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Declara la titular de Abuelas de Plaza de Mayo en juicio por los crímenes en La Cacha

No la maten, júzguenla, pidió De Carlotto por su hija Laura al general Bignone

Le entregaron el cuerpo destrozado y al preguntar por su nieto le respondieron: no hay niño

Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 5 de junio de 2014, p. 21

Buenos Aires , 4 de junio.

En un día de dolorosos recuerdos la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, dijo que durante la desesperada búsqueda de su hija Laura, secuestrada cuando estaba embarazada y asesinada luego de tener un niño, que aún busca, pudo llegar al general Reynaldo Bignone, a quien rogó que si estaba detenida no la maten, júzguenla, como debiera haber sucedido.

Bignone, quien sería el último presidente de la dictadura militar (1976-1983), le contestó: hay que hacerlo, y Carlotto le rogó: si ya la mataron entréguenme el cuerpo, no quiero volverme loca buscándola.

Estas frases conmovieron a los jueces del tribunal oral federal 1, que juzga los crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención La Cacha, en las afueras de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, por donde pasaron centenares de detenidos, la mayoría de ellos desaparecidos.

Laura Carlotto y su compañero, que pertenecían a la Juventud Peronista, fueron secuestrados en noviembre de 1977, cuando ella estaba embarazada, y la familia comenzó la búsqueda en comisarías, cuarteles, iglesias, donde se pudiera, llegando hasta la oficina de Bignone.

Tengan corazón y digan dónde están los nietos

Luego recibiría un llamado en el segundo semestre de 1978. La comisaría novena nos manda un parte diciendo que se citaba a los padres de Laura Carlotto para presentarse en la comisaría de Isidro Casanova, lo cual nos generó mucha emoción al pensar que nos la entregarían, pero también pensamos lo peor.

Cuando llegó con su esposo Guido –quien estuvo secuestrado en La Plata y fue torturado durante 25 días en agosto de 1977–, relató, “el comisario nos mostró un documento de Laura y nos dijo: ‘lamento informarles que ha fallecido’”.

En ese momento, desesperada, comenzó a gritar ¡asesinos, asesinos, la mataron! ¿Dónde está el niño? Se limitaron a responderle que no había ninguno.

Le dijeron entonces que le iban a entregar el cuerpo de Laura y así fue. La partida de defunción decía NN, y ella estaba destrozada; mi esposo no quiso verla, testimonió.

En la tumba de su hija le prometió seguir luchando por los 30 mil compañeros desaparecidos. También prometió que iba a buscar a su nieto incansablemente, y lo sigue buscando.

En realidad, y por razones de la clandestinidad en que estaban viviendo muchos jóvenes militantes ante la persecución de la dictadura, Estela no se había enterado de que su hija estaba embarazada.

En el transcurso de las búsquedas de hijos y nietos, una persona que fue liberada de La Cacha llegó a ver a su esposo Guido y le contó que había estado encerrada con su hija Laura, que estaba en el sexto mes de embarazo y le enviaba un mensaje de que le iba a poner Guido a su hijo. También les pedía que lo buscaran en la Casa Cuna y lo cuidaran. Evidentemente le habrían dicho que lo llevarían allí.

Los que asesinaron a Laura dijeron a su madre que nunca estuvo detenida ni embarazada, “y que fue abatida porque andaba en un coche armada hasta los dientes y que no se detuvo en un control policial (…) Pero hoy sabemos, gracias a los peritos, que fue asesinada, y que previamente al asesinato se defendió porque le rompieron un brazo; que tuvo un niño a término por las marcas en los huesos de su cadera, que fue asesinada de espaldas y a 30 centímetros de distancia le pegaron un tiro en la cabeza”.

También –dijo– supimos que estuvo en La Cacha y en estos años se ha podido reconstruir la historia de estos centenares de centros clandestinos, sus nombres, personajes que cometieron estos crímenes aberrantes.

En realidad Carlotto había tenido otras informaciones de sobrevivientes de La Cacha.

El 30 de marzo de 2011 la abogada Alcira Ríos, al declarar en un juicio, relató que estuvo secuestrada en ese centro de La Cacha con la hija de Estela Carlotto, cuyo nombre en la clandestinidad era Rita. La joven llevaba ya diez meses cuando Ríos llegó a ese lugar siniestro; había tenido a su hijo, pero no estaba con ella.

Laura (Rita) le contó los horrores que había vivido, que su esposo fue asesinado poco después del secuestro, en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), donde estuvo una semana, y también le dijo que durante el parto (la habían llevado al Hospital Militar) estuvo engrillada en una camilla. El niño nació bien y las cinco horas que pasó con su hijo fueron inolvidables.

Tiempo después y contando esta historia a Carlotto en Brasil, se enteró después de ver la foto que Rita era Laura Carlotto. También supo que su nieto había nacido el 26 de junio de 1978.

El joven buscado, Guido, cumple 36 años el próximo 26 de junio donde sea que esté, pero para su familia aún deambula en esa terrible noche y niebla de las desapariciones y de los niños robados durante la pasada dictadura.

Yo tengo 13 nietos más, pero me falta Guido. Yo soy católica y digo que a lo mejor, de mis palabras algo puede llegar al corazón de los que hoy están siendo juzgados y que digan dónde está Guido, dónde están los nietos.