Sociedad y Justicia
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Apenas 20 por ciento de las entidades del país cuentan con leyes de prevención

La voz de alarma internacional exige atender el acoso escolar

De 13 millones de estudiantes 160 mil dejan de asistir a clases en Estados Unidos para dejar de ser agredidos

El fenómeno, una especie de fábrica de sicopatía, define experta

 
Periódico La Jornada
Viernes 28 de febrero de 2014, p. 40

El acoso escolar (bullying) es una especie de fábrica de sicopatía que requiere una atención inmediata. Un niño acosado tiene 10 veces más probabilidades de suicidarse que otro menor, pero también es un delincuente en potencia, debido a que muy posiblemente repetirá las conductas de que fue víctima.

Durante el simposio Acoso escolar: discusión o diagnóstico, organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Betty Zanolly Fabila, especialista en derecho y doctora en historia en la Facultad de Filosofía y Letras, advirtió que el fenómeno pone en riesgo que nazcan y se reproduzcan sicópatas en potencia y grado; esto es muy delicado, porque si tenemos niños sicópatas es porque la sociedad también lo es de alguna forma y lo tenemos que evitar.

Especialistas llamaron a profundizar en el problema y no criminalizar a los menores agresores porque ellos son víctimas de la sociedad. Lo anterior, al mencionar que han sido insuficientes los esfuerzos y las políticas públicas para prevenir y eliminar el bullying: apenas 20 por ciento de entidades federativas cuenta con una legislación para prevenirlo y combatirlo.

Zanolly Fábila recordó que la Administración Federal de Servicios Educativos en el Distrito Federal asumió que los adultos que cometieron acoso escolar cuando fueron niños “hoy ejercen violencia intrafamiliar. Se sabe que quien es víctima de bullying muy probablemente también caerá en una relación violenta y abusiva.

Antes fue su compañero (de escuela). Al paso del tiempo será su pareja. Más adelante, los hijos seguirán reproduciendo ese mismo sistema, sea en una parte, en la contraparte o en ambos roles. Se ha visto: soy víctima, tengo a mi victimario, pero después yo soy, a mi vez, victimario de otra.

La especialista definió que se trata de un círculo vicioso sin principio ni fin. En el mundo existen al menos un millón de escolares que se encuentran bajo acoso escolar, de los cuales 23 por ciento son víctimas, dijo. En Estados Unidos, de 13 millones de estudiantes, 160 mil dejan de asistir a clases para evitar ser objeto de la agresión, mientras en Francia, 160 mil de 1.4 millones de los 12 millones que existen en primaria y bachillerato lo sufren a diario. Por tanto, aseguró, es una voz de alarma internacional.

A su vez, Lucía Melgar, profesora e investigadora del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer y Coordinadora del Programa de financiamiento y apoyo académico a investigaciones sobre mujeres y relaciones de género en El Colegio de México, indicó que el acoso escolar en México no debe sorprender dada la enorme de-sigualdad social que caracteriza al país, el alto grado de violencia que se vive desde 2007 y la tolerancia y la discriminación que se sintetiza en 98 por ciento de impunidad de los delitos y falta de sanción social ante el clasismo, el sexismo y el racismo.

Datos recientes sobre el cobro de piso de niños y adolescentes en zonas controladas por el narcotráfico revelan no sólo un fenómeno de imitación, sino una normalización y apropiación de la violencia del entorno en el ámbito escolar y nos obligan a preguntarnos por los modelos de conductas que niños y jóvenes reciben fuera de la escuela, agregó.

Alertó que no se pueden esperar altas tasas de tolerancia en los centros escolares de un país elevada discriminación por todo tipo de factores.

Por su parte, el jurista Raúl Carrancá y Rivas cuestionó que en México exista la tendencia equivocada e incluso, a mi ver, perversa, de enfrentar y querer resolver los problemas mediante nuevas leyes, reformas, abrogaciones, derogaciones, adiciones, elaborar todas ellas con rapidez, cuando no quebrantar la tradición jurídica de la nación. Las leyes de un lado, la realidad de otro sin ninguna vinculación.