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El manuscrito de Los 120 días de Sodoma, redactado por Sade en la prisión, vuelve a Francia

A 200 años de la muerte del divino marqués rescatan su obra más extrema e impura

El documento será exhibido en París, en un rollo de 12 metros, como parte de la efeméride

Del 11 al 13 de abril, el Grand Palais mostrará el original de Justine, otra de sus novelas

 
Periódico La Jornada
Sábado 5 de abril de 2014, p. 5

París, 4 de abril.

El escandaloso manuscrito de Los 120 días de Sodoma, redactado por Sade en la prisión de la Bastilla en 1785 y luego escondido, robado, disputado y vendido por casi 10 millones de dólares, regresa a París para ser expuesto en el año del bicentenario de la muerte del divino marqués.

Violaciones, pedofilia, coprofagia, incesto, torturas, mutilaciones y asesinatos: la obra más extrema de Sade, calificada por el propio autor como la más impura jamás realizada desde que el mundo existe, fue repatriada a Francia tras un periplo digno de novela.

Donatien Alphonse François de Sade, nacido el 2 de julio de 1740 y fallecido el 2 de diciembre de 1814 en el asilo de Charenton, pasó 27 años de su vida preso, cautiverio que convirtió al libertino en escritor rebelde.

Su obra más escandalosa narra la historia de cuatro hombres poderosos que se encierran en un castillo a principios del siglo XVIII con 42 víctimas sometidas a su poder absoluto durante 120 días. Consiste en un minucioso catálogo de perversiones sexuales y sufrimientos insostenibles, calificado por el escritor Jean Paulhan como el evangelio del mal y que en 1975 inspiró la película Saló a Pier Paolo Pasolini. Escrito de puño y letra por el marqués en un rollo de papel de 12 metros, el documento recién llegado de Ginebra se encuentra en perfecto estado de conservación, constató la Afp.

Este manuscrito excepcional, robado en 1982, denunciado a Interpol y objeto de disputa entre dos familias, regresó finalmente a Francia al término de una historia increíble. Pero fueron necesarios tres años de arduas negociaciones, relata su nuevo propietario, Gérard Lhéritier, presidente de la sociedad bibliofílica Aristophil y del Museo de Cartas y Manuscritos.

El empresario desembolsó en total 7 millones de euros (9.6 millones de dólares) por el codiciado documento, que se convirtió en uno de los tres manuscritos más caros conservados en Francia.

El rollo de esta obra mítica redactada a escondidas de los carceleros por Sade, está asegurado por la Lloyds en 16.5 millones de dólares y será presentado al público a partir de septiembre en el Instituto de Letras y Manuscritos de París.

Gérard Lhéritier lo compró a Serge Nordmann, hijo del coleccionista suizo Gérard Nordmann. Una parte de los 7 millones de euros fue para la familia Nordmann, propietaria legal del rollo, según la justicia suiza, y la otra parte fue para Carlo Perrone, heredero de Nathalie de Noailles, propietaria legítima del manuscrito, según la justicia francesa, explicó Lhéritier, quien quiere hacer clasificar al documento como “Tesoro Nacional’ para que se quede en Francia y termine algún día en el acervo de la Biblioteca Nacional.

Pero el regreso a París de los 120 días (o jornadas, según la traducción) es sólo el último episodio de una larga historia.

En 1785, por temor a que la obra fuera incautada, el marqués de Sade copió sus borradores, con letra minúscula y apretada, sobre las dos caras de un rollo de papel de 12 metros de largo compuesto por hojas de 11.5 cm de ancho pegadas unas tras otras, que el marqués disimuló en la pared de su celda, relata Lhéritier.

La noche del 3 al 4 de julio de 1789, Sade fue trasladado al asilo de Charenton para evitar que siguiera arengando gente desde su celda, donde quedó oculto el manuscrito. El marqués lamentó hasta su muerte la pérdida, desgracia que según él le arrancó lágrimas de sangre.

Pero el manuscrito fue hallado antes de que se destruyera La Bastilla durante la Revolución francesa y fue vendido al marqués de Villeneuve-Trans. Su familia lo conservó durante tres generaciones.

A finales del siglo XIX, el documento fue vendido a un médico berlinés, Iwan Bloch, considerado por algunos como el primer sexólogo, que publicó en 1904 una versión con varios errores. En 1929, Charles y Marie-Laure de Noailles –aristócrata francesa descendiente del marqués de Sade por parte de su madre–, adquirieron el manuscrito y publicaron una edición cuya difusión fue limitada, para evitar la censura, a los bibliófilos abonados.

Su hija, Nathalie de Noailles, confió el manuscrito a su amigo el editor Jean Grouet. Unos meses más tarde, el editor se dispuso a devolverle el manuscrito pero...¡oh, sorpresa! Había sido robado.

Grouet había vendido en realidad el rollo por 300 mil francos (unos 70 mil dólares) al coleccionista suizo de obras eróticas Gérard Nordmann. Siguió una feroz batalla en los tribunales. Francia pronunció su fallo en junio de 1990: el manuscrito había sido robado y debería ser devuelto a la familia de Noailles. Nordmann adquirió legalmente el documento y su buena fe quedó demostrada, concluyó por su parte el tribunal federal suizo, en mayo de 1998.

En 2004, el manuscrito fue expuesto por primera vez en la fundación Bodmer, cerca de Ginebra. Pero los franceses adviertieron que si llegara a atravesar los Alpes, sería incautado y restituido al hijo de Nathalie de Noailles, Carlo Perrone. Finalmente, los herederos de Gérard Nordmann, fallecido en 1992, accedieron a vender el engorroso tesoro que huele a azufre.

El bicentenario de la muerte de Sade será celebrado en Francia con varias actividades. Del 11 al 13 de abril el Salón del libro antiguo presentará en el Grand Palais en París documentos inéditos del marqués, dibujos y esculturas, incluyendo el manuscrito original de Justine, otra de sus novelas.