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Monarquía en crisis

Los periódicos más importantes de España lanzaron ediciones especiales

Crisis económica, descrédito institucional y escándalos del rey, escoltas de la renuncia

La noticia genera en la sociedad la esperanza de que la sucesión traiga aires renovadores

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Una pareja envuelta en la bandera independentista de Cataluña celebra en Barcelona la decisión del rey Juan Carlos. Al conocer la noticia, muchos ciudadanos reaccionaron con escepticismo: Todavía no me lo creo, me voy a casa a verlo por la tele, dijo uno de ellosFoto Xinhua
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Periódico La Jornada
Martes 3 de junio de 2014, p. 11

Madrid, 2 de junio.

La jornada comenzaba en España con un misterioso mensaje del Ministerio de la Presidencia: El presidente del gobierno ofrecerá una declaración institucional. La urgencia inusual y la solemnidad del mensaje hacían sospechar su importancia.

A partir de entonces, nervios, rumores, hipótesis. ¿Crisis de gobierno? Mariano Rajoy había anunciado recientemente que no haría cambios en su Ejecutivo. ¿Abdica el rey?, se preguntaban en muchas oficinas y hogares españoles.

El presidente del gobierno disipó las dudas a las 10:32 (hora local): Su majestad el rey don Juan Carlos acaba de comunicarme su decisión de abdicar, confirmó.

Y las redes sociales y los dispositivos electrónicos comenzaron a echar humo. Lemas como El rey abdica, Viva el rey o Corona de España fueron los más difundidos a través de la red social Twitter, los llamados trending topics.

Pero también otros que reclamaban un Estado republicano en España o aludían a la futura reina del país, la princesa Letizia, coronada hoy como Leti en las redes sociales.

Uno de los mensajes más difundidos fue el lanzado a las 10:41 horas por la propia casa real, que estrenó cuenta de Twitter hace apenas unos días: el anuncio de la renuncia del rey en favor de su hijo, el príncipe Felipe, fue retuiteado por casi 20 mil usuarios en menos de media hora.

¿Es una broma?

El acontecimiento histórico irrumpió de forma sorpresiva en la sociedad española y pilló a muchos desprevenidos. ¿Es una broma?, preguntaba una mujer, incrédula ante la noticia.

Todavía no me lo creo, me voy a casa a verlo por la tele, decía otro ciudadano.

Juan Carlos, de 76 años, había afirmado en numerosas ocasiones que seguiría al frente de la corona española. La última, en su discurso de la pasada Nochebuena –el único que no le escribe el gobierno–, en el que expresó su determinación de seguir trabajando de acuerdo con su función constitucional.

A pesar de los escándalos que salpicaron en los años recientes a la monarquía y de la crisis de imagen que sufría el monarca, agravada por sus problemas de salud, pocos esperaban que el anuncio fueran tan inminente.

La abdicación de Juan Carlos aterrizó, además, en un país todavía convulsionado por los resultados de las elecciones europeas del 25 de mayo, en las que los dos principales partidos perdieron millones de votos y asomaron al espectro político nuevas fuerzas.

Las portadas de los periódicos amanecían el lunes con los coletazos de la crónica política, pero pocas horas después era sustituida por una imagen ya histórica: la del rey firmando su renuncia en su despacho del Palacio de la Zarzuela.

Los diarios más importantes del país lanzaron ediciones especiales y los medios de comunicación se volcaron en la cobertura de la noticia con debates, entrevistas, reportajes y muchos documentos históricos de los casi 39 años de reinado de Juan Carlos.

Las reacciones no cesaron desde el momento en el que se conoció la decisión del monarca: no sólo por parte de los políticos, sino también de empresarios, sindicalistas, deportistas y ciudadanos de la calle.

Unos, con muestras de afecto y agradecimiento. Otros, con la esperanza de que la sucesión traiga aires renovadores en una España golpeada por la crisis económica, el desempleo y el descrédito institucional.

Y algunos también con la reivindicación de un referendo que permita a los españoles decidir si quieren mantener la monarquía, restaurada en 1975 tras una dictadura de casi cuatro décadas, o prefieren la proclamación de la llamada Tercera República.