Opinión
Ver día anteriorMartes 11 de febrero de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Shangri-la en Cartagena?

EPN-Santos: edén neoliberal

¿Latinoamericanos en jauja?

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ras escuchar el discurso inaugural del colombiano Juan Manuel Santos, y leer el artículo del mexicano Enrique Peña Nieto en el diario bogotano El Tiempo (ambos en el marco de la cumbre de la Alianza del Pacífico) queda la impresión de que el par de entusiasmados mandatarios se referían no a sus respectivos países ni a Latinoamérica en general, sino al Shangri-la neoliberal, en el que James Hilton ni de lejos tuvo que ver.

Para el presidente colombiano la Alianza del Pacífico, sin temor a equivocarnos, encendió el motor del desarrollo y la prosperidad en América Latina, pues nuestra determinación de avanzar hacia la integración profunda, de ser mucho más que un tratado de libre comercio, se ha traducido en acciones y decisiones que están impactando positivamente hoy en los ciudadanos. Lo mejor del caso es que Santos, humildemente, dijo que no hemos venido a Cartagena a darnos simples palmaditas en la espalda con lo que hemos logrado.

Por su parte, el inquilino de Los Pinos aseguró que América Latina ya no es el rostro de las crisis económicas recurrentes, ni fuente de inestabilidad política. Al contrario, hoy es sinónimo de dinamismo económico: con 600 millones de habitantes, la quinta parte de las reservas mundiales de petróleo, una gran riqueza étnico-cultural y una vasta biodiversidad, América Latina ha tenido un crecimiento económico por encima del promedio mundial en los últimos años. Con un PIB combinado de más de 2 billones de dólares, esta alianza sería una de las diez economías más grandes del planeta. Conformamos un mercado de más de 200 millones de habitantes, y representamos 50 por ciento del comercio total de América Latina con otras regiones.

En jauja, pues, las naciones integrantes de la Alianza del Pacífico, en particular, y América Latina, en general, producto, claro está, de las políticas neoliberales que en la región arrancaron a sangre y fuego con la dictadura del genocida Augusto Pinochet. Esa es la lectura que sobre la realidad latinoamericana hacen los mandatarios de México y Colombia, más los de Chile y Perú.

Pero algo falla en la idílica visión descrita, pues América Latina se mantiene como la región más desigual del mundo, Africa incluida, de acuerdo con la Cepal, organismo especializado de la ONU con una lectura mucho más apegada a la realidad. De entrada, de los 200 millones de habitantes (mexicanos, colombianos, chilenos y peruanos) a los que hace referencia Peña Nieto, alrededor de 95.5 millones son pobres e indigentes (en México 61 millones de ellos). Si se incluye a toda la región, entonces la suma de pobres e indigentes supera los 164 millones. Esta aritmética de la miseria ni de lejos sustenta lo dicho por Santos en materia de prosperidad y desarrollo, y cancela cualquier alusión a que Latinoamérica ya no es el rostro de las crisis.

De acuerdo con las cifras de la Cepal, al cierre de 2012 el 51.3 por ciento de los mexicanos eran pobres y/o indigentes (61 millones de personas); en Colombia esa proporción es de 43.3 por ciento (alrededor de 21 millones); en Perú de 31.8 por ciento (11 millones) y en Chile 14.1 por ciento (cerca de 2.5 millones). Más de 95 millones de pobres e indigentes en cuatro naciones latinoamericanas, las pertenecientes a la Alianza del Pacífico, no son precisamente sinónimo de un impacto positivo en los ciudadanos, como dice Santos.

Para la acera de enfrente, los números de la Cepal revelan que en México el 20 por ciento de la población con mayor nivel de bienestar concentra 46.2 por ciento del ingreso, mientras que el 20 por ciento más pobre apenas se prorratea el 6.6 por ciento; para el caso colombiano, la relación es de 49.8 y 4.6 por ciento; en el peruano de 43.7 y 5 por ciento, y en el chileno, primer laboratorio regional del neoliberalismo, de 52.5 y 5.5 por ciento.

Entonces, por ninguna parte se registra aquello que Santos y Peña Nieto dicen ver en los países de la Alianza del Pacífico, en particular, y en Latinoamérica, en general. Mucho menos si se recurre a la terrible numeralia social que la propia Cepal divulgó con motivo de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, celebrada en La Habana a finales del mes pasado, de la que se retoman algunos elementos:

Los beneficios que las empresas trasnacionales obtienen de sus operaciones en América Latina y el Caribe se incrementaron 5.5 veces en nueve años, pasando de 20 mil 425 millones de dólares en 2002 a 113 mil 67 millones en 2011; el crecimiento tan marcado de estas utilidades –también denominadas renta de IED– tiende a neutralizar el efecto positivo que produce el ingreso de la inversión extrajera directa sobre la balanza de pagos. La evidencia para América Latina y el Caribe muestra que durante los últimos años los egresos registrados como renta de IED alcanzaron casi el mismo nivel (92 por ciento) que los ingresos de tal inversión.

En América Latina 40.5 por ciento de los niños, niñas y adolescentes son pobres, sea en forma moderada o extrema. Esto implica que en la región la pobreza infantil total afecta a 70.5 millones de personas menores de 18 años. De este total, 16.3 por ciento se encuentra en situación de pobreza extrema, es decir, uno de cada seis es extremadamente pobre y este flagelo afecta a más de 28.3 millones de menores.

En 2013 el PIB de América Latina y el Caribe creció 2.6 por ciento, inferior al 3.1 registrado en 2012. Este resultado ilustra la continuación de la desaceleración económica regional que se manifiesta desde 2011 (año de la creación de la Alianza del Pacífico). ¿Dónde quedó, pues, el motor del desarrollo y la prosperidad en América Latina?

Las rebanadas del pastel

Mañana, miércoles 12 de febrero (18 horas, ex convento de Corpus Christi, frente al Hemiciclo a Juárez), Jorge Mansilla, poeta y ex embajador de Bolivia en México, presentará su nuevo poemario Déstrés Federal, del que tomo el siguiente soneto (Dictado por la ira): aquí el trabajo sucio en el servicio/ de proveer la droga sin matices/ para el solaz impar en las narices/ de los consumidores de ese vicio. Aquí los muertos del cruel sacrificio/ ochenta mil personas en seis años/ para cumplirle a Washington, los daños/ de wa sin ton ni son del estropicio. Barack Obama se esconde en la gruta/ del stablishment letal y morboso/ Reagan igual y Clinton ni se inmuta. Dinero y armas fluyen en la ruta/ que delinearon, rápido y furioso,/ los dos: Bush padre y Bush hijo, de puta.

Twitter: @cafevega