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Presenta hoy Viajes de ida y vuelta, su primer disco, en el teatro-bar El Vicio, en Coyoacán

Verónica Valerio serpentea, talla el arpa y crea fusiones de raíz y vanguardia para los desvelos
 
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de mayo de 2014, p. a11

El arpa es el instrumento que distingue a Verónica Valerio, quien serpentea, crea melodías de cadencia de mar abierto, en fusiones de raíz y vanguardia, para los desvelos y lo onírico, que plasma en su primer disco: Viajes de ida y vuelta, distribuido por Fonarte Latino y que hoy presentará en el teatro-bar El Vicio, en Coyoacán.

Son canciones con un tempo propio de su latido. Son mis composiciones, basadas en mis impresiones de viaje. Para mí, el arpa es un instrumento para viajar, ya sea sensorialmente o en un transporte. Claro, transportar el instrumento no es fácil, sobre todo en los aeropuertos. Es pesado, pero a todo te acostumbras. Tengo dos y el que aparece en la foto de la portada del disco es algo caro si se le compara con otros instrumentos. Cuesta unos 30 mil pesos.

En tanto que originaria de Veracruz, el contacto con la música le viene de familia, de su abuelo y papá. “Me fui a Nueva York, donde había mucho jazz y salsa. Sentí que no me iba a ser fácil abrirme camino como salsera o jazzista, porque para empezar no soy ni una ni otra cosa. Me asomé a ver lo que yo sí tenía, de siempre, y en una sola noche de preguntarme qué iba a hacer, opté por tocar arpa, que está en la historia de la cultura veracruzana, de manera natural. Ya sabía algunos acordes y empecé a cantar. De hecho yo ya cantaba. Mi carrera comenzó en 2000 con el grupo Juventud Sonera, a partir del cual pensé que sólo me iba a dedicar al son montuno y al bolero, pero surgieron los viajes y las conexiones muy personales.

Concierto íntimo, pleno de metáforas

El concierto de este miércoles va a ser muy íntimo y sólo me van a acompañar un guitarrista y un contrabajista; o sea, tampoco es una dotación de instrumentos fortísima. Todas las canciones tienen un hilo conductor, que son los viajes, entre Nueva Orleáns, Nueva York, Campeche y Veracruz. Todas las canciones son metáforas de qué es el viaje, qué es migrar como mujer, qué es que el arpa sea tu banco, casa, transporte. Suena a mí, sin duda.

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El arpa es un instrumento para viajar, ya sea sensorialmente o en un transporte, dice ValerioFoto Cortesía de la artista

La primera prueba de fuego de Verónica fue la semana pasada, en el Festival Afrocaribeño, en Veracruz, en su tierra. Pasó el examen. La recepción fue entusiasta y agradable. “La pieza Camino a casa habla sobre emigrar, estar en busca de un lugar y decir que no me hallo; es entender que yo soy mi casa; La guacamaya es un son jarocho tradicional, festivo, sí, pero yo me lo imaginé de una manera más suave, con influencia de la música colombiana. En Colombia viví cinco años. Final está basada en el son montuno; El mar y yo se hizo a partir de mails, donde él es el mar y yo, yo.

Cielito lindo es la tradicional, pero con un arreglo mío, como yo la imagino. Este es un tema que nació del accidente de los mineros que murieron. Todo amor es la única pieza que no es mía, pues es de un brasileño y yo la hice en tiempo de blues. Luna es un texto de música veracruzana que tocaba Chuchumbé; En un momento tiene un poco de ácido, batería y contrabajo, pues colaboraron Aarón Cruz y Hernán Hetch, y Sonrío refiere un momento de paz. Participaron tres productores: Santiago Ojeda, Hetch y Ricardo Martínez. Me tomó tres años realizarlo”.

Viajar es algo especial para Verónica, quien ahora se halla tranquila. Ya tenía ganas de presentarme en El Vicio y el concierto va a estar muy rico. Comenzaremos a las nueve de la noche y la entrada costará 100 pesos.

En su búsqueda con el arpa su deseo es seguir experimentando. Trabaja también con el grupo Playa Magenta, de electrónica y pop. Ya prepara un nuevo cedé que llamará Canciones de puertos, con arreglos más dirigidos al danzón. Imaginación le sobra. Pidió poner atención en la armonía de la canción Sonrío.