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El protagonista de Dr. House se apoderó del recinto con el blues que arrancó de su piano

Hugh Laurie colmó el Auditorio de los sonidos de Nueva Orleans

El inglés tocó, bailó, cantó y dejo brillar a los integrantes de The Copper Bottom Band, agrupación que lo acompaña

Buona sera pasó a Gaby Moreno, quien ofreció What kind of man are your, entre otras

Él deseó suerte a la selección mexicana; la gente le regaló Las mañanitas

 
Periódico La Jornada
Jueves 12 de junio de 2014, p. a14

Más que músico, actor, standupero, comediante o escritor, Hugh Laurie es un auténtico showman.

Desde sus botines, pasando por sus tradicionales trajes, hasta la última de sus arruguitas –que, no obstante, son detonantes de continua y pertinaz lluvia de piropos de hombres y mujeres–, el inglés es una hombre que sabe dar espectáculo. La noche del martes recreó un Mardi Grass en el Auditorio Nacional para dar a los capitalinos un poquito de los colores, sabores y sonidos de ese carnaval de Nueva Orleans.

Sacó el manual del quedasbien –como usar camisetas de futbol soccer, sacar banderas del país en cuestión o hablar un poco el idioma local–, que muchos artistas utilizan para agradar al público.

Pero Laurie, popularmente conocido en México por su aparición en el programa estadunidense Doctor House, lo hizo de forma orgánica, porque sabe que lo que más le funciona en cualquier presentación es ser él mismo, pues se sabe un artista completo; es decir, un enterteiner, y ofrecemos una disculpa al respetable lector por el anglicismo, pero es que el hombre se dirige a su gente como es: un músico que expone lo que puede hacer con su piano (que toca desde los seis años) y con su voz: blusear. Un comediante que espera la reacción del auditorio para engancharse con los códigos coloquiales. Un standupero que improvisa, que juega.

Al gentleman le bastó sólo un gesto, su voz (hablada y cantada) para conectarse con su auditorio.

Laurie ofreció en el Auditorio una presentación interactiva, que fue de mutualismo sorpresivo: luego de hacer el tradicional falso final, es decir, el encore, se puso la camiseta de la selección nacional de futbol –no deja su genética inglesa futbolística– y conmovió al respetable al no quererse bajar del proscenio.

Aunque al final el conmovido fue él, ya que en su proceso de agradecimiento, la gente del foro, a la que le faltó poco para llenar el recinto, comenzó en coro a cantarle Las mañanitas, porque fue su cumpleaños. Su rostro cambió. No sabía qué decir. Sólo caminó y volvió a sentarse en el piano para regalar dos piezas más ya con el público en las escaleras del recinto rumbo a la salida.

Soy un inglés idiota que no habla español, dijo irónico en un momento del concierto. Es la forma humilde de un creador que se movió natural en el escenario.

Laurie tocó, cantó y bailó, pero dejó brillar a los demás. Los otros eran, nada más ni nada menos, que The Copper Bottom Band, excelente agrupación que lo acompaña (en el que destaca la cantautora guatemalteca Gaby Moreno, y la soulera Jean McClain) y que fue la cómplice de que los presentes en el foro de Reforma sintieran los aires del sonido Nueva Orleans.

Foto
Deep RiverFoto Hernández

Iko Iko, Let the sounds times roll y Evenin fueron las primeras descargas bluseras del ácido Laurie, quien aprovechaba cualquier momento para interactuar, para amenizar su rica velada musical.

Sus músicos, como el bajista David Piltch, Patrick Warren (en teclados), Kevin Breit (en las guitarras), Vincent Henry y Elizabeth Lea (en los metales), siguieron su ritmo, jugaron con él.

Luego de interpretar la pieza italiana Buona sera pasó a Gaby Moreno al frente para que cantara What kind of man are you, Day and night y Kiss of fire, adaptación del tango criollo El choclo. La intérprete hizo gala de su educada y potente voz.

Como el ambiente íntimo de bar

Hugh Laurie supo dar pausas. Crear los nexos con la gente. Provocaba el intimismo de un bar en el que se puede interactuar, hablar con el artista. No hubo barreras. En Lectric chair blues, una vieja canción –bueno, casi todas lo eran–, se escuchó el banjo y la suavidad de su piano. Todas sus propuestas destacaron por la exquisitez, por la honestidad de su ejecución. Él y su banda querían agradar de verdad.

También se escucharon Junco partner, You dont know my mind y Weed smokers dream (con la que se volatiza todo sueño de cualquier pacheco) y Lazy river, pieza tradicional del Delta. En ese momento se dio tiempo para invitar un trago de whisky a sus músicos.

Para continuar con Didn’t it rain (de su primera placa), St James Infirmary, My journey to the sky y Wild honey.

Jean McClaine tuvo su momento, cuando el piano de Laurie le dio la pauta para interpretar I hate a man like you, pieza contestaria femenina. Lo secundó Gaby Moreno con I wish I knew how it would feel to be free, canto a la libertad.

Se incorporaron los demás con Such a night y Green Green rocky road, en la que se escucharon notas de La bamba.

El mencionado encore fue con Go to Mardi Grass, Changes y You never tell, que colocaron la ácida pero dulce cereza blusera que obsequió el ex galeno loco.