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El autor catalán estará en Bellas Artes en una mesa dedicada al Nobel

Estimaba el ideario crítico de Paz; él, mi rebeldía: Goytisolo

Muchos de estos homenajes no le agradarían, no era vanidoso, opinó

 
Periódico La Jornada
Domingo 30 de marzo de 2014, p. 4

Cada vez que viene a México, Juan Goytisolo camina las calles del centro de la ciudad, en especial Correo Mayor. Es la mejor manera de tomar el pulso de la sociedad, ahí se ve realmente lo que es México, estás en contacto con la verdadera sociedad, dice el escritor en una entrevista realizada en el hotel donde se hospeda, poco después de una de esas caminatas.

Goytisolo (Barcelona, 1931) habla con La Jornada acerca de esos recorridos: “La última vez que estuve iba anotando los nombres de las tiendas que me parecían ingeniosísimos; había una pintada en una pared de un filósofo que había escrito: ‘cada día que amanece, el número de idiotas crece’”.

También charló sobre el motivo de su visita: los homenajes por el centenario de Octavio Paz, quien nunca intentó convertirse en estatua y cuya mayor virtud fue introducir la imaginación en el pensamiento crítico y la crítica en la literatura. Fue a la vez un gran poeta y un gran ensayista; para leer su obra poética hay que leer la ensayística, porque este pensamiento crítico que vertebra la obra de Paz está muy claro en sus ensayos. La poesía no nació espontáneamente: era fruto de una reflexión crítica profunda.

El 31 de marzo participa en Un Retrato Coral de Octavio Paz que se realizará en el Palacio de Bellas Artes.

Paz y Goytisolo se conocieron en los encuentros literarios de Formentor, en 1959. “Yo era muy jovencito y la obra de Paz no se divulgaba en España, estaba prácticamente prohibida en la época de Franco; empecé a leerlo cuando llegué a París. Cuando me instalé ahí pude encontrar El laberinto de la soledad, que me fascinó, y comencé a leer su obra. Creo que nos encontramos por primera vez en un hotel cerca de la plaza de la Ópera, no recuerdo el nombre del hotel, debío ser en el año 66, pero ya en este encuentro había leído su obra y él conocía algunos ensayos críticos míos sobre la situación de España y del exilio.

Ahí iniciamos nuestra amistad. Fue una conexión a la vez de pensamiento. Estimaba el ideario crítico de Octavio Paz, al mismo tiempo, él apreciaba mi actitud de rebeldía ante la dictadura española y el nacional catolicismo español.

A partir de entonces, recuerda, “nos vimos con cierta frecuencia. Me acuerdo muy bien cuando dimitió del puesto de embajador en India y una cena que hicimos donde se habló de todo. Hablamos muy a menudo sobre la situación de Latinoamérica y de cómo iba a terminar la dictadura en España. Estaba de acuerdo conmigo cuando dije que no iba a ser la fuerza de la izquierda o del Partido Comunista la que iba a acabar con el régimen de Franco, sino que era la mutación de la sociedad española –con la llegada de millones de turistas en los años 60 y el hecho de que 3 millones de españoles trabajaban en Europa y conocían la vida en países democráticos–, esto cambiaría la mentalidad española y decíamos que el régimen se iba a derrumbar, porque ya no respondía a lo que era la sociedad española. Él estaba de acuerdo, y así pasó”.

Octavio Paz era muy directo en el trato personal y atento con los demás. Nunca intentó convertirse en estatua, si lo han alzado en un pedestal es porque realmente ocupaba un puesto único en el pensamiento crítico de la lengua española del siglo XX. Supongo que muchos de estos homenajes a lo mejor no le agradarían. No era vanidoso.

En su disertación en el Colegio Nacional, el jueves pasado, en el encuentro intelectual Octavio Paz y el mundo del siglo XXI, advirtió acerca del fin de la curiosidad intelectual y del ombliguismo que ahora existe.

En el mundo actual el papel del intelectual no es como hace 30 o 40 años. Por ejemplo, en España hubo en la generación de la República intelectuales que tuvieron importancia e influencia muy fuertes en la opinión pública; esto ahora no existe. Puede que en México sea excepcional, porque en España, aunque hay buenos intelectuales, no hay el equivalente de un Octavio Paz.

Goytisolo no ha perdido la curiosidad. Vive en Marrakech, Marruecos, desde 1997, y cada día aprende nuevas palabras. “Ahí hablo árabe dialectal de Marruecos, normalmente, pero cuando hay términos más complejos tengo que consultar el diccionario y aprendo todos los días cinco o seis palabras. Con motivo de las revueltas árabes tenía que aprender ‘toque de queda’, ‘estado de sitio’, ‘transición democrática’, términos que aprendí en función de lo que hablaba en conversaciones con mis conocidos”.

Actualmente trabaja en ensayos, artículos y textos diversos, pero no tengo ninguna prisa en publicar. No soy una gallina que tiene que poner un huevo cada año. Si no tengo nada que decir, pues me callo.