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El Laboratorio Arte Alameda acoge a Cordiox durante más de un mes

Por primera vez exhiben aquí la máquina de los sueños de Guzik

El artefacto invita a un tipo de contemplación lenta que es poco común en el arte contemporáneo, opina Tania Aedo, directora del recinto

En la reciente Bienal de Venecia, el aparato se ganó a pulso el gusto del público; fue vista por 43 mil personas

Falta asignarle un sitio permanente

Foto
Toda la información que recibe la máquina Cordiox se transforma en sonido, indica la curadora Itala Schmelz. En la imagen, la creación de Ariel Guzik que se exhibe en el recinto de Doctor Mora 7, Centro HistóricoFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Viernes 28 de febrero de 2014, p. 3

La física clásica al servicio de la imaginación es el principio que da vida a la máquina sonora llamada Cordiox, creada por Ariel Guzik (DF, 1960) para ser instalada en el pabellón que México tuvo en año pasado en la edición 55 de la Bienal de Venecia.

El aparato, que parece tener vida propia, llamado también la máquina de los sueños, del cual emana la voz del universo, se encuentra por primera vez en el país y a partir de ayer se exhibe en el Laboratorio Arte Alameda, donde permanecerá poco más de un mes.

Cordiox invita a un tipo de contemplación lenta que es poco común en el arte contemporáneo, señaló Tania Aedo, directora del recinto, durante la presentación a la prensa de la pieza que bien pudo haber sido creada en la segunda mitad del siglo XIX, concebida para asomarse a ciertos fenómenos aún dotados de misterio, sin despojarlos de esa virtud, como explica su creador en un texto de presentación.

Durante su estancia en Venecia, la máquina de cuatro metros de altura fue instalada en la ex iglesia de San Lorenzo, que sirvió por primera y única vez como pabellón de México en ese importante encuentro de arte internacional.

El templo llevaba 10 años cerrado. Ese recinto, señaló la curadora Itala Schmelz, tenía condiciones estructurales que implicaban un reto, pues no contaba con piso, ya que se habían realizado excavaciones para recuperar vestigios arquitectónicos del siglo VI. Tampoco tenía paredes blancas.

Por eso se optó por buscar una pieza sonora, pues el sonido podría integrarnos al espacio, la pieza de Guzik fue ideal, añadió al resaltar que se consiguió que asistieran 43 mil personas al pabellón mexicano: “Fue el recinto más visitado de todos los que se encontraban en el recorrido excéntrico de la Bienal, se corrió la voz, Cordiox se ganó a pulso el gusto del público, eran personas que especialmente se perdían en la calles venecianas para buscar el aparato”.

Cordiox, dice la curadora, es una máquina subjetiva que genera memoria, funciona mejor en las tardes y en las noches que en las mañanas, pues almacena información, incluso toma decisiones, toda la información que recibe la transforma en sonido.

El aparato está ahora instalado en la sala E del Laboratorio Arte Alameda.

Antes de ingresar para conocerlo, es decir, para escucharlo, se puede apreciar material documental para conocer un poco más el trabajo de Ariel Guzik, un músico, investigador, artista, iridólogo, herbolario e inventor que diseña y produce mecanismos e instrumentos para investigar fenómenos de resonancia, mecánica, electricidad y magnetismo.

Lo mismo ha construido un laúd que capta las vibraciones de los cactus, que un aparato para comunicarse con ballenas y delfines.

Cordiox tiene un corazón de cuarzo en forma de cilindro, único en el mundo (mide 45 centímetros de diámetro y 180 centímetros de altura), manufacturado ex profeso en Alemania por una empresa especializada. Lo ro-dean 172 largas y tensas cuerdas que debieron ser afinadas por expertos músicos. Una caja al lado, que semeja un radio antiguo, capta el ambiente: energía, vibraciones, el caos, la entropía, la estática, los residuos del ambiente, el llamado ruido blanco, detalla Schmelz.

Es un sistema de controles conformado por circuitos y tubos al vacío, contenidos en un mueble de caoba, un sutil mecanismo que transforma la información invisible en orden armónico que hace vibrar el tímpano de cuarzo y las cuerdas.

El sonido del silencio o mantra

El público puede sentarse o recostarse a escuchar en unos mullidos sillones, o caminar alrededor de Cordiox y percibir de cerca esa suerte de respiración; el sonido del silencio, lo llaman algunos, es un mantra, dicen otros del susurro cristalino, sutil, con cadencia, que emite la máquina y realmente pareciera provenir de un ser vivo.

Guzik explica así el funcionamiento de Cordiox: La brisa magnética que excita las cuerdas proviene de la captura de señales caóticas, un repertorio infinito de señales que desembocan en un fenómeno de autordenamiento orgánico, al que he denominado campo armónico. Se trata de un círculo virtuoso de eventos vibratorios derivados del ruido residual térmico-electromagnético del entorno.

El aparato podrá visitarse hasta el 20 de abril en el Laboratorio Arte Alameda (Dr. Mora 7, Centro, a un costado de la Alameda Central, en un horario de martes a domingo, de 9 a 17 horas).

“Lo ideal sería que después, Cordiox tuviera un lugar dónde vivir”, concluyó Itala Schmelz. Sin embargo, por el momento, no se tiene un lugar específico donde sería instalado de manera permanente.