clases; yo tengo un hijo en secundaria, pero no ha terminado el ciclo, peligra su vida porque tiene que cruzar el río, él se quedó allá en Agua Hernández.

Mientras las mujeres realizaban sus labores, la totalidad de hombres labraban la tierra en las laderas en espera que les llegue el fertilizante y sobre todo material para construir sus casas, porque las que habitan están hechas de lámina y bajareque, y excepcionalmente de adobe.