Opinión
Ver día anteriorLunes 2 de junio de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Un reformista interior
E

n un artículo reciente intentamos analizar la gigantesca lucha que el ciudadano emprende para transformarse a sí mismo, no tanto como al producto que genera.

Es decir, que el ciudadano que integra una sociedad quiere no únicamente bienes que producir sino otros industriales para que genera lo que se ha llamado máquinas herramienta que crean, otras máquinas que lo logran esto lo han conseguido impulsando de aquí la importancia que se le ha dado a la robótica y desde estas pistas industriales han logrado los científicos impulsar otras disciplinas que se apoyan unas a otras con resultados asombrosos. Algunas de ellas han de configurar la nanotecnología, la que también por sí misma ha llegado a sugerir el desarrollo de disciplinas científicas que han abierto horizontes muy amplios, que indudablemente han sido también capaces de poner verdaderamente al servicio del hombre.

Pero siempre hay un pero, a veces grandotes, otras de menor importancia relativa. Es en estas ocasiones que nosotros debemos mantener esta disciplina tecno-científica, y toma verdaderamente dimensiones científicas, que se impulsan por sí mismas, y si no hay obstáculos que verdaderamente se constituyan o los transformen habrán de continuar por un camino que, no tienen, no tienen por qué tener, que los detenga, y mucho menos, les impida, consolidar su propio desarrollo.

Únicamente nosotros podemos impedir nuestro propio desarrollo, únicamente el egoísmo que ha dejado por su fuerza crecer al punto que nos lancemos nosotros, los propios mexicanos, una gran zancadilla que nos haga tropezar, como lo hice yo mismo, y fuera a dar al quirófano del 20 doviembre, a celebrar mi cumpleaños.

Es muy frecuente que estemos alertas y bien dispuestos a esforzarnos sin límite alguno cuando se trata de transformarnos, con modelos de conductas y paradigmas que se ajustan con facililidad y que nos llevan muy generalmente a enjuiciar severamente a nuestro propio país, mientras que nos mostramos bien dispuestos a explicar todo lo que pasa a escala mundial, en tanto que a veces, es cierto que, por lo menos para turistear en eso sí muestran alguna preferencia. Me parece que las características en las que privan la frivolidad, y la sudada de los visitantes, y el consumo desmedido de los derivados de la caña de azúcar o de la penca del mezcal. Habría que hacer un balance entre lo que nos deja al país la industria toda en su funcionamiento actual, no para borrar de los mapas a la Secretaría de Turismo, no, sino para que para entonces, sepan y lleven a su país de origen algo más allá que los mariachis, que ya se encuentran con mayor facilidad y ofrecen mayor seguridad, que lo que aquí nos ofrecen a sus paisanos.

Al toro por los cuernos ¿por qué no hay trozos de nuestra historia en los que aparece Estados Unidos?, que es la fuente, hoy por hoy más importante de divisas y quizás también de intercambio de tecnología, como las víctimas, y no es así en la relidad de la historia. Motivemos el que cuando se vayan de regreso a sus países de origen, sepan algo más de nuestra historia, los ejemplos que se ponen en este artículo no son malos. Se podrían explicar muchas cosas más, y a lo mejor llegamos hasta los tiempos actuales: lo de los braceros, los mojados, y tantas cosas, y así pudiera incluso más que llegara el día en que, ya no pongan, cada presidente de Estados Unidos en su agenda estratégica a cuál país le toca ese cuatrienio ser liberado del siguiente tirano que esté fabricando uranio 232 o gas mostaza, para que lo liberen de estos humillantes sometimientos, y que se sometan ellos mismos, a los acuerdos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.